Una imagen de 'El leopardo de las nieves'

Una imagen de 'El leopardo de las nieves'

Cine

'El leopardo de las nieves': dos hombres y un leopardo

El premiado fotógrafo Vincent Munier y el escritor Sylvain Thesson recorren el Tíbet en busca de un enigmático felino. Un hermoso filme sobre la capacidad sanadora de la conexión con la naturaleza que ha convocado a más de seiscientos mil espectadores en Francia

24 junio, 2022 02:31

El leopardo de las nieves es un animal escurridizo. Habita en las montañas de Asia Central en altitudes superiores a los 6000 metros. Como una estrella de los años 50, apenas se deja ver y permanece como un misterio con un halo mítico para los amantes de la naturaleza. Aunque no lo parezca, en el mundo también pasan cosas buenas y actualmente quedan 953, muchos más de los que había hace unos años gracias al esfuerzo de conservación. Es un animal enorme de una gran belleza, más que un tigre parece un gato gigante, que puede tener una longitud de 150 cm y le distingue un aspecto melancólico, como de sabiduría milenaria.

Vincent Munier, codirector del filme, es el único fotógrafo que ha recibido tres veces el Wildlife Photographer que otorga el Museo de Historia Natural de Londres y la BBC. Junto a él, Marie Amiguet, también especializada en el mundo salvaje, como atestigua su premiado documental El valle de los lobos (Jean-Michel Bertrand, 2016), en el que ejerce como directora de fotografía. Munier además protagoniza el filme junto a Sylvain Thesson, escritor y viajero, autor de muchos libros sobre las estepas rusas como La vida simple (Alfaguara), en el que narra su experiencia alejado del mundanal ruido en un lago de Siberia.

Frente a la paciencia infinita del más avezado Munier, la impaciencia del hombre de letras. Podría parecer que El leopardo de las nieves es la historia de una búsqueda, pero eso sería hurtar su significado profundo, que es el contrario. Lo importante aquí no es tanto la consecución del objetivo como, en la narrativa clásica occidental, aprender a disfrutar de lo que pasa hasta conseguirlo, aun incluso asumiendo que se puede fracasar. De lo que se trata, como reconoce el propio Thesson, es de aprender a esperar y observar, de entender que la magia de la vida es cada momento irrepetible y no solo su climax.

El leopardo, por supuesto, acaba apareciendo al final del viaje, como si cumpliera el guión a rajatabla. Criatura con aspectos mitológicos, Thesson ha dicho sobre él: “El leopardo es en este contexto una pantalla en blanco, una nada. Es lo que proyectas en él, tus recuerdos, tu fantasía, tu tristeza. Un caleidoscopio, una metáfora. Cuando lo vi por primera vez me acordé de un amor perdido y de mi madre desaparecida”. En algunas ocasiones, las reflexiones místicas de ambos hombres alcanzan halo poético, en otras bordean el cliché sobre los males de la vida moderna y la necesidad de la conexión con la naturaleza.

Cuando Thesson y Munier se ponen densos, queda la belleza de un paisaje inhóspito y escarpado que se presta de manera efectiva a la leyenda. La magnífica banda sonora, compuesta por Nick Cave y Warren Ellis, sin duda ayuda a que esa aparición final del felino adquiere un tono espectral y casi milagroso. El leopardo de las nieves es una hermosa película.