Exposiciones

Perico Pastor

17 abril, 2002 02:00

Elvira González. General Castaños, 9. Madrid. Hasta finales de abril

Una vez que el dibujo se ha disuelto en el gesto (imposible saber si tembloroso, intencionadamente parpadeante o simplemente sugestivo) de esa mano que blande un pincel untado de negro y se ha permitido al color contaminar con placidez definitiva el papel, las acuarelas del leridano Perico Pastor (1953) toman el camino sin retorno de una convulsión que, aunque todavía vitalista, da de lado a la dulzona definición de corte "matissiana" de anteriores obras. Ni marinas, ni vistas, ni desnudos, ni bodegones, son ya lo que eran: esforzados pero ligeros caligramas descriptivos que, al menos de primeras, evocaban cierta suavidad mediterránea. Abordadas mediante la simplificación figurativa y una paleta más leve de lo habitual, estas nuevas obras sobre papel (pegado a lienzo) que ahora pueden contemplarse, convierten a Pastor en un artista más "altamirano", más salvaje e intuitivo, cercano a la evocación china. De entre ellas cabe destacar a aquellas que más refuerzan el cambio habido: la libre Simple, las oscuras y algo barrocas Trapo I, Agua y Trapo II (tríptico conectado con la composición horizontal Carmín) o las "orientales" Cove y Suzhou.