Image: La luz solitaria de Eusebio Sempere

Image: La luz solitaria de Eusebio Sempere

Arte

La luz solitaria de Eusebio Sempere

El Museo Reina Sofía inaugura una retrospectiva de 164 obras que recorre todas las etapas de la trayectoria del artista

9 mayo, 2018 02:00

Eusebio Sempere

Eusebio Sempere (Onil, 923 - Alicante, 1985) se trasladó a París en 1948 y cuando vio por primera vez un cuadro de Mondrian se produjo un choque en él. "No era conocido entonces más que por sus amigos -dice Sempere-. Y ahí viene el drama. Recuerdo que pasé tres o cuatro años sin pintar nada". Estas son algunas de las palabras que se va a encontrar el espectador que visite la exposición retrospectiva de 164 obras que le dedica el Museo Reina Sofía al artista.

El pintor, escultor y artista gráfico investigó sobre la geometría y el movimiento creando obras poéticas basadas en el dominio de la línea, la luz y el color. Sus acuarelas, gouaches, relieves luminosos, pinturas móviles y collages se acercan a la abstracción geométrica y a las tendencias ópticas y cinéticas. Mientras los artistas de su entorno se vinculaban a diferentes corrientes y vanguardias Sempere se mantuvo firme en su estilo. De hecho, las pinturas de Sempere "remiten a la tradición clásica de la luz", detalla Manuel Borja-Villel, director del museo.

La muestra, que reúne trabajos realizados entre 1948 y 1981, se compone de piezas que "permiten una vista genérica y al mismo tiempo ofrecen un acercamiento al detalle y al trabajo minucioso de Sempere", explica Carmen Fernández, comisaria de la exposición junto a Belén Díaz. El recorrido arranca con unas acuarelas fechadas entre 1949 y 1951 que, cercanas a Kandinsky y Klee, supusieron una primera tentativa hacia el arte abstracto que derivó, más tarde, en obras de carácter más personal.

Sin título, 1953

En París conoció las vanguardias y a los artistas abstractos como Mondrian, cuya obra le fascinó tanto que "creía que no había nada después de él", recuerda Fernández. Su trabajo detallista y solitario, no obstante, le llevó a realizar figuras que bailan en el espacio y ese movimiento fue "una de las grandes aportaciones de Sempere". A lo largo de cuatro salas se exponen sus guoaches y experimentos que ya expuso en vida en París. El juego óptico y la tridimensionalidad se plasma en dos modalidades de obras: por un lado los dibujos sobre papel y, del otro, los relieves luminosos móviles.

En el primer grupo de obras Sempere recrea figuras geométricas realizadas por infinidad de líneas finas que, a veces, asemejan a hilos. En ocasiones son figuras ordenadas y completas, en otras, sin embargo, los círculos, cuadrados y triángulos bailan en la superficie del lienzo. El segundo conjunto, los relieves luminosos, lo realizó mediante planchas de madera, láminas de plásticos, bombillas y motores eléctricos que propician el encendido y apagado de la luz en intervalos determinados de tiempo. Estas piezas corresponden a su "periodo cinético en el que introduce en sus obras movimiento y luz con una geometría lírica y poética que escapa al cinetismo clásico".

Tras la década que vivió en París Sempere volvió a España en 1960, una época en la que prevalecía el informalismo. En ese ambiente el artista se adentró en una búsqueda que le llevó a concebir obras de mayor tamaño "en las que hay referencias figurativas al paisaje", explica la comisaria. Las formas geométricas no las abandonó pero estas, en ocasiones se alzan "más simples y en otras más compuestas, más complejas".

Vista de la exposición

Tan solo cuatro años más tarde el artista viajó a Estados Unidos, donde conoció a Josef Albers. Allí, "encontró el camino de su pintura madura", incide Fernández. Sempere siguió usando los mismos esquemas lineales pero introdujo nuevas capas en unas obras a las que llamó collages. Recortando de manera muy minuciosa la cartulina, no hay que olvidar que tenía un problema de visión en el ojo izquierdo, llegó a crear obras de tres capas en las que propició "la vibración de la luz". Esta misma concepción la trasladó a sus esculturas móviles con varillas de metal cromado que, a partir de 1965, empezó a colgar por su parte superior para incitar al espectador a moverlas para alterar la configuración gráfica y el efecto de la luz.

Esto derivó en obras tridimensionales creadas con "tubos metálicos y pinturas que configuran geometrías complejas donde las curvas transforman las piezas". Estas también se presentan colgadas de tal manera que el espectador pueda jugar con ellas antes de dar paso al proyecto que ideó para IBM junto al músico Cristóbal Halfter y el poeta Julio Campal.

La muestra la cierran dos vídeos extraídos de dos programas de televisión. En Formas y colores, emitido en 1984, se le ve trabajando en sus líneas como si de un dentista se tratara, mientras que en Trazos, el programa presentado por Paloma Chamorro Sempere aparece, junto a otros artistas, pintando un lienzo que serviría como decorado de la primera edición del concurso musical OTI.

@scamarzana