Image: Arte español orientado

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Exposiciones

Arte español orientado

El principio Asia. China, Japón e India y el arte contemporáneo en España (1957-2017)

30 marzo, 2018 02:00

José María Yturralde: Vesper, serie Enso, 2016.

Fundación Juan March. Castelló, 77. Madrid. Hasta el 24 de junio

Además de ser una gran exposición, El principio Asia es también dos exposiciones más pequeñas: un surtido exquisito de arte oriental, con piezas muy interesantes, la mayoría de colecciones españolas, y una consistente exposición de arte español con influencia oriental desde mediados del siglo XX hasta hoy. Esto último constituye el objetivo de la muestra, rastrear esa influencia en su triple vertiente: el influjo de China, de Japón y de India entre 1957 y 2017.

Aunque hay algunos estudios sobre este particular, "sorprendentemente" dicen quienes han impulsado el proyecto -como si no conocieran este país-, no se había celebrado nunca antes una exposición que tratara de mostrarlo. Y de demostrarlo. Porque, a priori, aunque a poca imaginación que tengas se te ocurre que influencia de Oriente en al arte español ha tenido que haber, lo cierto es que no somos conscientes de su intensidad en ciertos momentos, ni de su amplitud en otros.

Los más de sesenta artistas presentes nos permitirán comprobarlo de forma incontestable. He utilizado antes el término proyecto porque la exposición se completa con una serie de mini-documentales de artistas de la muestra, que junto con amplias biografías y bibliografías están disponibles en la página web de la Fundación. Hay también un programa de conferencias y conciertos. En fin, se trata no sólo de una experiencia estética, sino de una invitación a entender mejor el arte español reciente.

Aun con sus particularidades, la recepción del arte oriental en nuestro país tiene que enmarcarse en lo que ha sido su recepción en occidente. Los momentos inaugurales en la Edad Moderna se remontan, en cultura y filosofía, a Schopenhauer leyendo en el siglo XIX con devoción los Upanishads, los libros sagrados de la India. En cuanto al arte en general, fue decisiva la apertura de fronteras de Japón, 1854, a instancias de las cañoneras del almirante Perry. Este es, en último caso, el origen de la conocida influencia de la estampa japonesa en el impresionismo y sus prolongaciones.

No somos conscientes de la intensidad en ciertos momentos, ni de la amplitud de la influencia de Oriente en el arte español

En el siglo XX el contacto con Asia se amplía notablemente a partir de 1945. La Guerra del Pacífico dio lugar a que artistas norteamericanos y europeos vivieran como soldados en distintos lugares de Asia. Poco después, la fascinación por la filosofía budista y taoísta se convirtió en una moda (primero en Europa y luego en EE.UU.). Las enseñanzas de D. T. Suzuki, maestro de meditación y profesor de filosofía en universidades de ambos lados del Atlántico desde comienzos de los cincuenta fueron decisivas para ello. En lo que se refiere a India, escritores, fotógrafos y pintores británicos forjaron una imagen que circuló ampliamente durante el tiempo en que formó parte de su Imperio (1858 - 1947). Con posterioridad, fue convertida en el destino de un viaje iniciático de sucesivas generaciones de artistas desde que en 1968 viajaran los Beatles, para realizar un retiro de meditación con Ramana Maharishi.

Gustavo Torner:Simulacro XX, 1996.

En esta muestra podemos encontrar básicamente dos momentos diferentes de germinación de lo oriental en el arte español. El primero sucede en el París de los cincuenta, que acoge en oleadas sucesivas a Guerrero, Chillida, Palazuelo y Sempere. Y luego a Ráfols, Tàpies, Saura y casi todos los miembros de El Paso. Y de hecho la influencia del arte japonés y la filosofía budista es intensa en las distintas variantes de la abstracción y el informalismo españoles. Pero no sólo en ellos. La geometría de Yturralde y la indiferencia de Zaj beben, cada cual a su modo, de la estética y la filosofía taoísta.

El segundo momento corresponde a los nacidos en la década de los cuarenta, que acceden a Oriente de formas más variadas. Y a un Oriente diverso, donde no sólo está el trazo energético de la caligrafía chino-japonesa, sino el color y la proliferación de formas indias. Pero además, lo específico del caso español es la presencia de Fernando Zóbel. No es que se tratara de un artista de origen filipino sino de un apasionado por el arte oriental, que llegó a impartir clase de arte chino y japonés en la Universidad Ateneo de Manila (1956-1961). Su descubrimiento del arte español y la amistad que entabló con Gerardo Rueda y Luis Feito a mediados de la década de 1950 le decidieron a instalarse en España en 1958. A partir de entonces, su magnífica biblioteca y sus amplios conocimientos se convirtieron en la mejor embajada cultural de Asia.

La exposición está dividida en 10 secciones, las dos últimas dedicadas a atisbar las bibliotecas personales de algunos de los artistas y sus colecciones de objetos o útiles pictóricos de procedencia oriental. Es imposible dar cuenta cabal de las obras que componen el grueso de la muestra. A riesgo de olvidarme de algunas que me han gustado y dejando de lado los nombres ya mencionados, llamo la atención sobre los cuadros de Uslé, Sicilia y Broto, de Navarro Baldeweg, Alfonso Albacete y Juan Carlos Savater; sobre los cuadernos de Marta Cárdenas y Fréderic Amat; los dibujos de José Manuel Ballester y Eva Lootz. También sobre las obras devocionales o irónicas de J. C. Savater, Manolo Quejido y Pamen Pereira; las fotografías de Cristina García Rodero, Chema Madoz y Alberto García Alix; la avasalladora vasija de Barceló, los voladizos papeles de Noni Lazaga… Creo que vale la pena volver otra vez.