Fotograma del videojuego 'Clair Obscur: Expedition 33'.

Fotograma del videojuego 'Clair Obscur: Expedition 33'.

Homo Ludens Lo mejor de 2025

Los mejores videojuegos de 2025

A pesar de todos los movimientos tectónicos que continúan agitando la industria, este año se ha terminado configurando una añada para enmarcar.

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Los últimos días del año son siempre una época propicia para hacer balance. Sin duda, este ha sido otro año tumultuoso para la industria.

Después de la enorme resaca que padecimos tras la adquisición por parte de Microsoft de Activision Blizzard, de nuevo hemos presenciado las acometidas del capital por hacerse con los principales actores del sector.

Desde que anunciaron sus intenciones, los saudíes han estado muy callados sobre sus planes para hacerse con Electronic Arts. La contienda entre Netflix y Paramount por Warner Bros. se anticipa más fragorosa, pero lo más probable es que se terminen cerrando ambas operaciones sin mayores incidentes.

Si a esto le sumamos la irrupción de la inteligencia artificial en el desarrollo, lo más probable es que la industria de finales de esta década sea muy diferente a la que tenemos ahora. Para bien o para mal, este es el final de una época.

Mientras tanto, disfrutamos de un alud de títulos. Como siempre, prefacio este tipo de artículos con una disculpa pública. Hay muchísimos juegos que no he podido completar, algunos muy celebrados.

Las ausencias de títulos tan destacados como Hollow Knight: Silksong o Hades II no se deben a que no hayan pasado mi personalísimo filtro interno, sino porque apenas los he podido catar.

La realidad es que salieron en un mes especialmente aturullado de lanzamientos. Exigían unas inversiones tan onerosas que me fue imposible dedicarles el tiempo que merecían.

Hablando de tiempo. Para saciar mi propia curiosidad personal, he calculado el que he invertido en los diez juegos de esta lista. El resultado es tan redondo como abultado. Nada más y nada menos que 500 horas a lo largo de los últimos 12 meses.

Es cierto que para los propósitos de los artículos que escribo en este espacio no eran necesarios estos números, pero si por algo se caracterizan estos títulos es precisamente por haberme encandilado de manera prodigiosa.

Hasta el punto de que me resistía a abandonarlos cuando los rigores del calendario me lo demandaban. Una colección de experiencias sobresalientes.

1. Clair Obscur: Expedition 33

La existencia misma de este videojuego es un milagro. Hace un año, nadie podría haber previsto que unos franceses, tan jóvenes como inexpertos y desconocidos, se iban a hacer con todos los premios habidos y por haber.

Todos los elogios que han cosechado desde su estreno en abril demuestran que éramos legión los que llevábamos décadas esperando un juego como este.

Un juego que supiera canalizar la emoción descarnada de los Final Fantasy durante su época dorada al mismo tiempo que abordara un tratamiento de personajes mucho más adulto y novelesco, manteniendo a raya los excesos anime que asolan los RPG japoneses.

Unos actores de relumbrón, un combate por turnos inspiradísimo y un virtuosismo audiovisual arrollador terminan de rematar un debut de matrícula de honor. En última instancia, Clair Obscur: Expedition 33 es la razón por la que sigue mereciendo la pena jugar a videojuegos.

2. Kingdom Come Deliverance II

En cualquier otro año, esta joya del estudio checo Warhorse se habría coronado como mi juego más destacado. Un simulador medieval extremadamente realista que parece enorgullecerse de poner todas las barreras a la entrada imaginables, como si se tratara de una novela de David Foster Wallace.

Es una oda al gigantismo narrativo, con un relato fascinante de alianzas políticas, conspiraciones y asedios medievales. Las aventuras de Henry de Skallitz y Sir Hans Capon perdurarán en mi memoria durante décadas.

3. Wuchang: Fallen Feathers

El juego chino del año es un soulslike extremadamente sólido que se ha visto ensombrecido por la histeria nacionalista del país asiático, que obligó a los desarrolladores a efectuar una serie de cambios en la historia para no ser denunciados por falta de valores patrióticos.

A pesar de todo, es una delicia de diseño de niveles, con unos parajes asombrosos y una historia que profundiza en el folclore más terrorífico de la dinastía Ming.

4. Death Stranding 2: On the Beach

La nueva obra de Hideo Kojima se ha hecho demasiado de rogar por culpa de la pandemia primero y las huelgas de los actores después, pero el creativo nipón ha perseverado contra viento y marea y nos ha deparado una peregrinación por Australia que elimina casi toda la fricción de la primera parte para hacer una experiencia más amigable.

Brillante en lo formal, el impacto esta vez queda un tanto reducido por la pérdida de novedad. Aunque la historia no es tan redonda esta vez, el final consigue todavía provocarnos un torrente lagrimal de los que no abundan en el medio.

5. Ghost of Yotei

Si de algo adolecen los videojuegos a estas alturas es precisamente de un exceso de historias de venganza. Sin embargo, cuando se presenta una de este calibre, solo queda congratularse.

El periplo de Atsu por el Hokkaido del incipiente shogunato Tokugawa reúne las mejores virtudes de los grandes wéstern cinematográficos.

Una paleta de colores vibrante y una enorme libertad para acometer los diferentes objetivos subrayan una narrativa capaz de subvertir los tropos de una premisa que, en otras manos, habría quedado reducida a una mera colección de clichés.

6. Cronos: The New Dawn

El horror de tintes soviéticos que los polacos Bloober Team han desplegado aquí es sencillamente arrebatador. Mucho más Resident Evil que Silent Hill, el juego no destaca precisamente por su originalidad, pero sí lo hace por el buen oficio de sus creadores.

El movimiento es lento y pesado, la munición escasa y los enemigos grotescos. Se ha escrito mucho sobre una supuesta dificultad excesiva, pero después de superarlo dos veces, he de decir que los alquimistas de Bloober saben de sobra lo que cocinan. Mecánicamente perfecto.

7. The Outer Worlds 2

Más y mejor. La secuela de la sátira corporativista de Obsidian ha ampliado el foco para incluir un universo mucho más detallado, con personajes mejor construidos y un hilo narrativo que va mucho más allá del chiste facilón para presentar un ecosistema político más relevante.

Adopta muchos préstamos de los simuladores inmersivos para diseñar unos niveles densos, repletos de posibilidades y oportunidades de interacción según los parámetros de nuestro personaje. Un espaldarazo para nutrir de confianza al estudio justo cuando más lo necesitaba.

8. Split Fiction

La nueva narración a pantalla partida de Josef Fares cuenta con una de las mejores premisas imaginables. Dos autoras, una de fantasía y otra de ciencia ficción, acuden a una cita con su editor para vender sus historias.

Sin embargo, lo que se encuentran ahí es una simulación informática que busca despojarlas de sus creaciones para mercadear con ellas sin tener que abonar los derechos de autor.

Lo que sigue es una aventura de alto riesgo mientras saltan entre géneros literarios y se enfrentan a sus propias inseguridades personales. Perfecto para jugar en pareja o en familia.

9. The Drifter

Esta aventura gráfica en pixel art me pilló completamente desprevenido. Sus artífices australianos sorprendieron a propios y extraños con una nueva interpretación, más literaria si cabe, de tan vetusto género.

La odisea de un vagabundo por el laberinto de sus traumas sin resolver supone uno de los mejores thrillers psicológicos del año y un testamento al poder cautivador de una forma que se resiste a morir a pesar del empeño indolente de sus detractores.

10. Elden Ring: Nightreign

El experimento multijugador de From Software parecía a priori un cínico intento por cabalgar a rebufo del éxito preternatural de Fortnite, pero una vez me adentré en Limveld con una colección de extraños compañeros de viaje, descubrí una dimensión más profunda y a la vez complementaria al juego inmortal de Hidetaka Miyazaki.

Una fórmula reducida a su esencia videolúdica más pura para poner a prueba nuestras habilidades en partidas de 40 minutos disputadas a un ritmo frenético. Nunca la cooperación resultó más atractiva.