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Letras

Precarios

14 junio, 2013 02:00

Teleoperadores, uno de los empleos a los que a menudo se ven obligados a recurrir los jóvenes precarios

Yo, precario. Javier López Menacho.Libros del Lince. Barcelona, 2013. 176 pp., 16 euros / El precariado, una nueva clase social. Guy Standing. Pasado & Presente. Barcelona, 2013. 300 pp., 20 e.


La opulenta generación que nació en la Europa de los ochenta se ha hecho mayor y quiere un puesto en la mesa. Al final de su juventud se están dando cuenta de que lo han tenido todo y de que el futuro amanece negro. Jóvenes que han crecido sin saber lo que era el socialismo real de los países de la órbita comunista o las dictaduras sociales de España o Portugal. Infancias con un pasado acogedor, cálido y seguro se enfrentan a un mundo que se ha transformado y que no tiene nada que ofrecerles. Se han venido abajo las expectativas armadas en los años de dorada juventud. Jóvenes atrapados en becas prolongadas indefinidamente, en trabajos temporales y en una fluidez sentimental desazonadora. Todo ello en un marco en el que la conciencia política brilla por su ausencia y las creencias religiosas tienden a desvanecerse y cerrar un estado de cosas que en la Unión Europea configura uno de los momentos históricos mas sombríos y desoladores del último medio siglo.

El año pasado Meredith Haaf (Munich, 1983) publicó Dejad de lloriquear. Sobre una generación y sus problemas supérfluos, recensionada en estas páginas. Como ya entonces señalamos, su texto es el grito de una chica alemana, perdida en el siglo XXI, que trata de encontrar un sentido de la responsabilidad y una conciencia social que no logra atisbar en su horizonte vital. Ahora, el lector tiene la fortuna de encontrarse con una autobiografía desgarradora y enraizada en la realidad española.

Javier López Menacho, el autor de Yo, precario, nace en 1982 y se educa en Jerez de la Frontera, en un hogar en el que tanto su hermano gemelo, periodista, como su hermana son universitarios. En 2005 López Menacho trabajaba en la CAM ganando 900 euros al mes más piso a cargo de la empresa. Tras la quiebra, y todavía en Valencia, monta un negocio de proyectos educativos y de animación para niños que se le va al garete. Con unos ahorrillos, a finales de 2011 se traslada a Barcelona para hacer un máster en Creación Literaria en la Universidad Pompeu Fabra. En sus aulas le fascina Jorge Carrión, atrevido lancero de la jarca que quiere desalojar de sus espacios de privilegio a los "viejos" Marías o Muñoz Molina. Pero Barcelona no es el oasis que esperaba un López Menacho decidido a instalarse en la escritura. Diplomado en Turismo, formado como community manager y haciendo un máster de renombre se encuentra como tantos otros de su generación con unos títulos universitarios que no le dan trabajo. Y ahí es donde germina este volumen. Mientras lee a Martín Caparrós o Hunter S. Thompson tiene que aceptar trabajos ínfimos. Su primer trabajo fue contar, a 6 euros la hora, las personas que se colaban en el metro de la Ciudad Condal.

Como leemos en la introducción de este volumen, en la primavera de 2012 le contratan para trabajar de mascota en la promoción de una marca de chocolatinas. Tener 29 años, vivir en un habitación cutre en un mal sitio de Barcelona y contemplar una perspectiva laboral penosa hubieran deprimido a cualquiera, pero López Menacho tuvo el reflejo de quitarse el pesado disfraz, llegar a su ordenador y ponerse a escribir las "chococrónicas". Durante los tres meses siguientes encontró otros tres trabajos, igualmente fugaces, mal pagados y humillantes a la postre. Pese a todo siguió escribiendo el relato de sus días de labor, en parte debido a la inercia, en parte como modo de conservar la salud mental.

Tras desempeñarse de mascota, le contratan para un estudio de mercado que busca mejorar la venta de tabaco en los bares. En el curso de una visita le atracan. Lo deja, y le llega otro trabajo en el que tiene que montar en bicicleta en el curso de una campaña de publicidad de una conocida compañía telefónica. Por último, su trabajo mejor remunerado: speaker-animador en un cine de Sant Cugat en el que se retransmitían a toda pantalla los partidos de la selección española en la última Copa de Europa. La final, 4-0 de España a Italia, marca el cierre de un libro que quiere transmitir un optimismo que no acaba de cuajar del todo.

Mientras escribía esta autobiografía de un joven precario, montó un blog con sus crónicas y se lanzó a publicitarse en la web. Al mismo tiempo se puso en contacto con Enrique Murillo, magnífico editor con mucho rodaje a sus espaldas, y entre los dos consiguieron que Miguel Brieva les dibujara la portada. Entre los unos, los otros y la apasionante textura del libro, en poco tiempo ha conseguido ponerse en la tercera edición, algo insólito para un autor novel en los tiempos que corren. La potencia de este libro viene en primer lugar del retrato de la interacción de un sujeto en precario con la monetarizada sociedad actual. Un texto tan fino en sus observaciones como pueda ser el Stoner de John Williams. Javier López Menacho arrastra al lector a través de sus peripecias y le va desgranando el mundo del precariado actual. Al mismo tiempo nos va descubriendo los tics, los valores y la indigencia de una generación con ganas de protagonismo. Estas páginas se abren una generación peculiar, a la que, como al autor, le fascinan los cómics. Jeffrey Brown, Cutlass, o American Splendor conforman buena parte de su horizonte cognitivo.

Lo que se retrata aquí es una época histórica, un momento en el tiempo protagonizado por un joven que habita una nueva clase social. Un segmento de la pirámide social que Guy Standing, catedrático de Estudios del Desarrollo en la Universidad de Londres, describe en su interesante libro El precariado. Una nueva clase social (Pasado & Presente, 2013).

El laboratorio de "ciencia ciudadana" de la BBC lanzó en enero de 2011 el estudio Great British Class Survey, en el que participaron más de 160.000 personas en el Reino Unido. En dicha investigación se puso de manifiesto que el 15% de la población pertenecía al "precariado". Como señala Guy Standing, el término "precariado" se viene utilizando desde hace 10 años en ciencias sociales. Dicho neologismo se forma a partir de los sustantivos "precariedad" y proletariado. No obstante, para el sociólogo Robert Castel estamos ante la contracción de las palabras précarité (precariedad) y salariat (asalariado).

Para su análisis, Standing se arma de numerosas y fascinantes estadísticas, datos y anécdotas que dibujan el proletariado como una nueva clase derivada de la economía neoliberal y de la falta de perspectiva de progreso en la Unión Europea.

La combinación de ambos textos permiten al lector contemplar el reflejo sombrío de una época difícil para la vieja Europa.