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Mejor exposición de 2020: Rembrandt en el Museo Thyssen-Bornemisza

Han barrido los nombres propios, Rembrandt y el retrato, Mondrian y De Stijl y una larga lista de individuales protagonizadas por mujeres artistas ya en su madurez, de Fina Miralles a Lee Krasner, Aurèlia Muñoz o Eva Lootz. El Museo del Prado se queda fuera y el Guggenheim hace doblete

24 diciembre, 2020 09:39

Rembrandt

Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Vista de la exposición. Foto: Jonás Bel

Ha sido la exposición del año. 80 pinturas y 16 grabados centrados en la faceta de Rembrandt (Leiden, 1606 - Ámsterdam, 1669) como retratista, un aspecto de su trabajo en el que no se había profundizado lo suficiente. El Museo Thyssen presentaba su pintura junto a la de otros retratistas holandeses de su contexto geográfico e histórico. Un doble acontecimiento, porque son muy pocas las obras atribuidas al maestro en nuestras colecciones. La gran protagonista de la muestra, apuntaba Elena Vozmediano en su crítica, era la ciudad de Ámsterdam, en la que muchas familias adineradas sellaban sus compromisos y nuevos cargos delante de un pintor. En la selección de lienzos predominaban los retratos de busto o tres cuartos y se podía identificar las tipologías y formatos más en boga en la época, así como seguir la evolución de la moda y del gusto artístico. Una impactante La lección de anatomía del doctor Jan Deijman cerraba el recorrido.

Fina Miralles

MACBA, Barcelona

Vista de la exposición. Foto: Miquel Coll

Decía Fina Miralles (Sabadell, 1950) en su entrevista con El Cultural que ella antes que artista es “una mujer de la tierra”. Todavía se puede ver en el MACBA de Barcelona (hasta el 5 de abril) Soy todas las que he sido, un necesario recorrido por sus 45 años de trabajo. De su Naturaleza muerta (1972), un bodegón de conchas, agua, algas, arena, hierba, piedras y hojas, que reivindicaba un entorno en extinción, a sus icónicas imágenes enterrada como un árbol o encerrada en una jaula junto a otros animales en la Sala Vinçon. Una artista auténtica cuya carrera ha transcurrido siempre en paralelo al mercado. “Estar fuera me ha permitido ser libre y comprender que el proceso creativo, el arte y la vida son inseparables”.

Eva Lootz

Museo Patio Herreriano y Museo Nacional de Escultura, Valladolid

Eva Lootz en el Patio Herreriano

Eva Lootz (Viena, 1940) sorprendía, una vez más, con sus tres conos de colores blanco, rojo y negro en la Capilla del Museo Patio Herreriano. La artista tiene algo de geóloga y ha estudiado los yacimientos mineros y cuencas hidrográficas en nuestro país. La propuesta era el reverso de sus famosas lenguas, que se podían ver en la otra sala. “Irreverentes, con pelambreras y alocadas sopas de letras de las últimas décadas realizadas en metal, cerámica o tela”, escribía Rocío de la Villa. En el suelo, la más grande, hecha con betún negro, recordaba a las lenguas que mueren en Latinoamérica. La propuesta continuaba en el Museo de Escultura, donde una elegante pieza de espejo reflejaba el techo de artesonado. Una pausa para los apresurados visitantes.

Lee Krasner

Museo Guggenheim, Bilbao

'Siren', 1966. Foto: Cathy Carver

Quedan algunos días todavía para redescubrir a Lee Krasner (Brooklyn, 1908 - 1984) en el Museo Guggenheim de Bilbao. Una ocasión excepcional, pues nunca antes se habían visto en España tantas obras juntas de esta pionera del expresionismo abstracto norteamericano. Su reconocimiento fue tardío, eclipsada, entre otros, por la figura de su marido, el aplaudido Jackson Pollock. Dibujos, pinturas y collages que nos muestran cómo manejaba el color y controlaba el caos. La muestra se cierra con tres pinturas-collage de su serie Once maneras (1974-1977), donde reutiliza trozos de obras anteriores y compone de modo abigarrado. “Percibía sus obras como una forma de escribir un relato vital y creador”, comentaba Fernando Golvano en su crítica de la exposición.

Mondrian y De Stijl

Museo Reina Sofía, Madrid

Mondrian en el Reina Sofía. Foto: Joaquín Cortés / Román Lores

Uno de los milagros del cierre del año abría hace unas semanas: Mondrian y De Stijl en el Reina Sofía. Parecía imposible que se pudiera, con la movilidad reducida y tantos préstamos internacionales. No llegaron todas las obras previstas, pero no fue por ello menos emocionante su inauguración. Hasta el 1 de marzo pueden verse en sus salas los primeros lienzos de un jovencísimo Piet Mondrian (1872 - 1944), cuando bebía de la tradición holandesa y pintaba paisajes y bodegones realistas. También los diseños de Rietveld –sillas y aparadores– y hasta un dormitorio. “La realidad sólo puede expresarse a través del equilibrio, el movimiento de formas y el color”, escribía Mondrian. Influenciado por el jazz, puso sus pinturas en movimiento al final de sus días.

Aurèlia Muñoz

Galería José de la Mano, Madrid, y MNAC, Barcelona

Aurélia Muñoz en la galería José de la Mano. Foto: Andrés Valentín-Gamazo

“Gozó de un reconocimiento indiscutible, exponiendo en lugares tan prestigiosos como el Palacio de Cristal del Retiro y en las Bienales de Lausana y São Paulo. Sin embargo, el canon no la había asimilado y el mercado la había dejado de lado. Si hoy hablamos de ella es precisamente porque el Fiber Art y arte femenino son lo último en cuanto a tendencias en boga”. Así presentaba José María Parreño a Aurèlia Muñoz (Barcelona, 1926 - 2011), artista ligada al renacimiento del arte textil de finales de los sesenta. Sus obras se mostraron en la galería José de la Mano de Madrid y todavía se pueden disfrutar en el MNAC de Barcelona (hasta el 31 de diciembre) que ha recibido una donación de la familia.

Francesc Ruiz

CA2M, Móstoles (Madrid)

Francesc Ruiz (Barcelona, 1971) bebe de la tradición de la novela gráfica y de sus derivas por la ciudad con la vista puesta en sus transformaciones. El CA2M reunía algunas de sus obras más emblemáticas: el famoso quiosco –Edicola Mundo (2015)– que formó parte del Pabellón español en la Bienal de ese año, la tienda de comics Gasworks Yaoi (2010) o sus viñetas a tamaño real de The Funhouse (2006). En esta individual, la más completa hasta el momento, se dedicó el claustro del museo a un gran anuncio estructurado en tres niveles. Three Streets, Three Colours “se podía leer como una historieta de 13, Rue del Percebe versión siglo XXI –escribía Luisa Espino– en el que los vecinos del bloque de Ibáñez habrían sido sustituidos por publicidad”.

Lygia Clark

Museo Guggenheim, Bilbao

'Superficie modulada nº 20'. Foto: Asociación Cultural “The World of Lygia Clark”

Lygia Park. La pintura como campo experimental, 1948-1958 se ceñía a lo que su título enunciaba: una década –sus años de formación– en la producción de esta pintora (Belo Horizonte, 1920 - Río de Janeiro, 1988), vinculada al movimiento neoconcreto. “Lo verdaderamente interesante –decía Fernando Golvano en su crítica– se inicia a partir de 1952, cuando se acerca a los postulados del Arte Concreto, a saber: el primado de la forma pura, de la imagen-idea que termina configurando una imagen-objeto mediante campos cromáticos y ritmos formales. La herencia plural –de Mondrian, van Doesburg, Kandinsky a Max Bill– descubrirá declinaciones nuevas en el contexto brasileño de los años 50”. En la tercera sala se mostraban sus composiciones de gran formato hechas con formas geométricas en blanco y negro. La exposición del Guggenheim coincidía con el centenario de la artista y, por pocas semanas, con la de su admirado Mondrian en el Reina Sofía.

Álvaro Urbano

La Casa Encendida, Madrid

'El despetar'. Foto: Trevor Lloyd

Apenas habíamos visto el trabajo de Álvaro Urbano (Madrid, 1983) en España y, de repente, nos sorprendió el pasado ARCO con su solo project (en ChertLüdde), colaboró con Petrit Halilaj en el Palacio de Cristal, participó en una colectiva en la galería Travesía Cuatro, que ha empezado a representarle y, sobre todo, en esta instalación inmersiva excepcional que puede verse hasta el 10 de enero en La Casa Encendida. Recrea con una factura entre realista y extrañada el abandonado Pabellón de los Hexágonos, en la Casa de Campo. Todo con una luz amarillenta que riega el espacio de neblina, sonidos que cambian de volumen y objetos-esculturas muy característicos de su imaginario: plantas, hojas, frutas y colillas.

Orientalismos y Desorientalismos

IVAM, Valencia, y CAAC, Sevilla

Una de las salas de la muestra. Foto: IVAM

El CAAC y el IVAM tienen una línea en su programación que mira hacia las dos orillas del Mediterráneo e hicieron coincidir en el tiempo dos muestras complementarias. Orientalismos. La construcción del imaginario de Oriente Próximo y del Norte de África (1800-1958), comisariada por Rogelio López Cuenca y Sergio Rubira en el museo valenciano, concentraba de manera abigarrada alrededor de 600 piezas que arrancaban en el siglo XIX. Desorientalismos, en Sevilla, en una escala más reducida, reunía 8 proyectos de artistas actuales del norte de África y Oriente Medio, junto a las españolas Teresa Solar y Asunción Molinos Gordo. “Una excelente muestra de análisis de la cultura visual”, decía Rocío de la Villa de la primera.