Álbum de estampas como modelos para el aprendizaje artístico, reunidas por Juan Clemente Brignardelli.

Álbum de estampas como modelos para el aprendizaje artístico, reunidas por Juan Clemente Brignardelli. Museo del Prado

Arte

¿Y si una pandemia hiciese desaparecer las imágenes de los cuadros?

El Museo del Prado presenta La era de las imágenes desaparecidas, que firma el gallego Brais Rodríguez, un fanzine sobre el valor de las imágenes y la desgracia de su desaparición.

5 enero, 2022 01:42

A la colección de cómics que viene publicando desde hace unos años el Museo del Prado se suma ahora su quinto título, La era de las imágenes desaparecidas, que firma el gallego Brais Rodríguez (Brion, La Coruña, 1980) con su sello Carne Líquida. Impreso a finales de 2019, no se había podido presentar hasta ahora por la pandemia. Sorprende, y mucho, lo profético de la historia que inventa su autor: un fenómeno extraordinario va borrando las imágenes de todas las pinturas y dibujos, viejos y nuevos, de "lugares muy diversos y sin hacer distinciones". Cunde la alarma, pero las pinturas quedan finalmente sin imágenes y terminan sumiendo en un letargo a la gente.

Hasta ahora las grandes exposiciones de El Bosco, Fortuny, Ribera y el mismo bicentenario del museo habían sido excusas para continuar en su línea de publicaciones de fanzines implicando a dibujantes como Max, Montesol, Altarriba y Keko, y Sento, respectivamente. En esta ocasión, sin embargo, se trata de un encargo a Rodríguez del Área de Conservación y Estampas del Museo que dirige José Manuel Matilla, animado por el anticuario Caylus, que acababa de vender al Prado el Álbum de estampas como modelos para el aprendizaje artístico reunidas por Juan Clemente Brignardelli.

Este álbum sirve de inspiración a Rodríguez. Reúne en 114 páginas 420 estampas, grabados a buril o aguafuertes, procedentes de distintas escuelas europeas. "Era habitual que los artistas donaran a los talleres y escuelas por los que habían pasado las estampas que utilizaban para copiar o que les servían de modelo. Por ello en este álbum facticio encontramos estampas que van del siglo XVI al XVIII y que están bastante deterioradas debido al uso diario que se les fue dando en la Escuela de Dibujo de Cádiz, de la que Brignardelli fue profesor a finales del siglo XVIII", explica José Manuel Matilla. Gracias a que Brignardelli decidió recogerlas en este álbum, se han preservado y también ha permitido documentar la actividad de los pintores y de los profesores de entonces.

Portada del fanzine.

Portada del fanzine. Museo del Prado

Justamente el deterioro de estas estampas es lo que llama la atención de Brais Rodríguez: "Las estampas estaban gastadas por el uso, rotas, deterioradas, y eso me llevó a la idea de preguntarme qué ocurriría si hubiera una enfermedad que hiciera desaparecer las imágenes en la sociedad". A partir de esta pregunta construye una distopía en dos direcciones: por un lado, la reacción social de miedo ante el extraño fenómeno que reafirma el poder iconoclasta y sus medidas de castigo a quienes las contradigan; por otro, la disidencia del protagonista, un artista que solo puede salvarse desde su posición crítica y recurriendo a su memoria para reconstruir las imágenes.

Rodríguez se ve más como escritor que dibujante: "He tenido que crear un relato paralelo al trabajo de la viñetas. Y respecto a la técnica empleada, he utilizado el collage, he manipulado digitalmente algunas estampas del álbum, pero también otros grabados antiguos. Luego he tenido que buscar elementos que le dieran homogeneidad". El aspecto es el de un cómic en blanco y negro, que respeta el aspecto antiguo de las estampas, algunas tienen un estilo vintage, pero unas y otras están sabiamente seleccionadas para guardar una continuidad iconográfica del relato, y donde el fenómeno extraño -la intervención o manipulado- se manifiesta con manchas negras que aparecen en rostros hasta oscurecer las viñetas progresivamente.

Sin pretenderlo, el cómic es casi una alegoría de nuestro tiempo, que hoy leemos así por la situación en la que vivimos, sin pensar quizá en el contexto tan diferente en que fue elaborado. Matilla está feliz con el resultado: "Considero que el estilo de Brais era perfecto para lo que perseguíamos. Era un proyecto complejo, con una historia difícil de contar, que él ha resuelto magníficamente".

Por su parte el autor, que ha publicado también otros fanzines bajo su sello Carne Líquida (La mano del diablo, Still Life, Reptil…), encuentra en este formato una gran libertad creativa: "Quizá no llega a tanta gente como una publicación de una editorial, pero me gusta del fanzine que mi trabajo artístico y creativo no acaba cuando termino de dibujar y escribir la historia, sino que continúa en el proceso editorial, decidiendo la cubierta, las características de la impresión… y ocupándome también de la comercialización. Al colaborar con una institución como el Prado, la mitad de la tirada -500 ejemplares- van para la institución, pero la otra mitad la comercializo yo directamente", o sea, manteniendo el espíritu hecho a mano del fanzine.