Adam Zagajewski. Foto: Christoph Varga

Adam Zagajewski. Foto: Christoph Varga

Letras

Solidaridad y soledad

19 noviembre, 2010 01:00

Adam Zagajewski

Traducción de VV. AA. Acantilado.188 páginas. 22 €

La lucha por la libertad no siempre ha inspirado las mejores páginas de la literatura. A veces, la urgencia de enfrentarse al totalitarismo ha provocado cierta negligencia en el estilo, desembocando en textos mediocres, con escaso aliento poético. No es el caso de Adam Zagajewski (Lvov, 1945), que ha ejercido la disidencia contra el comunismo, manteniendo una elevada exigencia estética. Exiliado en París desde 1982, advirtió muy pronto que el totalitarismo no es una mera forma de opresión.

Al igual que los tiranos griegos, los gobiernos totalitarios escondieron su rostro bajo una máscara paternal. Zagajewski evoca la Carta al padre de Kafka para explicar la perversa relación que surge entre los ciudadanos y el poder en el marco de los totalitarismos. Al igual que un padre autoritario y displicente, un dictador configura nuestra identidad, pero el desarrollo de nuestra libertad depende de nuestra determinación para romper con la mayor objeción contra nuestro derecho a “alzar el vuelo”. La rebelión contra el padre es necesaria. Es un acto de “resistencia metafísica”. La figura del padre cambia de rostro: Layo, Agamenón, Cronos o Stalin, pero la metamorfosis no afecta a la esencia del conflicto. Los jóvenes que crecieron en los países del “socialismo real” esperan que el sistema muestre su lado humano, “cálido, bueno y amigable”, pero esa expectativa nunca se cumple. La utopía es el nombre que ha elegido el padrecito Stalin para ocultar su frialdad homicida.

Hay una disidencia transitoria y una disidencia permanente. La disidencia transitoria se extingue con el fin del totalitarismo. Hay una disidencia permanente, que es el estado natural del poeta. Esa disidencia esencial, ya no acontece en la esfera de lo público, sino en la intimidad de una conciencia que se enfrenta con el ser. El poeta es un adversario de sí mismo. Su confrontación implica un “sufrimiento vivificante”. La escritura está asociada al dolor y la duda.

El poeta sólo debe temer al silencio. El silencio que le impone la ferocidad de sus censores. El totalitarismo es taciturno. Por eso, el escritor habla. Hablar sin miedo no significa renunciar a “los robles rojizos y las hojas altivas”. Zagajewski es un serio candidato al Nobel. Sería lamentable que ese reconocimiento se interpretara tan sólo como un homenaje a su disidencia política. Zagajewski es el poeta de la libertad y la soledad. Solidaridad y soledad es un brote de exasperada belleza, que nos enseña a mirar el mundo. Solidaridad y soledad es un acto de fe en la palabra. La palabra es lo único que nos queda cuando se apaga el bullicio de la vida. La palabra es lo más precioso y lo más precario. Por eso, es humana, dolorosamente humana.