Image: Las mil caras de la ópera que viene

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Música

Las mil caras de la ópera que viene

Los estrenos y el regreso de las grandes

1 septiembre, 2005 02:00

Ensayo de Ein Atemzug - Die Odyssee de Isabel Mundry en la Deutsche Oper de Berlín

La cartelera lírica internacional vuelve con fuerza esta temporada. El protagonismo corresponde, en este curso, a las batutas. Algunas regresan con timidez, como Mariss Jansons o Christoph Eschenbach, y con retos temibles. Otras vienen a sentar cátedra, como Riccardo Chailly con Verdi y Lorin Maazel en Puccini. Emerge la potente voz de Kent Nagano, con un pie en Europa y otro en Estados Unidos, que impulsa al primer plano a la Ópera de Los Angeles, cada vez más influida por su vecina Hollywood. Nacen varios estrenos absolutos que confirman la vitalidad norteamericana gracias a John Adams, Tobias Picker y el cinematográfico Elliot Goldenthal. Europa mantiene el tipo gracias a la finlandesa Kaija Saariaho. Y perduran las estrellas de siempre: Barenboim, Mehta, Domingo, Peter Sellars o Bob Wilson.

Que la lírica se ha convertido en uno de los mayores focos de atracción de la cultura internacional no lo duda nadie, teniendo en cuenta los cientos de montajes que se llevan a cabo, con llenos a rebosar. Entre toda esta marejada de estrenos absolutos, revisiones y coproducciones múltiples, destacan las batutas. Es el año de Kent Nagano, norteamericano de origen asiático, esperanza "amarilla" de la Costa Oeste que viene a impulsar al infinito a su casa, la ópera de Los Angeles, con ganas de competir con el mismo Metropolitan. Vuelven a los fosos directores anclados en el campo sinfónico, como Mariss Jansons, Christoph Eschenbach, Riccardo Chailly o Lorin Maazel. Y abundan los estrenos, menos en España, entre los que destacan los norteamericanos que han encontrado un filón en su literatura.

Tres eventos abren la temporada lírica, cada uno con características muy diferentes. El primero un estreno mundial con el que la Deutsche Oper de Berlín -la mediana entre las casas líricas de la capital germana- quiere dar primero, por si acaso diera dos veces. Eim Atemzug-Die Odyssee es una obra de Isabel Mundry, una figura bastante reconocida en Alemania. Antigua alumna de Hans Zender, galardonada con el "Boris Blacher", está muy vinculada a Berlín y ha sido ubicada en la órbita de Heiner Goebbels. El montaje se verá con dirección escénica de Reinhild Hoffmann y ofrece la segura batuta de Peter Rundel en el foso (Deutsche Oper Berlin, 7 de septiembre). El segundo tiene lugar al otro lado del Atlántico. Allí, la ópera de Los Angeles se decanta por una pieza cómica francesa, La Grande Duchesse de Gerolstein, de Jacques Offenbach y se la encomienda, nada menos, que al director de Pretty Woman, Garry Marshall.

Vuelve Von Stade
El reparto está encabezado por una figura que parecía medio retirada, Frederica von Stade, pero siempre genial, acompañada de Paul Groves, Anthony Laciura y Rod Gilfry (Los Angeles Opera, 10 de septiembre). El tercer acontecimiento tiene lugar en París, y está protagonizado por una obra poco habitual en el repertorio, Cardillac de Paul Hindemith. Gérard Mortier ha reunido un importante conjunto de intérpretes, donde figuran el citado Nagano -buen recreador del mundo lírico del siglo XX-, Angela Denoke, Christopher Ventris, Charles Workmann, mientras que la producción se la concede a André Engel, muy apreciado tras su montaje de K, la ópera de Manoury (Opéra National de Paris, 24 de septiembre).

Poco a poco la obra póstuma, e inacabada, de Arnold Schoenberg, Moses und Aaron, va entrando en los teatros líricos. Curiosamente en esta temporada son dos centros geográficamente muy próximos, Munich y Viena, los que parecen decididos a competir en este ámbito. La ciudad bávara, medio despide con una de las creaciones más difíciles del repertorio a Zubin Mehta -cuya labor muniquesa no se sabe si valorar con más pena o más gloria- y encomienda su montaje a un hombre seguro, David Poutney. Como protagonista, el todoterreno John Tomlinson (Bayerische Staatsoper, 28 de junio). Por su parte, los austriacos acuden a una figura como Willy Decker que, por mucho que se equivoque, suele pinchar en carne. Más llamativa, e insospechada en estas lides, resulta la batuta. Que Daniele Gatti va hacia arriba no lo niega nadie -y más si acaba confirmándose su posible aterrizaje en la Scala- con lo que triunfar con una pieza como ésta en la Viena heredera de la Segunda Escuela, confirmaría las tendencias. Para ayudar, dos nombres importantes: Franz Grundheber, muy querido en aquellos pagos, y el tenor Thomas Moser (Wiener Staatsoper, 3 de junio).

Wilson y la Tetralogía
Wagner siempre es un referente y, si cabe, más en los últimos años. En esta ocasión los ojos -si cabe más que los oídos- deberán estar atentos a la visión que de dos obras trascendentes llevará a cabo Robert Wilson y sus bien desarrolladas tendencias minimalistas. El Châtelet de Paris ha tirado la casa por la ventana para ofrecer, nada más y nada menos, toda la Tetralogía, recuperando (y transformando) la producción que el regisseur americano hizo para Zurich. En el foso estará un personaje que raramente lo frecuenta, el alemán Christoph Eschebanch, junto con su Orquesta de París a la que está a punto de decir "au revoir". Arriba, un reparto de primera que incluye a Plácido Domingo, sentando cátedra como Sigmund, Jukka Rasilainen como Wotan, Linda Watson, Petra Maria Schnitzer, Jon Frederic West, y algún lujo como el barítono -y apreciado liederista- Dietrich Henschel como Gunther en el Ocaso de los Dioses. El mismo Wilson se trasladará a la ópera de Los Angeles de la mano del propio Plácido Domingo para interpretar Parsifal, con el omnipresente Nagano y la buena compañía de Matti Salminen (26 de noviembre, Los Angeles Opera).

A no olvidar otras dos citas wagnerianas. Lohengrin revive en Viena. El montaje es de Barry Koski -que va precedido de una fama de "enfant terrible" que asusta- y en el terreno musical se mira a un ruso germanizado, Semyon Bychkov, que viene apoyado por un reparto de cierto peso, aunque un tanto morboso: Kwangchul Youn, Johan Botha, Soile Isokoski, Falk Struckmann y, atención, Agnes Baltsa (Wiener Staatsoper, 3 de diciembre). Por su parte, Barenboim está dispuesto a reverdecer sus éxitos bayreuthianos con una nueva producción de Tristán e Isolda. El responsable es un hombre valioso, Stefan Bachmann, reconocido en el mundo del teatro alemán. Y como solistas, gente de la casa: Peter Seiffert, René Pape, Katarina Dalayman, Roman Trekel y Michelle DeYoung (Berliner Staatsoper, 8 de abril).

Pucccini imprescindible
Si Wagner es imprescindible, Puccini no lo es menos. Hay abundantes muestras de interés. Así, la principal, se da en Londres. La Royal Opera ha decidido realizar una nueva producción de Tosca, tantas veces vista en la interpretación de la Callas. Es la gran apuesta del curso y se han decidido por una figura valorada en el terreno dramático en el Reino Unido, Jonathan Kent. Y para subrayar el acontecimiento, se ha reunido un reparto de lujo: la rumana Angela Gheorghiu, dispuesta a reinar en el Covent Garden, bien secundada por el mexicano Marcelo álvarez y el galés Bryn Terfel. En el foso, una batuta musical y puccinianana como es la de Antonio Pappano (Covent Garden, 13 de junio).

Curiosamente, no es la única Tosca grande de la temporada. A orillas del Pacífico, Los Angeles apuesta por un director de prestigio, formado en la escuela inglesa, que lo mismo pone en escena un musical que un drama shakespeareano. Ian Judge regresa tras su reciente éxito con Romeo y Julieta y lo hace con dos pesos pesados, Violeta Urmana y Samuel Ramey, así como Salvatore Licitra para cantar el "Adiós a la vida" más célebre de la lírica. Mayor desconfianza suscita Kent Nagano en el foso, aunque nunca se sabe (Los Angeles Opera, 19 de noviembre). Y no hay dos sin tres. En la Scala, a partir de la conocida producción de Luca Ronconi, Lissner se ha traído de la oreja para impartir doctrina a su querido Maazel que, en sus tiempos vieneses, ya dio pruebas de que conoce bien al compositor de Lucca. El reparto es, nunca mejor dicho, otro cantar, aunque Daniela Dessì es capaz de todo. Otra cosa son Walter Fraccaro y Carlo Guelfi, si bien la batuta de Maazel puede hacer milagros (Teatro alla Scala, 13 de abril).

Inmensa curiosidad - o más bien habría que decir morbo-, se genera ante una nueva producción que la Deutsche Oper propone en Berlín del Tríptico. Y no es tanto por un reparto lleno de nombres sólidos como Cristina Gallardo-Domas, Paolo Gavanelli, Vincenzo La Scola o Alberto Rinaldi, ni tampoco por la batuta, la artesanal aunque seria de Stefano Ranzani. Es por el montaje, encomendado a Katharina Wagner. Ni que decir tiene que una bisnieta del autor de Tannhäuser (es hija de Wolfgang) relea la Trilogía pucciniana tiene su aquel (Deutsche Oper Berlin, 8 de enero).

No estamos en tiempos de buenas cosechas verdianas. Y resulta triste de constatar teniendo en cuenta que, al menos, hay más tenores que en otras épocas. En la próxima temporada, sin embargo, es una batuta la que se alza con todo el protagonismo. Riccardo Chailly afronta dos retos, uno en su casa de toda la vida, Milán, y otro en la adquirida recientemente, Leipzig. La espantada de Riccardo Muti ha permitido el regreso de Chailly a la Scala y lo hará nada menos que con Rigoletto, en la conocida y aparente producción de Gilbert Deflo, con un reparto en principio adecuado: Leo Nucci, la húngara Andrea Rüst y Marcelo álvarez (Teatro alla Scala, 24 de enero). En Leipzig, con la Oper y la Gewandhaus bajo su absoluto control, Chailly promete con un Ballo in maschera, en la producción de Emmano Olmi, que apuesta por figuras a medio conocer: Chiara Tagi, Franco Vasallo y Massimiliano Pisapia (Oper Leipzig, 12 de noviembre).

Rusia en alza
Y si la ópera verdiana no está en su mejor momento, sin embargo sí lo está la rusa. Tres montajes destacan en esta ocasión, aunque por diferentes razones. La Staatsoper berlinesa de Daniel Barenboim, con el maestro argentino en el foso, se lanza a una nueva producción de la obra maestra de Mussorgski, Boris Godunov. Para ello contará con un reparto de habituales (Uta Priew, Hanno Möller-Brachmann, Alexander Vinogradov, Katharina Kammerloher) presidido por el talante, y el talento, del bajo de la casa, René Pape, voz de moda como pocos. La lectura estará a cargo de Dmitri Tcherniakov, figura en alza en la escena rusa (Berliner Staatsoper, 11 de diciembre). Esta misma ópera podrá verse en Bruselas, con Kazushi Ono, leído por Klaus Michael Gröber, y con decorados del versátil artista español Eduardo Arroyo. El veterano José van Dam puede funcionar en el rol principal. (La Monnaie, 18 de abril). Algo más al norte, en Amsterdam, se tendrá el gusto de asistir, con total probabilidad, a la única aparición en el foso de una batuta estrella, la de Mariss Jansons, sin duda suficiente garantía para una obra que le va como pocas, Lady Macbeth de Shostakovich. Con una producción de Martin Kusej, cuenta entre los protagonistas a Anatoli Kotsjerga, Christopher Ventris y Nikita Storojev (De Nederlandse Opera, 3 de junio).

Peter Sellars y el Dr. Atomic
Un acontecimiento mundial supone el estreno de Dr. Atomic, la tercera ópera -tras Nixon in China y The Death of Klinghoffer- de John Adams (Massachusetts, 1947). El encargo de la ópera de San Francisco ha vuelto a unir a ese incombustible tándem que conforma el compositor junto al también norteamericano Peter Sellars (ambos en la imagen). éste último es también el responsable del libreto que narra las últimas horas del equipo de científicos y militares que ensayaron en el desierto de Nuevo México el lanzamiento de la primera bomba atómica. Donal Runnicles dirige a un reparto encabezado por el barítono Gerald Finley.


Saariaho y Maalouf, cita en París
El éxito internacional de L’Amour de loin (El amor lejano) de la finlandesa Kaija Saariaho (1952) ha sobrepasado ya el que obtuvieran sus compatriotas Sallinen, Kokkonen o Rautavaara. La obra vio la luz en el verano de 2000 en el Festival de Salzburgo. En el Théâtre du Châtelet de París se podrá volver a escuchar el próximo marzo. Para ese mismo mes se espera el estreno de su nueva ópera Adriana Mater, encargo de la ópera de París. El escritor libanés, afincado en Francia, Amin Maalouf es el responsable del libreto que narra la tortuosa historia de Adriana, joven habitante de un pueblo golpeado por la guerra -se supone que en los Balcanes- que es raptada y violada por un miembro de su comunidad. El hijo que va a nacer, acabada la guerra, deberá enfrentarse a su pasado. En el foso, el también finlandés Esa-Pekka Salonen, mientras que la escena es responsabilidad de Peter Sellars.


Made in Hollywood
Para el próximo mayo se espera el estreno de la que será la primera ópera del compositor Elliot Goldenthal (Nueva York, 1954), reconocido sobre todo por ser el autor de un buen número de bandas sonoras como las de Alien, Batman o Frida, ésta última premiada con un Oscar. Grendel, que así se llama la obra, es un encargo de la ópera de Los Angeles y está basada en la turbulenta novela épica de John Gardner. La escena corre a cargo de la directora de cine Julie Taymor (Titus, Frida), actual pareja del músico, que ya ha anunciado espectaculares efectos visuales muy al estilo de Hollywood. Steven Sloane dirigirá a un equipo vocal en el que destacan Denyce Graves y Richard Croft.


España: la escena asume el riesgo
Cuesta encontrar en las principales temporadas de nuestro país propuestas que puedan en realidad calificarse de auténticos acontecimientos. Frente a la avalancha de estrenos y recuperaciones del pasado año -Gaudí, L’Upupa, Elena y Constantino o La Dolores-, en esta ocasión es en la escena o en la calidad vocal donde algunas producciones adquieren protagonismo o cierto morbo. éste es el caso del prometedor Don Giovanni con el que el Teatro Real inaugura este mes el curso. La nueva lectura, encomendada a Lluís Pasqual y con el solvente Víctor Pablo en el foso, reunirá a un reparto sólido: álvarez, Bayo, Regazzo, Bros y Ganassi. A destacar también el reestreno contemporáneo de La conquista di Granata de Arrieta, con López Cobos al frente de un adecuado elenco. A la ABAO bilbaína hay que agradecerle la programación de un título tan difícil de escuchar en nuestro país como es Rusalka de Dvorák. Para octubre se espera el montaje, proveniente de Lyon, que estará dirigido en lo musical por el checo Jirí Kout y para cuyo papel principal se cuenta con una soprano muy en alza, la norteamericana Sondra Radvanovsky. Muchas miradas estarán también puestas en la Salomé con la que arrancará en noviembre la escueta temporada del Maestranza de Sevilla. Supone el estreno de Pedro Halffter en el podio ya como superintendente de la casa y cuenta con el aval escénico de Willy Decker. Aparecen voces de prestigio como las de Nancy Gustafson (en la imagen) o René Kollo. De igual forma, merece valorarse el esfuerzo de Oviedo de enfrascarse en una nueva producción, aunque sea de la algo rancia Favorita de Donizetti. Verá la luz en enero, firmada por el joven Tomás Muñoz. Figuran buenas voces como las de Dolora Zajick, Josep Bros y Stephano Palatchi. Ese mismo mes llegará al Liceo una nueva producción de Wozzeck de indudable interés: el siempre polémico Calixto Bieito asume la escena y, como contrapeso, el director musical de la casa, Sebastian Weigle. C. F.