El Cultural

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A orillas del Mediterráneo, ayer y hoy

Dos exposiciones en el IVAM de Valencia y el CAAC de Sevilla reflexionan sobre la representación del exotismo oriental visto desde Occidente

23 marzo, 2020 08:00

Fruto de la nueva colaboración entre el IVAM y el CAAC, que pretenden afrontar proyectos conjuntos, en este primer reparto se presentan simultáneamente Orientalismos y Desorientalismos. En los últimos años, ambos museos han trabajado la cuestión de las dos orillas del Mediterráneo bajo variados enfoques y también con exposiciones individuales. Intentando religar la historia de sus territorios a la teoría poscolonial pujante en el ámbito internacional desde los años noventa, que en nuestro país se ha ido incorporando de manera tardía. Esto podría juzgarse como una anomalía, dado el papel principal en la historia colonial europea; pero que, como tantas otras peculiaridades, se explica bien en la herencia tardofranquista del nacionalcatolicismo que subrayó en nuestra historia la expulsión de judíos y moriscos, con quienes convivimos durante tantos siglos, en pro de la raza hispánica.

En todo caso, el propio Edward W. Said, el primer teórico que en 1978 puso sobre la mesa esta problemática –y al que se invoca en ambas exposiciones– en el prólogo a la edición española de Orientalismo, reconoció que una de las carencias de su estudio fue la exclusión del orientalismo español. Se debió la relación especial de España con el Islam, a diferencia de otros países europeos; para quienes, tópicamente, como atestiguan las generaciones de pintores que cruzaban la península, desde el siglo XIX y casi hasta la Transición democrática, África comenzaba en los Pirineos. Bajo la óptica de Said el orientalismo es una estrategia occidental de dominación y sostenimiento de su autoridad sobre el Oriente.

Abigarrada, con unas seiscientas piezas, la exposición en el IVAM es una excelente muestra de análisis de cultura visual

Es precisamente la deconstrucción de esa historia basada en estereotipos y su contestación en el presente lo que se aborda en estas dos exposiciones, como anverso y reverso de una crítica compartida. Abigarrada, con unas seiscientas piezas, la exposición en el IVAM Orientalismos. La construcción del imaginario de Oriente Próximo y del Norte de África (1800-1958), que empieza en 1800 con Napoleón y acaba en 1958 con el fin del protectorado español de Marruecos y la independencia de Túnez, abarca de Goya a Muntadas. En un formato menor, Desorientalismos, en el CAAC de Sevilla, aborda ocho trabajos de la crítica poscolonial a cargo de artistas del norte de África y Oriente Medio con voz propia. Mientras en Orientalismos se deconstruye la prolija producción patriarcal en Europa; en Desorientalismos, casi la totalidad de artistas son mujeres. Vayamos por partes.

Ante todo, la exposición en el IVAM es una excelente muestra de análisis de cultura visual, en la que el museo recuerda la seña de identidad moderna y no solo contemporánea de su colección, que ha aprovechado para enriquecer sus fondos con libros y obra sobre papel gracias a este proyecto. Comisariada por Sergio Rubira y Rogelio López Cuenca, que ya habían colaborado anteriormente, con el respaldo de la conservadora del IVAM María Jesús Folch, ha quedado estructurada en siete secciones bien ordenadas que repiten un mismo planteamiento iconográfico. Desde la primera sala las pinturas se ven acompañadas de documentales cinematográficos y variada obra en papel: grabados, fotografías, libros enciclopédicos, documentos, postales, almanaques, comics, etc.; y después, trajes, abanicos y otros objetos, salpicados con imágenes actuales de publicidad y revistas de moda y del corazón. Otra constante en cada sala son los rótulos de neón del artista libanés Raed Yassin con las palabras ALLAH, JIHAB, SHISHA, etc. para subrayar los tópicos vertidos sobre las culturas islámicas.

Jumana Manna en el CAAC

Por tanto, a pesar de la destacada nómina de artistas (Goya, Fortuny, Sorolla, Matisse, Klee, Macke, Picasso, Iturrino, Ortiz-Echagüe, etc.) y de la importancia de los préstamos de más de setenta colecciones privadas y públicas (entre las que se encuentran las del Musée d’Orsay, la Orangerie y el Victoria & Albert Museum), en esta ocasión, el foco no está dirigido a la calidad de las obras de arte, ni tampoco a la muy esmerada selección de auténticas joyitas de materiales de cultura visual. La muestra quiere desgranar y subrayar didácticamente los estereotipos construidos que, al cabo, llegan hasta hoy y siguen condicionando nuestro racismo.

La violencia irracional así como la abulia de los árabes, como tópicos complementarios y no contradictorios apuntalados por supuestos estudios etnográficos, volvieron a justificar campañas militares con sospechosos ideales civilizatorios; que, en realidad, alcanzan hasta las fiestas de moros y cristianos en nuestro país. Pero no solo. Un capítulo muy peculiar, y sorprendente para nuestra mirada desde el sur de Europa, es el dedicado al orientalismo soviético. En él se describe el paso de la mirada etnográfica –pero cautivada por el exotismo e influida por los pintores orientalistas rusos– de los fotógrafos viajeros por las regiones asiáticas de Rusia a la propaganda política tras la Revolución de 1917 y la cartelería soviética anti islámica, “civilizadora”, producida durante el Plan Quinquenal (1928-1932).

También la saturada erotización en los harenes, la imagen de la odalisca desplegada en la moda de los felices años veinte y en la danza vanguardista de la internacional Tórtola Valencia, así como la iconografía homoerótica de la primera mitad del siglo XX, todavía son reconocible en las celebrities actuales.

Baya (Fatima Haddad): 'Femme Allongée Visage Bleu' (1947) en el IVAM

Finalmente, los cambios y la evolución de la imagen de España como antesala del viaje épico a Oriente tienen un gran protagonismo, antes y después del franquismo. En esta sección una de las aportaciones más interesantes es el “panorama Andalucía” producido por un empresario para la Exposición Universal de París de 1900 que incluía, además de flamenco y toros, espectáculos como carreras de la pólvora o fantasías marroquíes.

En la exposición del CAAC, la noción de arabesco, y su cuestionamiento, ha sido fundamental para articular el guion de esta colectiva de creadores de la otra orilla del Mediterráneo, a las que se suman las artistas españolas Teresa Solar (Madrid, 1985) y Asunción Molinos Gordo (Aranda de Duero, 1979), con una fuerte vinculación con Egipto.

La noción de arabesco, y su cuestionamiento, articula el guión de la exposición del CAAC con ocho artistas actuales

Arabesco es parte de un léxico exotista. El sufijo “esco” significa “al estilo de”, “parecido a”, unificando la riqueza de las culturas árabes en un patrón decorativo, que en Occidente ha sido asociado históricamente a lo femenino y a lo doméstico. Sin embargo, buena parte de los trabajos mostrados evidencian su creciente importancia para el arte contemporáneo, desde las vanguardias históricas hasta hoy. Comenzando por el pintor iraní afincado en Estados Unidos Kamrooz Aram (Shiram, 1976) –el único varón en esta exposición– que destruye y reconstruye los motivos florales de las alfombras persas en sus telas. También en pintura, una versión política que contraviene la asociación estereotipada entre revolución y masculinidad es la que presenta la turca Gülsün Karamustafa (Ankara, 1946) con Mujer que cose constantemente banderas rojas con su máquina de coser (1977) y otros diseños de carteles para la propaganda del 1 de mayo, Día de los Trabajadores. Este énfasis textil da paso a los elegantes diseños minimalistas de Amina Agueznay (Casablanca, 1963) a partir de la unidad de medida Draa x Draa, conocida antiguamente como “codo”, de 50 x 50 cm, en los que combina, dice, “ensamblajes modernos y tejidos tradicionales, materia prima y refinamiento de formas, memoria del gesto y olvido de prácticas predeterminadas”. Igualmente preciosistas son los delicados dibujos Rojo / Rojo de Asli Çavusoglu (Estambul, 1985), que utiliza el rojo armenio y el rojo turco para hablar de las tensiones entre ambas comunidades. Un motivo, ahora entre judíos y palestinos, abordado por Jumana Manna (Nueva Jersey, 1987) a través de la música compartida. Y por Ariella Aïsha Azoulay (Tel Aviv, 1962) que, a partir de archivos, reconstruye la intensa alianza civil de ambos pueblos para la constitución de Israel en 1948. Sin embargo, saliéndose del guion, el trabajo que más me ha impresionado es su reciente película In-documentados - Deshaciendo el saqueo imperial, una lección magistral con imágenes de iconos africanos de fondo sobre el expolio occidental que debería revertir sobre los actuales refugiados y migrantes.

@RocodelaVilla1