Georges Rivara en Bilbao, a mediados de los años 50. Foto: Cortesía de la familia Rivara.

Georges Rivara en Bilbao, a mediados de los años 50. Foto: Cortesía de la familia Rivara.

Historia

'El agente suizo', el insólito estriptis de la élite económica durante la dictadura de Franco

Enrique Faes Díaz reconstruye en este libro el escándalo financiero que sacudió al régimen: una trama internacional que expuso públicamente a 872 personas.

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Publicada

En 20 años de dictadura de Franco, con miles de páginas firmadas en el BOE, jamás se había visto nada parecido.

El agente suizo

Enrique Faes Díaz

Galaxia Gutenberg, 2025. 272 páginas. 20 €

Lo publicado el 9 de marzo de 1959 era impensable: la lista de 872 personas principales —potentes empresarios, notables familias, abogados brillantes y una folclórica como guinda— acusadas de fuga de capitales.

Todo empezó el 30 de noviembre de 1958, con la detención en Barcelona de Georges Rivara, de 42 años, empleado de la Société de Banque Suisse (SBS).

El captador de capitales, elegante, con aspecto de galán de cine, viajaba dos veces al año a España para informar, clandestinamente, a sus clientes sobre la marcha de las inversiones y buscar dinero fresco.

¿Quién delató al agente bancario que cuatro años después sería encontrado muerto? Es de lo poco que no aclara el historiador Enrique Faes Díaz (Gijón, 1975) en El agente suizo (Galaxia Gutenberg), un libro bien escrito e investigado sobre un episodio apenas resaltado de la España del régimen de Franco.

Se especuló con que el soplo procedió de una femme légère (eufemismo de aquellos años más delicado que en los tiempos de Ábalos). Otra hipótesis señalaba al mismo Rivara, para beneficiarse del pago con el que se premiaba la delación de fuga de capitales.

Un sobre encontrado en el coche alquilado por Rivara, con nombres cifrados, aceleró la investigación de los tres inspectores que iniciaron el caso en Cataluña, ‘charnegos’ procedentes de Toledo, Ciudad Real y Extremadura.

Ellos fueron los grandes beneficiarios. Por la ley franquista de incentivos, los policías cobraron seis millones de pesetas, entre 1963 y 1970, el 10% de lo recaudado en multas a los “traidores”, excrecencia del “capitalismo”, enemigos de “clases humildes”. Así llamó la Falange a los evasores en pasquines —en los que pedía la horca para ellos— y en la prensa afín.

El historiador Faes, en su reconstrucción del escándalo, desgrana con estilo limpio de pertinaz reportero (el reportaje es el hermano menor de la Historia) los elementos confluyentes que explican el desenlace del BOE.

Veamos: 1) En 1957 Franco cambió de Gobierno y apostó por la tecnocracia. Nombró ministros más abiertos como Castiella, en Asuntos Exteriores, y Ullastres, en Comercio.

Un bofetón al sector falangista. 2) El objetivo del dictador era migrar a la gallega: de la autarquía a un remedo de aperturismo económico con mirada al frente, pero ya del mundo moderno. 3) En Europa varios países iniciaron una convergencia con sus monedas. 4) A mediados de 1959 se aprueba la ordenación económica de España bajo el anhelo de entrar en la OCDE.

El Agente suizo investiga sobre un curioso episodio fiscal publicitado en el Boe de la españa de Franco

Publicar la lista infame del BOE podía ser doblemente ejemplar: dentro, al servir de escarmiento a los ricos evasores; fuera, para mostrar al exterior que las cuentas del Estado español serían más claras con la tecnocracia.

Fuera o no así, Franco autorizó la publicación de un enjambre de apellidos conectados con la Banca Jover, con la Más-Sardá, Grifols, Roviralta, los empresarios Sobrino, Aguilar (editor), Garina, Pujol (el padre del president), Semir (hombre de Nestlé en España)… De guinda, Marujita Díaz.

De los 872, 369 serían condenados: de estos 2/3 procedían de Barcelona, 89 de Madrid y 41 del País Vasco.

Todo quedó en poco: 60 millones recuperados, 6 para los policías, el banco suizo siguió trabajando con españoles (mantuvo el dinero de los Borbón) y los personajes del régimen progresaron hasta 1975, como Arias Navarro, director general de la temible DGS en 1958.

Para qué hablar de Franco, que murió generalísimo en la cama. Este 20-N se cumplirán 50 años. El viajante bancario no vivió tanto: en 1962 apareció muerto en Lausana, al parecer suicidado.