Una escena de la serie documental 'Perejil. La guerra que no fue'. Foto: María Heras / Movistar Plus+

Una escena de la serie documental 'Perejil. La guerra que no fue'. Foto: María Heras / Movistar Plus+

Historia

Perejil, la prueba que España superó con "demasiada suerte" y la mediación de Estados Unidos

Un documental de Movistar Plus+ recrea la crisis hispano-marroquí de 2002 tras la toma del islote por el país vecino y la operación militar española que desalojó a los ocupantes.

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"Cuando se produce la retirada de España del Protectorado, entre los territorios que se entregan a Marruecos, que se describen, no figura Perejil. Y sin embargo Perejil tampoco figura dentro de los límites del Estatuto de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Queda fuera de lo que se entrega, pero fuera también de lo que nos quedamos". En julio de 2002, Jorge Dezcallar ocupaba la dirección del CNI tras haber ejercido como embajador en Marruecos entre 1997 y 2001.

Su voz es uno de los más de cuarenta testimonios que sustentan Perejil. La guerra que no fue, documental dirigido por Tian Riba con el que Movistar Plus+ relata la crisis que enfrentó a España y Marruecos aquel verano de 2002.

Su desencadenante: la ocupación por gendarmes marroquíes, el 11 de julio de dicho año, de ese islote cuya soberanía, según se desprende de las palabras de Dezcallar, no estaba claramente determinada.

En los tres capítulos de esta serie desfilan ante la cámara políticos, militares, diplomáticos y otros funcionarios, periodistas y expertos en política de los países árabes. De todas las partes implicadas, que obviamente son la española y la marroquí.

Pero no solo de ambas, sino además de la diplomacia estadounidense, como Richard Armitage, entonces subsecretario de Estado, y de la francesa, que también tuvieron su protagonismo en este conflicto en el que no llegaron a rugir las armas, pero si fueron empuñadas para encañonar al enemigo.

Todo por un "peñasco" –lo dice Federico Trillo, ministro de Defensa en las fechas de autos– "de dos kilómetros cuadrados, a doscientos metros de la costa marroquí y a seis millas de Ceuta". Los gendarmes "habían izado la bandera de Marruecos en territorio de nadie", añade el responsable de las Fuerzas Armadas en el Ejecutivo de José María Aznar.

Una operación que el propio gobierno del país vecino desconocía, según el entonces presidente español: "El primer ministro de Marruecos no tenía ni la más remota del asunto. Así me lo dijo", afirma Aznar. Entonces ¿quién ordenó ocupar aquel risco deshabitado?

El periodista marroquí Omar Brouksy apunta alto: "Se dice que el rey estaba con sus amigos y que alguien le dijo que se trataba de un islote de estatus ambiguo y que esta podía ser la mejor manera de molestar a Aznar".

Y Aznar no se muerde la lengua: "Es una decisión que toma el rey de Marruecos", con "la comprensión, el estímulo y el aval del entonces presidente de la República Francesa, Jacques Chirac".

José María Aznar, durante su intervención en el documental. Foto: María Heras / Movistar Plus+

José María Aznar, durante su intervención en el documental. Foto: María Heras / Movistar Plus+

¿Y el porqué de la ocupación? Ramón Gil-Casares, director de Internacional y Seguridad de la Presidencia (2000-2002) opina que "la idea es molestar a España. Este es un primer paso para la recuperación de los territorios del norte [Ceuta y Melilla] una vez se han recuperado los del sur [el Sáhara Occidental]".

Concuerda Ignacio Cembrero, periodista especializado en el Magreb: "Mohamed VI tiene cierto complejo porque su abuelo logró la independencia y su padre la ampliación al incorporar el Sáhara Occidental. Y a él le hubiera gustado completar la soberanía de Marruecos" en el norte. "Perejil puede ser interpretado de esa manera".

El Sáhara, siempre presente en las enrevesadas relaciones hispano-marroquíes. En 2001, Mohamed VI había llamado a consultas a su embajador en Madrid. Entre sus motivos, el apoyo español en la ONU a la renovación del censo del Sáhara "para un posible referéndum" de autodeterminación, precisa el diplomático Inocencio Arias.

Para retornar al statu quo previo –"ningún símbolo de soberanía, ni ocupación", explica el experto en Perejil Wenceslao Segura–, el Gobierno de España activó la vía diplomática. Primero, con llamadas a todos los líderes de la UE para recabar apoyo –solo Francia lo declinó–, y después en una OTAN donde en principio "nadie se preocupó por Perejil", recuerda Juan Prat y Coll, entonces embajador ante la Alianza. Finalmente, la presión española conseguiría que se emitiera un comunicado llamando "acción inamistosa" a la ocupación marroquí del islote.

Escena de 'Perejil. La guerra que no fue'. Foto: María Heras / Movistar Plus+

Escena de 'Perejil. La guerra que no fue'. Foto: María Heras / Movistar Plus+

Mientras, se puso en marcha la vía militar. Todo ello en una semana en la que en Marruecos el enlace matrimonial de Mohamed VI –celebrado el 12, 13 y 14 de julio– acaparaba toda la atención –una boda a la que el Gobierno de Aznar impidió la asistencia de Juan Carlos I–, y en España se celebraba, el 15 y el 16, el debate sobre el estado de la nación.

La intervención para expulsar a los marroquíes de Perejil tuvo una anécdota en la elección de su fecha. Según Jesús de Miguel, jefe del Estado Mayor de Operaciones Especiales, "no se quería que coincidiera con el 18 de julio", en referencia al día de la sublevación de 1936 que desencadenó la Guerra Civil. Así, la llamada Operación Romeo Sierra se llevaría a cabo la mañana del 17.

Para facilitar la intervención de los helicópteros que tomarían la isla, Defensa despliega varios buques en aguas del Estrecho, además de un submarino. La fragata Navarra, al mando del comandante Gonzalo Rodríguez Garat, controlaba todo lo que pasara.

Vicente León Zafra, comandante del escuadrón de seis helicópteros que llevó a cabo la Operación Romeo Sierra, rememora que en la base de Rabasa (Alicante) recibieron orden de trasladarse a la de Morón (Sevilla). "¿Cómo que a Morón?", exclamó Federico Trillo al ser informado.

Un momento del rodaje de 'Perejil'. Foto: María Heras / Movistar Plus+

Un momento del rodaje de 'Perejil'. Foto: María Heras / Movistar Plus+

El motivo de su estupefacción: la presencia allí de militares norteamericanos, quienes notificarían a su gobierno, y este al de Marruecos, que los españoles "preparaban algo". Por eso, Defensa ordenó que los helicópteros se desplazaran a la cercana base de El Copero, desde donde partirían hacia Perejil la mañana siguiente.

Una intervención "al alba" en la que el "fuerte viento de Levante", que Trillo aludiría épico en el Congreso, casi da al traste con la operación. "Una racha de viento", narra el comandante León Zafra, "tiró para atrás" al helicóptero que precedía al suyo.

Para evitar la colisión "el piloto tuvo que forzar tanto la inclinación de las palas que chocaron con el cortacables. Empiezan a salir chispas y dije: esto se ha acabado". La maniobra pudo encauzarse y empezaron a saltar los efectivos del Grupo de Operaciones Especiales en cuerdas sobre el objetivo. "Yo creo que tuvimos demasiada suerte".

Tras la rendición de los seis infantes de Marina marroquíes que custodiaban el islote, se izó la bandera española y se trasladó a los capturados a Ceuta, donde fueron entregados a la Guardia Civil para que los devolviera a Marruecos. "Ni bajas ni prisioneros", era la consigna. Más tarde, los soldados españoles que tomaron la isla fueron relevados por efectivos de la Legión allí trasladados también en helicópteros.

Un momento del rodaje de 'Perejil'. Foto: María Heras / Movistar Plus+

Un momento del rodaje de 'Perejil'. Foto: María Heras / Movistar Plus+

Quedaba por resolver la vuelta al statu quo previo, de la que se ocuparía Ana Palacio, nombrada ministra de Exteriores horas antes de que los marroquíes se instalaran en Perejil. Ante el enfado de Marruecos por la audaz acción española, Palacio recurrió al secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, para que mediara. La jefa de la diplomacia española alcanzó tal confianza con el de la estadounidense que este llegó a decirle "llámeme Colin", recuerda.

La insistencia de Powell al rey de Marruecos facilitaría la firma de un acuerdo en Rabat por el que España se comprometía a retirarse de Perejil y Marruecos a no reocuparlo. Fue el 22 de julio, cinco días después de una intervención que pudo haber tenido importantes consecuencias de no haberse ejecutado con éxito. Así lo revela Aznar: "Le dije a mi mujer: si la operación sale mal, dimito".

Javier Rupérez, entonces embajador español en Washington, va más lejos: "Si no hubiera sido por Estados Unidos, hubiéramos tenido un conflicto abierto. No quiero exagerar, pero un conflicto bélico".