Image: Pamen Pereira

Image: Pamen Pereira

Arte

Pamen Pereira

“Sólo soy una herramienta de mis obras”

20 marzo, 2003 01:00

Pamen Pereira. Foto: Benito Pajares

Pamen Pereira llega a Madrid con Un sólo sabor, la exposición que presenta en la galería María Martín después de haber mostrado en Valencia y Galicia sus dos primeras entregas. Ante su cuarta individual madrileña, la artista habla con El Cultural de la importancia de la naturaleza, de la tierra y de la poesía en sus obras.

Gallega de nacimiento, aunque valenciana de adopción, Pamen Pereira (Ferrol, 1963) deja claro desde el principio su vínculo con la tierra. Su estudio, en contacto directo con la naturaleza, se abre al visitante como un escaparate del bosque.

-¿Qué clase de diálogo establece con la naturaleza?
-El científico trabaja con la materia de la cual se compone la tierra, el artista además trabaja con las emociones. Es importante saber que en ambos casos se trabaja con fuerzas y leyes de origen trascendente basadas en realidades previas de la naturaleza. La percepción personal de la tierra es una fuente de conocimiento, no sólo en un sentido físico, sino también en un sentido interno, espiritual, que escapa a toda explicación intelectual.

La madre naturaleza
-Y esta relación ha ido evolucionando con usted...
-Sí, el diálogo ha ido cambiando de enfoque y evolucionando al mismo tiempo que mi vida. Al principio, a finales de los 80, la contemplación de la naturaleza se centraba en el reino vegetal como medio de conocimiento de la manera más primaria de existir y, analógicamente, a través de este comportamiento vegetal descubría la parte más primaria de la esencia humana.

-Pero también ha hablado alguna vez de la parte "más dura" de esa contemplación.
-En la naturaleza, la esencia en sí y "la voluntad de existir", de la que hablan Schopenhauer y otros filósofos, coinciden y pueden convivir sin error. En esa etapa aparece ante mí un duro y desmesurado escenario donde se nos impone la tierra como madre y cómo féretro, como casa-palacio, templo, y tumba, como símbolo de esa voluntad de existir a la que es difícil escapar. Desde entonces el discurso ha evolucionado hacia una contemplación de esta voluntad desde el interior, un mirar hacia dentro que no nace de una búsqueda estética, sino que plantea un reencuentro conmigo misma descubriendo esa parte de mí que me constituye pero no me pertenece. Conceptos como la fugacidad, el destino, lo intangible, el movimiento, aparecen en un intento de reconciliar la aparente contradicción vida-muerte; aparece el fuego como agente purificador, en un permanente cuestionamiento acerca de la realidad última de las cosas.

-¿Cuál es su relación con los materiales? ¿Cómo los elige?
-Los materiales son elegidos desde una perspectiva "casera" porque es lo que tengo a mano, objetos humildes y de uso cotidiano que definen espacios íntimos e interiores donde se destilan momentos vividos, pensamientos y reflexiones hechas con pan, grasa, arcilla, chocolate, siempre manteniendo la atención en el proceso que genera este binomio indisociable que es arte y vida. Todos estos objetos y materiales, sacados de imágenes de mi entorno, protagonizan ese permanente viaje al fondo de mí misma.

-¿De dónde proviene esa energía que irradian sus obras?
-Muebles, ropas, objetos humildes y materiales cotidianos son intervenidos por la acción para llegar de una manera directa al espectador. Las obras se impregnan de la energía de quien las realiza. Más aún, al trabajar con las emociones y con el mundo de los sentidos, la energía que tú pones se irradia luego desde dentro de la propia obra de una manera natural. Todo es huella de un proceso y de una identificación con él para una posterior desidentificación. En las piezas terminadas ya no estoy como entidad individual, está esa otra parte de mí de la que yo no soy más que una herramienta.

Alquimia emocional
-Sus exposiciones suelen realizarse por "etapas", como Gabinete de trabajo, muestra que ha ido completando desde 1999. ¿Cree que una exposición es algo incompleto?
-Es cierto que son "etapas" pero no porque estén incompletas sino porque cuando hablas de etapas no sólo estás hablando de un proyecto expositivo, detrás de todo ello hay también una evolución en constante movimiento, un proceso de alquimia emocional durante el cual se van concibiendo las piezas, cada una en su momento, lo cual implica una dedicación vital a cada una de ellas, independientemente del proyecto expositivo específico para cada lugar.

-Y la exposición que presenta ahora en la galería María Martín, ¿responde a este esquema?
-Así es. Un solo sabor contiene piezas que se han estado elaborando durante más de un año. Se presentó en la galería Trinta de Santiago de Compostela la primavera pasada, como un previo de lo que ni yo misma sabía que iba a suceder, y fue evolucionando a lo que "ocurrió" en La Gallera, en Valencia, en noviembre del año pasado. Ahora se expande hasta María Martín, observando cómo circula el flujo de energías en la sala para adaptar la obra al espacio.

-En alguna ocasión ha aludido al proceso creativo como a una experiencia vital. ¿Responde cada obra a un episodio de su vida?
-Sí, el proceso de creación es para mí como una pequeña iluminación o un estado alterado de conciencia en el que el mundo interior y el mundo exterior se comunican desde y durante la experiencia vital.

-Los contenidos simbólicos en sus obras son constantes desde los años 80, ¿de qué forma le influyó la meditación zen?
-En los 80 yo todavía no conocía bien la meditación zen aunque ya sentía atracción. La meditación te enseña a estar atento por dentro y por fuera, estimula y desarrolla la intuición y la conciencia de lo absoluto; Un solo sabor hace referencia a esto, todos los sabores están contenidos en "un solo sabor". Mi obra podría definirse como poética, puede que también simbolista, pero de una manera intuitiva.

-En sus obras se puede apreciar que ha pasado de "mirar hacia fuera" a "mirar hacia dentro", las piezas de interiores son ahora más frecuentes que las montañas. ¿A qué responde este cambio?
-Es cierto que todo ahora empieza a remitir al interior, pero la conciencia interior recibe los estímulos que se producen desde el mundo exterior y los traduce en una imagen del mundo tangible de manera material y espiritual. De esta forma las montañas también son una imagen "de interior".

-Ha comentado alguna vez la importancia del surrealismo en todo el arte posterior, ¿a qué artistas se siente más próxima?
-El surrealismo me parece fundamental. Creo que una gran parte del arte contemporáneo está impregnado de surrealismo, con él se abre una puerta importante para la experiencia artística. Yo me siento influida y marcada por infinidad de cosas. Siempre me he sentido muy afín a la corriente de arte povera, fue un descubrimiento importante para mí en aquel momento. Uno de mis favoritos es Kounellis, me gustan sus escenarios teatrales, también los espacios de Bourgeois. Otro artista que me emociona es Bill Viola.