Ralph Fiennes y Anya Taylor-Joy en un momento de 'El menú', de Mark Mylod

Ralph Fiennes y Anya Taylor-Joy en un momento de 'El menú', de Mark Mylod

Cine

Mark Mylod estrena 'El Menú', una sátira de la alta cocina inspirada en Ferran Adriá y los nuevos ricos

Productor y director de la serie 'Succession' presenta una mezcla de comedia y 'thriller' protagonizada por un excéntrico chef

2 diciembre, 2022 01:49

Una pareja, Margot (Anya Taylor-Joy) y Tyler (Nicholas Hoult), llega a una isla para disfrutar de una cena en uno de los restaurantes de alta cocina más prestigiosos del mundo, Hawthorn, donde el excéntrico chef Slowik (Ralph Fiennes) ha preparado un menú especial para los invitados. Entre ellos encontramos a tres nuevos ricos del mundo tecnológico, un actor en decadencia, una reputada crítica culinaria y una pareja mayor que comen habitualmente allí. Pronto la tensión empieza a crecer, a medida que algunos secretos de los comensales se revelan y los inesperados platos se sirven.

Poco más debe ser revelado de El menú, el nuevo filme de Mark Mylod, responsable de películas Un golpe de suerte (2005) o Dime con cuántos (2011), pero más conocido por su trabajo en la dirección de capítulos de series de la HBO como Juego de tronos o Succession. El creador de esta última, Adam McKay, director a su vez de películas como El vicio del poder (2018) o No mires arriba (2021), produce esta mezcla de sátira y thriller sobre la alta cocina que arremete contra la vanidad de los más ricos. Hablamos con Mylod sobre su nuevo filme.

Pregunta. ¿Cómo llegó el guion de El menú a sus manos?

Respuesta. En la segunda temporada de Succession, serie de la que soy productor, Will Tracy se incorporó al equipo de guionistas. Él escribió el quinto episodio, Tern Heaven, y yo lo dirigí, y la verdad es que disfrutamos mucho trabajando juntos. Su escritura me resultó exquisita, tiene una voz satírica muy depurada. El episodio fue, además, muy bien recibido y, cómo transcurría durante una cena, resultó ser una especie de ensayo para El menú. Aunque no fue hasta un tiempo después que me mandó el guion de la película para que le diera mi opinión. Lo leí y me encantó.

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P. ¿Qué fue lo que le atrajo en un primer momento?

R. Lo primero que me sedujo fue el viaje cinematográfico que plantea, tremendamente divertido. Además, el mundo que crea es muy rico y la caracterización de los personajes, muy potente. También me atrajo el conflicto central entre el chef Slowik y Margo, esa invitada de último minuto que no quiere estar ahí, creo que es el corazón del filme. La conexión que se establece entre ellos es magnética. Por último, no me pude resistir a ese triángulo de tonos tan específico, entre la sátira, la comedia y el thriller. Trasladarlo a la pantalla fue, sin duda, el mayor reto.

P. ¿Realizó su propia investigación sobre el mundo de la alta cocina?

R. Sí, pero no pudo ser una investigación de campo por culpa del Covid. Sin embargo, tenía cierta experiencia al respecto del tiempo en el que estuve trabajando en Juego de tronos, aunque no soy un foodie ni nada de eso. Sí lo son David (Benioff) y Dan (B. Weiss), los showrunners de la serie que adapta los libros de George R. R. Martin, y ellos me llevaron a restaurantes increíbles cuando rodamos en Europa, algunos españoles. Aunque tanto la compañía como la comida eran fantásticas, siempre tuve la misma sensación que tiene en el filme Margo. Siempre me sentí incómodo, fuera de lugar. Por eso, mi puerta de entrada emocional a la película fue este personaje. Sigo siendo un hombre de fish and chips, aunque ahora tengo muchísimo respeto por el agotador compromiso con la excelencia que tiene esta industria. Es un trabajo épico: nunca paran, tienen que seguir evolucionando.

P. ¿Qué otro tipo de influencias tuvo para la puesta en escena?

R. La serie Chef Table me ayudó mucho a meterme en la cabeza de estos chefs, y a entender sus mundos y sus experiencias. Y también me informé sobre el trabajo de grandes maestros como Ferrán Adriá, de El Bulli, o René Redzepi, de Noma. Tomamos algo de cada uno de estos mundos para crear la base artística del chef Slowik, y nos salió un ser bastante psicótico. Es un mundo muy interesante en el que sumergirse.

P. ¿Tuvo ayuda a la hora de crear el menú que sirve el chef Slowik en la película?

R. Sí, pronto nos dimos cuenta de que íbamos a necesitar profesionales que conocieran y amaran el mundo de la cocina mucho más que yo. Así que le mandé el guion a la chef francesa Dominique Crenn, la única mujer con un restaurante de tres estrellas Michelín en Estados Unidos, en San Francisco para ser más exactos. A ella le encantó el proyecto desde el principio, vio el punto de vista satírico y entendió lo que queríamos hacer con Slowik, y se subió al carro para diseñar y ejecutar el menú del filme. Para ello, montó un campo de entrenamiento cerca del set y trabajó con nuestros cocineros para que todo resultara auténtico en pantalla. Además, también reclutamos a David Galb, director de Chef Table, para que nos ayudara a alcanzar ese nivel de preciosismo y poesía que tiene la fotografía de la serie a la hora de plasmar visualmente los platos. Es algo que solo él sabe hacer.

Mark Mylod en el estreno del filme en Nueva York. Foto: Todd Williamson/JanuaryImages

Mark Mylod en el estreno del filme en Nueva York. Foto: Todd Williamson/JanuaryImages

P. Ha comentado que su enfoque para la película está influido por Gosford Park, de Robert Altman. ¿En qué sentido?

R. Soy un gran fan de Altman. Lo que me emociona de Gosford Park es lo vivo que parece todo. No siento que sea un drama de época, a pesar de que está ambientada en el pasado, la sensación que me produce es la de estar ante algo contemporáneo. He trabajado con dos de los actores del filme, Charles Dance y Michel Gambon, y me estuvieron hablando de cómo rodaron y me di cuenta de que era exactamente lo que quería hacer, aunque hasta ese momento no sabía cómo. En Gosford Park todos los actores están en el set al mismo tiempo y todos tienen un micrófono y hablan los unos con los otros. Es un enfoque muy realista, pero difícil de llevar a cabo por cuestiones técnicas de sonido. Pero Altman encontró la manera para que funcionara y el resultado me fascina, es una inmersión completa en ese espacio. Yo traté de hacer algo similar, y por eso no cortaba al final de las escenas, dejaba hablando a los actores para ver qué salía. Es como el free jazz, nunca les pedí que hicieran lo mismo dos veces, y tampoco lo esperaba. De esta manera, ellos podían también explorar más a los personajes y la conexión que se produce entre unos y otros es especial.

P. La película también trae a la mente El ángel exterminador, de Luis Buñuel. ¿Le influyó de alguna manera?

R. Sí, totalmente. La vi hace mucho tiempo y me encanto. En cuanto leí el guion de El menú corrí a verla de nuevo. Lo que he tomado específicamente de ella es el tema de la culpabilidad de los comensales. Todos, a excepción de Margo, llegan al viaje que propone el chef Slowik con sus egos brillando y esa sensación de ser especiales, pero no les queda otra que dejar la vanidad a un lado. Es un arco interesante para todos los personajes.

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P. ¿Por qué se decidieron por Ralph Fiennes para el papel del chef Slowik?

R. Siempre lo tuvimos en la cabeza, desde el primer momento. Y cuando hablé con él, enseguida coincidimos en el enfoque del personaje. No queríamos que interpretara a un villano psicótico, sino a un artista que sufre y que está tratando de escapar del dolor que se autoimpone, de su ego, de su relación con sus financieros y de todas las malas decisiones adoptadas. Y Ralph no solo es capaz de hacer eso, sino que también es capaz de imprimir fuerza y tristeza al chef Slowik y, además, ser tremendamente divertido.

Anya Taylor-Joy es Margo en el filme

Anya Taylor-Joy es Margo en el filme

P. ¿Cómo ha sido trabajar con él?

R. Trabajar con él ha sido una gozada. Por supuesto, estoy obligado a decirlo, pero resulta que es verdad. Su preparación fue tan minuciosa, que en el set estaba tan liberado que podías lanzarle cualquier idea y nunca tomaba una mala decisión. Comprende completamente al personaje y su mundo, y eso le hace libre. Es todo un espectáculo verle trabajar y, por eso, no podía para de proponerle cosas. Además, Ralph pasó varios días hablando con Dominique Crenn sobre su filosofía como chef y como artista y creo que eso le ayudó mucho. Pero trabajar con todo el reparto ha sido genial.

P. La película de alguna manera incide en la idiotez de los millonarios, algo que conecta con Succession y con otras obras de la factoría Adam McKay. ¿Por qué es importante revelar esta cara de las clases altas?

R. Me fascina ver cómo los ricos toman decisiones equivocadas, por privilegio o por ego. Me atrae encontrar las vulnerabilidades de este tipo de personas. Por eso me gusta trabajar en Succession, porque puedes indagar en estos ricos, cavar profundo y ver cómo son realmente. No es necesario perdonarle, pero conviene tener en cuenta el contexto a la hora de desnudar la vanidad y la pretenciosidad que les caracteriza y encontrar al humano que esconden.