Pedro Mairal. Foto: Augusto Starita / Ministerio de Cultura de la Nación

Pedro Mairal. Foto: Augusto Starita / Ministerio de Cultura de la Nación

Letras

Pedro Mairal: "Quizá confundimos el apocalipsis con nuestra propia vejez"

Mientras la película basada en su popularísima novela 'La uruguaya' recorre festivales y se prepara para desembarcar en cines y plataformas, el argentino recupera para el lector español 'El año del desierto'

6 marzo, 2023 01:15

Novelista, músico y poeta, Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) abandonó los estudios de Medicina para dedicarse a la escritura. No debía de estar muy errado, porque su primera novela, Una noche con Sabrina Love (1998), obtuvo el Premio Clarín concedido por un jurado formado por Augusto Roa Bastos, Adolfo Bioy Casares y Guillermo Cabrera Infante. El año del desierto (2005; Libros del Asteroide, 2023) fue su segunda novela, aunque la que cambió su vida fue La uruguaya (2016). Por cierto, desde hace dos años vive en Uruguay, que fue donde le encontró la pandemia.

Pregunta. El año del desierto narra cómo la ciudad de Buenos Aires es devorada por la intemperie: ¿es un retrato de la eterna crisis argentina?

Respuesta. Creo que la novela habla de una crisis argentina, cíclica, recursiva, pero también de la fragilidad de los sistemas modernos. Ya vimos cómo colapsó todo en el 2020 con la pandemia. Se desestabiliza un aspecto y se pierde un equilibrio muy delicado. La barbarie está un pequeño paso al costado. El vecino simpático en tiempos de paz puede convertirse fácilmente en tu delator cuando las cosas se ponen difíciles.

['El año del desierto', la distopía argentina de Pedro Mairal]

P. Han pasado casi veinte años desde que publicó El año del desierto: si hubiera escrito la novela ahora, tras la pandemia, ¿sería distinta?

R. Hay un momento en el libro donde se habla de una pandemia de fiebre amarilla, haciendo eco con la que sucedió en Argentina en el siglo XIX. Una pandemia que mató en Buenos Aires a una de cada diez personas y que provocó cambios radicales en la ciudad, vaciamiento de barrios, surgimiento de otros hacia el norte. Los carros iban cargados de cadáveres camino al cementerio. Todas imágenes que se vivieron hace tres años, incluso con esos camiones frigoríficos que usaban en Nueva York para guardar cadáveres. Me impresionó mucho ver esas coincidencias.

P. ¿Qué queda hoy de aquel Mairal de 2005?

R. Dicen que cada siete años no queda una sola célula del cuerpo que sea la misma. Nos regeneramos íntegramente. Y sin embargo hay una continuidad del ser. Si eso es así ya voy como dos Pedros más tarde con respecto a ese libro. Y sin embargo me enorgullece mucho haberlo escrito. Es mi libro más investigado y elaborado. El libro que más tiempo me llevó escribir. Me alegra muchísimo que Asteroide lo esté publicando en España.

“Muchas veces creo que más que tratar de la historia argentina, narro el avance de la enfermedad de mi mamá”

P. Y la protagonista es una mujer.

R. Desde el principio entendí que esta historia era más interesante desde un punto de vista femenino. La pesadilla de la historia argentina atraviesa a la protagonista. Si el protagonista era un hombre se me moría en el capítulo dos en la primera guerra civil. Era más interesante contarlo desde la vida privada y la transformación de la vida de las mujeres. En los últimos siglos la vida de las mujeres cambió mucho más que la vida de los hombres. Creo que uno de los temas del libro es el tiempo y la transformación. Además un hombre blanco en el siglo XX como en el siglo XVIII o XIX tenía más o menos los mismos privilegios y la misma libertad de movimiento.

P. Como en La uruguaya y en Una noche con Sabrina Love, el libro relata un viaje que en este caso dura un año, es trágico y circular: ¿es quizá una suerte de Odisea contemporánea?

R. Me gusta esa idea de esa suerte de Odisea contemporánea. En este caso la vuelta al hogar es fallida. Siempre me interesa ese tema, personajes que pierden su mundo de pertenencia y la intemperie absoluta que provoca eso en una persona. A mí me gusta viajar, pero también me da pánico, viajo siempre con un desasosiego extraño, desde que salgo de mi casa ya pienso que estoy empezando a volver. Todo es regreso, incluso cuando me alejo. Además busco siempre poner a mis personajes en movimiento porque es la mejor manera de mostrar lo que les pasa por dentro.

»Lo que ve un personaje en movimiento no es la realidad circundante sino sus propios recuerdos y asociaciones afectivas rebotando contra los distintos detalles de esa calle o esa ruta. El movimiento, el viaje, trabaja a favor del personaje. Te permite meter con más naturalidad pantallazos del pasado o pensamientos íntimos.

[Marta Sanz: “El algoritmo es un varón blanco que trabaja en un garaje y vive en Estados Unidos]

P. A lo largo del viaje, María, la protagonista, debe aprender varios idiomas y acaba perdiendo el suyo: ¿si perdemos la palabra lo perdemos todo?

R. Creo que sí. Sin palabra no podemos pensarnos a nosotros mismos. No podemos entendernos en el tiempo ni en relación a los demás. La lengua es el gran GPS. Yo vi cómo mi madre fue perdiendo la capacidad cognitiva por una enfermedad que fue apagándola lentamente. Y eso se notaba sobre todo en el lenguaje, el modo en que se le iban borrando palabras del diccionario mental. Al principio sabía lo que quería decir pero no le salía, y luego ya tampoco sabía bien qué quería decir. Fue durísimo para ella mientras se dio cuenta. Porque se iba perdiendo a sí misma.

»Muchas veces creo que El año del desierto, más que ser una novela sobre la historia argentina, es una novela sobre el avance implacable de la enfermedad de mi mamá. Mientras la escribía no me di cuenta, por suerte. Lo noté cuando empecé a contar de qué iba el libro y vi que todo ese retroceso en el tiempo histórico estaba relacionado, de modo oculto para mí, con el retroceso cognitivo de mi mamá, que parecía por momentos volver a su infancia.

Lejos de Buenos Aires

P. ¿Cuánto de venganza y de declaración de amor a Buenos Aires hay en
el libro?

R. Uno de los disparadores más concientes de este libro fue cuando en la crisis argentina del 2001 me planteé la posibilidad de irme a vivir a otro país. Y recuerdo una noche en la que sentí que si me iba de Buenos Aires me moría, o algo mío moría. Como si Buenos Aires fuera a desaparecer. No iba a estar más conmigo. La novela, aunque parezca lo contrario, es un homenaje a Buenos Aires. Si uno piensa en la ciudad donde pasó la infancia y la juventud, el modo en que esas calles están tan metidas dentro de uno, cómo las esquinas y los barrios están saturados de recuerdos emocionales (la casa de la persona que te rompió el corazón, tu escuela... ), entonces uno entiende que una ciudad es parte de su psiquis, o de su alma, si queremos ponernos más poéticos.

»Creo que lo que hice con Buenos Aires se podría hacer con cualquier otra ciudad, pero lo interesante es que cada generación cree ver esos deterioros. Quizá confundimos el apocalipsis con nuestra propia vejez, creemos que es el fin del mundo y en realidad es el fin de nuestra propia vida.

“Las escritoras ya no están a la sombra de los autores ni en segundo plano, como pasó durante siglos, sino en el centro”

P. Su último libro, Esta historia ya no está disponible, tiene mucho que ver con las redes...

R. Sí, se llama Esta historia ya no está disponible, porque cada vez que veía esa frase, que aparece cuando alguien borra una historia de Instagram, me preguntaba: ¿Qué borró? Y me parece que en ese punto ciego está uno de los aspectos más interesantes de la literatura. Lo que uno no se animaría a mostrar en su Instagram, lo que te daría vergüenza que se viera. Justamente ese lado B es quizá lo más interesante, porque el lado A estamos todos cultivándolo en nuestros perfiles, dando cuenta de nuestros logros y méritos. Pero, según mi experiencia dando talleres literarios, noto que la gente empieza a escribir cosas más interesantes cuando se anima a mostrar su lado menos luminoso.

P. ¿Sabe cuándo se estrenará en España la película basada en La uruguaya?

R. Está ahora concursando en festivales de cine. En algún momento del 2023 irá a salas para todo público y luego a una plataforma digital. Me gusta mucho la película que hizo Ana García Blaya, la directora, porque de alguna manera amplía mi libro. Abre una mirada, desde una perspectiva femenina, que mi libro no tiene porque la historia en mi novela no sale de la subjetividad de ese varón de cuarenta años. La película le responde al libro, de alguna manera. Hace hablar a las mujeres que en mi libro solo vemos como personajes narrados desde Lucas Pereyra.

P. ¿Intervino en la película de alguna manera?

R. Muy lateralmente. Escribí la letra y la melodía de la canción que suena cuando caen los títulos, hice una mínima aparición de extra y fui casi todos los días al rodaje.

P. Hablando de mujeres, ¿aciertan los que creen que la mejor literatura hispanoamericana la están escribiendo ellas?

R. Por primera vez el eje central de la literatura argentina está pasando por autoras mujeres. Y eso es un gran cambio. Pienso en autoras como Leila Guerriero, Samanta Schweblin, Selva Almada, Mariana Enríquez, Gabriela Cabezón Cámara. Ya no aparecen las autoras a la sombra de los autores hombres, ni en segundo plano, como sucedió durante siglos, sino que ahora están en el centro, y eso me parece de los cambios más interesantes en la literatura de estos tiempos.