Domestic Data Streamers: 'Data Violence', 2021. Foto: Ricardo Domingo

Domestic Data Streamers: 'Data Violence', 2021. Foto: Ricardo Domingo

Arte

Nos conectamos, luego somos: nuestros derechos digitales, a la palestra en la Fundación Telefónica

Hacernos reflexionar sobre nuestros derechos y deberes digitales es el leitmotiv de esta exposición donde, además, abundan piezas de importantes artistas digitales de todo el mundo.

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Nos conectamos, luego somos. Nuestra existencia se expande a través de los intrincados laberintos de internet y de sus dispositivos de diseño y deseo. La virtualidad se convierte en una dimensión más de nuestro mundo, pero ¿somos conscientes de las reglas que rigen este –en apariencia feliz– campo de juegos?

Hoy es un buen día para hablar de derechos digitales. Fundación Telefónica

Espacio Fundación Telefónica. Madrid. Comisarios: Domestic Data Streamers y Fundación Telefónica. Hasta el 3 de mayo

¿Ha pensado qué pasará con su cuenta de Instagram cuando muera? ¿Se la dejará en herencia a sus hijos o preferirá que sea eliminada? ¿Es consciente de todo lo que implica aceptar las cookies de una página web? ¿Sabe usted que tiene derechos digitales? ¿Y deberes?

Para hacernos reflexionar sobre este arduo, aunque apasionante, tema, la Fundación Telefónica, junto al colectivo artístico Domestic Data Streamers –un equipo multidisciplinar de más de treinta personas con sede en Barcelona–, ha producido una completísima exposición enmarcada dentro del Observatorio de Derechos Digitales del Gobierno de España.

Paolo Cirio: 'Obscurity', 2016. Foto: Ricardo Domingo

Paolo Cirio: 'Obscurity', 2016. Foto: Ricardo Domingo

La muestra está dividida en siete ámbitos del derecho digital: el derecho a la libertad de expresión y a recibir información veraz; el derecho a la privacidad; a la identidad digital; a la decisión humana; el derecho al olvido y a la herencia digital; al trabajo digno, y al acceso a internet.

Merece la pena acercarse hasta la planta cuarta de la Fundación para aprender y disfrutar de un montaje que combina lo divulgativo con la participación del público (votando a través de un QR y generando un manifiesto inspirado en un texto de Audrey Tang, The life of a digital democracy) y con una excepcional selección de artistas reconocidos a nivel internacional, como los hermanos Eva & Franco Mattes, anteriormente conocidos como 0100101110101101.org.

De la mano del sociólogo Neil Postman accedemos a la primera sala. Postman ya nos advirtió de que el exceso de información puede ser más peligroso que su ausencia. Comenzamos el recorrido con una pieza de datos: Present Shock III, de United Visual Artists (2025), cuyo sonido ha sido producido por Robert Del Naja, líder del grupo Massive Attack.

La instalación consiste en un panel de datos extraídos de internet: desde noticias en tiempo real hasta el número de pasajeros del metro de Madrid. Estos datos crecen y disminuyen como una maraña de largas cifras que devienen absurdas. Su observación es abrumadora y vertiginosa.

Vista de una de las salas. Foto: Ricardo Domingo

Vista de una de las salas. Foto: Ricardo Domingo

La exposición hace un encomiable trabajo humanizando lo abstracto y sus contradicciones. Por ejemplo: algunos de estos derechos son discordantes, como ocurre en la vida real: ¿qué pesa más, el derecho a expresarse libremente o el derecho al honor? ¿La libertad de inventar nuestra identidad detrás del retrato de un elfo o el derecho a saber quién se esconde detrás de un post ofensivo?

Aquí nos encontramos con la pieza de Domestic Data Streamers, Online Hate Speech (2020), en la que tres martillos golpean la pared cada vez que se publica en línea alguno de estos insultos: “Nigger” (negrata), “Faggot” (maricón) o “Whore” (puta). El primero se publica, en todo el mundo, cada 10 sg.; el segundo, cada 20; y el tercero, cada 30. Datos estremecedores.

¿Alguna vez ha besado a su pareja en un espacio público? Pues sepa que su derecho a la privacidad ha sido constantemente violado, ya que probablemente hayan sido grabados desde múltiples ángulos. The Follower, 2023-2025, de Dries Depoorter, parte de la geolocalización de fotografías subidas a la red por influencers en cualquier parte del mundo. Busca las cámaras de videovigilancia del lugar y opone las dos imágenes: la tomada por los protagonistas y la de los ojos públicos.

No es ninguna novedad que los algoritmos seleccionan los contenidos que nos enseñan según el prototipo social en el que nos hayan encajado. Nuestra identidad se convierte en una experiencia mediada por la IA que se nos escapa de las manos. De esto habla la pieza de Noemí Iglesias Barrios Dat-Astral (2024), que compara esos estereotipos con los signos del zodiaco. También destaca la de Roel Heremans, que trae a la palestra una cuestión que hasta ahora había sido cienciaficcional: las repercusiones de nuestra actividad cerebral conectada a la red. Su obra, The neurorights arcade (2022), nos hace pensar en un escalofriante futuro no tan lejano.

La identidad se convierte en una experiencia mediada por la IA que se nos escapa de las manos

La sala dedicada al derecho al olvido y la herencia digital es, sin duda, una de las más interesantes. No solo por la reflexión en torno a nuestro patrimonio (¿qué ocurre con nuestros datos y cuentas digitales una vez que muramos? ¿Y qué pasará con todos esos datos?), sino también por la importancia de visibilizar el derecho de personas que están presas o con deudas públicas a que se borre esa información de internet.

Synthetic Memories de Domestic Data Streamers, 2024, es uno de los trabajos más bellos y conmovedores de la exposición. Utiliza la IA generativa para recuperar recuerdos perdidos. A partir del testimonio oral de experiencias personales reconstruyen, de un modo sintético, esos recuerdos, fomentando, además, el uso ético de la tecnología.

Domestic Data Streamers: 'Online Hate Speech', 2020. Foto: Ricardo Domingo

Domestic Data Streamers: 'Online Hate Speech', 2020. Foto: Ricardo Domingo

Es especialmente conmovedor el recuerdo de Roser: Me acuerdo de cuando añoraba a mi padre. Su progenitor estuvo preso en La Modelo de Barcelona durante la Guerra Civil. Ella y su madre alquilaban un balcón que daba al patio de la cárcel para poder verlo durante una hora diaria. La imagen resultante, sintética, las recrea a ellas, de espaldas, sentadas en el balcón, mirando el patio.

Si tenemos en cuenta que un 75 % de la población mundial está conectada –es decir, más de 6.000 millones de personas–, es necesario prestar atención (en un momento en que la atención vale dinero y no precisamente para nuestro enriquecimiento) a las dinámicas, a veces perversas, de internet y al modo en que podemos detectarlas. Hoy es un buen día para hablar de derechos digitales es una exposición del presente y del futuro, de la que, con seguridad, saldrán con muchos más interrogantes de lo que imaginaban.