
Retrato de Giovanni Pierluigi da Palestrina junto a un fragmento de su 'Misa del Papa Marcello'.
Palestrina, el hombre que puso banda sonora a la Iglesia católica: 500 años de gloriosos contrapuntos
Se cumplen cinco siglos del nacimiento del compositor italiano, maestro de la melodía y la polifonía enormemente influyente en la música posterior.
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Desde niños, en los coros de las catequesis que algunos frecuentábamos, muchos sabíamos de la existencia del compositor Giovanni Pierliugi da Palestrina y su famosa Misa del Papa Marcello.
Nacido en el municipio romano de Palestrina —se cree que el 3 de febrero de 1525—, nuestro músico, que era el mayor de cuatro hermanos, entró en el Coro de Santa María la Mayor, donde mudaría la voz y se convertiría en tenor. En 1544 lo encontramos como organista y profesor de canto en la catedral de su villa natal. Tres años más tarde se casa con Lucrezia Gori, que le dará dos hijos. Poco tiempo después el Papa Julio III lo coloca al frente de la Capella Giulia. En honor de su protector compone la Misa Ecce sacerdos magnus.
A partir de aquí la vida de Palestrina se vio sometida a continuos cambios y conflictos: indignación de otro Papa, Pablo IV, porque hubiera hombres casados en su coro, querella con las autoridades eclesiásticas a propósito de una asignación que le era debida…
Tranqulizadas las aguas, pasa a ser en 1561 maestro de capilla de Santa María la Mayor. Entre 1567 y 1570 publica en Roma su segundo y tercer libro de misas. Pero son tiempos duros: pierde dos hijos, dos hermanos y poco después a su mujer. Se casa de nuevo, esta vez con una rica heredera. En las obras de esa etapa busca y encuentra, subraya el musicólogo Denis Arnold, ricos efectos en los coros a seis partes. En la cima escribe para las grandes fiestas de San Pedro. Muere rico y colmado de honores.
La influencia de nuestro compositor ha sido enorme en la música posterior. La musicología subraya que sus composiciones están impregnadas del estilo melódico tradicional de la Iglesia católica. Para muchos sus gloriosos pentagramas son imposibles de codificar, pues estuvieron en continua evolución. Se ha llegado a afirmar que su habilidad contrapuntística jugaba realmente un papel menos importante que el de su sentido de las fastuosas sonoridades.
François-Joseph Fétis (1784-1871), en su gigantesca enciclopedia, alababa la maestría de la célebre Misa del Papa Marcello, modelo de contrapunto fugado e imitativo. Según el polígrafo francés, Palestrina “fue el creador del único género de música eclesiástica que se ajustaba a su objeto. Sus obras son, tras dos siglos y medio, modelos inimitables. En el estilo del madrigal no ha mostrado ni menos genio ni menos perfección por los detalles”. Aspectos observables en toda su producción, de una riqueza pasmosa y de una variedad apabullante. Solo las Misas se cifran en 104. Y hay enormes dificultades para establecer una cronología.
Afirmaba John Milson en 1993 que ni siquiera un examen minucioso de los pentagramas nos asegura nada. Todos los estudiosos modernos han estado de acuerdo en que el elemento dominante del estilo de Palestrina es la belleza natural de las líneas melódicas.
Su música no sorprende por lo que dice, sino por el natural y sublime control con el que lo dice
La Enciclopedia Garzanti apunta que “la esencia de la armonía del compositor reside en un sutil contraste entre disonancia y consonancia, con puntos de tensión inmediatamente seguidos de otros de distensión”. En resumen, se puede decir que la música de nuestro autor, y esto es muy sutil, no sorprende por lo que dice, sino por el natural y sublime control con el que lo dice.