Demian Salomón  en 'Cuando acecha  la maldad'

Demian Salomón en 'Cuando acecha la maldad'

Cine

'Cuando acecha la maldad': Demián Rugna se convierte en la gran esperanza del terror con un filme diabólico

El cineasta argentino conquistó el premio a la mejor película en Sitges con un filme que festeja, con aire polanskiano, el nacimiento de la Bestia.

19 enero, 2024 01:22

Sería fácil seguir el ilustre ejemplo de Siegfried Kracauer, autor del seminal estudio De Caligari a Hitler (Paidós Ibérica, 1947), y ver en la nueva ola del cine de terror argentino y en esta espléndida muestra del mismo, Cuando acecha la maldad, el reflejo distorsionado, pero no por ello menos obvio, de la caótica situación sociopolítica en la que vive instalada Argentina desde hace décadas, que culmina ahora con la toma de poder de Javier Milei.

Viene siendo costumbre inveterada asociar el éxito y abundancia del género de horror en las pantallas, cada cierto tiempo, con épocas de crisis profundas: el crack del 29, la Guerra Fría, la revolución del 68 (y su corolario: Vietnam, Watergate, Manson...) o la “caída de las torres” del 11-S. Sucesos globales que vieron cómo a su alrededor los títulos de terror invadían los cines y la cultura popular con imágenes deformadas, grotescas pero en cierta medida reconocibles, que remiten o parecen remitir a estos acontecimientos y su impacto colectivo. Ciertamente, algo de eso hay, pero… ¿Cuándo no vivimos tiempos de crisis?

Cuando acecha la maldad confirma a su director, Demián Rugna, como la gran esperanza del cine de terror actual. De un cine de horror entendido como Apocalipsis en el sentido original del término: revelación. Pero como ocurre con las mejores obras del género, no se trata de la mera revelación de una crisis puntual, local o mundial, sino la revelación de una mucho más profunda: la crisis de la propia condición humana. “¿Quién conoce la maldad que acecha en el corazón de los hombres?”, rezaba el lema del oscuro justiciero pulp La Sombra. Demián Rugna, sabe.

Sabe que gran parte del cine de terror del siglo XXI se encuentra atrapado en la paradoja irresoluble de intentar respetar las reglas del nuevo pensamiento políticamente correcto, inclusivo y, si se quiere, woke, y seguir al tiempo dando miedo. Una contradicción en términos que convierte muchas de las películas del género actuales en mero pretexto para la lección didáctica, donde el terror, la fantasía, el suspense y la violencia se diluyen en una homilética moralista y moralizante.

¿Mensaje progresista?

No es que antes no pasara, pero quizá nunca con tanta frecuencia y falso pudor. Por otro lado, todo aficionado honesto al terror sabe que es mucho más difícil (aunque no imposible) dar miedo manteniendo una postura y mensaje progresista, liberal y humanista que lo contrario. Al respecto, solo una palabra más: Lovecraft.

No sé si por la mente de Demián Rugna cruzó en algún momento metáfora o parábola alguna sobre la crisis sistémica y transversal en la que se encuentra su país. Pero sí creo saber que por ella cruzaron el Sam Raimi de Posesión infernal (1981), el Romero de La noche de los muertos vivientes (1968), el Friedkin de El exorcista (1973) y por supuesto Carpenter, Hooper, Craven y Barker. Con un rojo brochazo italiano de Argento y Fulci. Pero a todos estos nombres clave del terror moderno y posmoderno, se suma también su singular carga genética (o memética).

Rugna festeja el nacimiento de un tierno anticristo bañado en sangre, alumbrado por el egoísmo del ser humano

Como en el caso literario de Mariana Enríquez, Rugna lleva impresa la huella de su herencia. Cuando acecha la maldad, a su ruido, furia y ritmo sangriento, hiperviolento y descarnado, de splatterpunk desatado, añade el sesgo costumbrista, cotidiano, paranoico y Sur-realista (así, con guion) del Informe para ciegos de Sabato, El diario de la guerra del cerdo de Bioy Casares o La autopista del sur de Cortázar. De esta explosiva exploración de los territorios más distintos y distantes, pero al fin concomitantes, del horror, surge su feroz impacto.

En el filme, Rugna mata niños, animales domésticos, ancianas y mascotas sin que le tiemble el pulso. Sus héroes no son tales, ni siquiera son antihéroes crepusculares o paródicos: son seres humanos tan torpes y falibles como lo seríamos la mayoría enfrentados al apocalipsis.

Inventa una nueva mitología, con sus reglas y regulaciones, de un plumazo. Dirige con una energía y contundencia envidiables. Mantiene el suspense hasta el último instante, a golpe de hacha o lo que tenga a mano. Todo, para trazar el fresco de un universo diabólico donde, a diferencia del tan a menudo falaz final consolador de un King o del terror spielbergizado, no hay lugar para la esperanza.

Con rasgos gnósticos y luciferinos, Cuando acecha la maldad retrata un infierno sobre la tierra donde el hecho de que el diablo exista no presupone la existencia de Dios ni de sus ángeles. Demián Rugna, como hiciera también en Aterrados (2017), jubila de un plumazo a los Warren y sus secuaces, mientras festeja, con aire polanskiano, el nacimiento de la Bestia: un tierno Anticristo bañado en sangre, alumbrado por Uriel y por la torpeza y egoísmo del fracasado ser humano. Es el Año Cero, que celebrara la canción de la nostálgica banda sueca de metal Ghost.

Una imagen de 'Cuando acecha la maldad'

Una imagen de 'Cuando acecha la maldad'

El cine de horror argentino, con Rugna a la cabeza, seguido de nombres como los de Fabián Forte, Gonzalo Calzada, Marcelo Schapces o los hermanos Onetti, está empezando a vivir su momento, como lo vivieran el J-horror nipón, el terror Filmax español o el cine de la crueldad extrema francés en los primeros 2000.

Ojalá dure mucho más que el gobierno de Milei, porque buena falta nos hace este terror sin complejos ni prejuicios, más allá y más acá de crisis sociales o políticas.

Cuando acecha la maldad

Dirección y guion: Demián Rugna.

Intérpretes: Ezequiel Rodríguez, Demian Salomón, Silvina Sabater, Luis Ziembrowski, Federico Liss.

Año: 2023

Estreno: 19 de enero 2024