Familia disfrutando de la Navidad alrededor de la mesa

Familia disfrutando de la Navidad alrededor de la mesa

Vinos Navidad

El vino perfecto para cada menú navideño existe (y no es el que estás pensando)

Del brindis inicial al postre final: la guía definitiva para elegir el vino ideal en cada momento de la celebración y evitar los errores más comunes en la mesa navideña.

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La Navidad tiene el don de reunir familias, recuerdos, recetas heredadas... y, por supuesto, buen vino. Pero cuando llega la hora de elegir qué botella descorchar, la cosa puede volverse más complicada que envolver un regalo con cinta adhesiva rebelde.

¿Cómo acertar con el vino perfecto para cada menú sin naufragar entre tintos, blancos y espumosos? Aquí va una guía práctica (y disfrutona) para acompañar cada bocado festivo sin miedo a equivocarse.

El aperitivo: empieza con frescura y chispa

Antes de sentarse a la mesa, cuando la cocina huele a comida recién salida del horno y el jamón empieza a circular, lo mejor es mantener la ligereza. Un espumoso Brut Nature o Extra Brut abre el paladar, alegra el ambiente y combina con casi todo.

El aperitivo, mejor con burbujas

El aperitivo, mejor con burbujas

Un cava de paraje calificado o un Corpinnat joven son opciones seguras. Si prefieres algo diferente, un espumoso natural, tipo ancestral, puede aportar ese toque moderno que anima cualquier reunión.

Cloe Brut Nature, de Bodegas Doña Felisa en la serranía de Ronda, sauvignon blanc con 14 meses en rima, o el Ancestral Garnacha de Territorio Luthier, procedente de viñedos viejos repartidos a orillas del Duero, que permanece durante 12 meses con sus lías, no dejarán a nadie indiferente.

Para los aperitivos más salados o grasos (como hojaldres o ibéricos), funcionará mejor un fino o una manzanilla como Tío Pepe en Rama o alguna referencia de Delgado Zuleta para ibéricos y salazones, que limpia el paladar y resalta el umami. Nadie empieza la noche con mal pie si se abre una buena botella de jerez.

Entrantes: cuando la mesa se viste de gala

El primer plato marca el ritmo del banquete. Aquí entran en juego mariscos, vieiras, hojaldres con setas o cremas de temporada. Es el territorio natural del blanco, pero no de cualquiera.

Si el menú es de mar, apuesta por un albariño o un godello, con frescura, acidez y perfume floral. Pazo de San Mauro (Rías Baixas), fresco, cítrico y perfecto para mariscos, o Guitián Fermentado en Barrica (Valdeorras), para algo con más chicha, como pescados grasos o entrantes cremosos.

Vino blanco para los entrantes

Vino blanco para los entrantes

Si prefieres los tonos más serios, un chenin blanc del Loira o un verdejo fermentado en barrica aportan estructura y elegancia.

¿Y si el entrante lleva foie o un toque dulce? Un vino semidulce o de vendimia tardía consigue el equilibrio perfecto entre dulzor y acidez.

Plato principal: el gran protagonista

Aquí es donde el vino se gana su papel estelar. No hay nada más glorioso que un buen asado con un tinto a la altura. Pero no todos sirven para todos los platos. Ten en cuenta estas pautas:

- Carnes blancas o aves rellenas: Aquí funcionan los pinot noir, las garnachas finas o las mencías gallegas, que acompañan sin imponerse. Por ejemplo, La Montesa Crianza 2020, muy versátil con aves y carnes menos potentes.

- Cochinillo, cordero o roast beef: Opta por tintos con cuerpo y taninos redondeados, como un Ribera del Duero, un vino de Rioja Alavesa, Toro o de Priorat son éxitos seguros. Si te apetece salirte del guion, prueba un syrah del Ródano o un cabernet sauvignon chileno. Aistear 2016 de Bodega 202, o Monte Real Gran Reserva Edición Limitada 2009 funcionan de maravilla con carnes rojas y asados clásicos.

La Nochebuena es tinta

La Nochebuena es tinta

- Platos vegetarianos o pescados grasos (como salmón o bacalao): Un blanco con crianza, tipo chardonnay o viura con barrica, tiene la textura y complejidad necesarias para no quedarse atrás. Prueba con Frontaura & Victoria Verdejo 2022, con ocho meses de crianza en barricas nuevas de roble francés, o con La Masía Chardonnay 2023 de Marimar Estates (California) para poner el toque internacional a la mesa.

El secreto está en no aterrorizar al plato con un vino demasiado potente. Busca equilibrio y armonía, y no te dejes llevar solo por la etiqueta más cara.

Postres y brindis final: vinos dulces, burbujas y emociones

Llega el momento de cerrar el festín. Turrones, polvorones, mazapanes… toda una avalancha de azúcar que pide, por contraste, vinos dulces con alma.

La sorpresa, siempre para el postre

La sorpresa, siempre para el postre

Un Pedro Ximénez como Lustau Pedro Ximénez San Emilio o un moscatel con envejecimiento como Lustau VORS Moscatel (con más de 30 años de vejez media y embotellado directamente desde la bota, sin filtrar) maridan con postres tradicionales como si hubieran nacido para ello. Si prefieres una nota más cítrica, los espumosos semisecos logran refrescar y evitar la saturación final.

Y para el brindis de medianoche, cuando todos levantan la copa, no hay fallo posible con un buen cava Reserva o Gran Reserva, un champán Brut o un espumoso rosado para poner el broche de oro al banquete. Conde de Haro Blanc de Blancs Millésimé 2018 puede ser una buena opción sin dispararse de precio.

Errores que debes evitar

- No elegir según el menú. Empieza por la comida, no por el vino.

- Servir tintos demasiado calientes o blancos helados. La temperatura importa tanto como el descorche.

- Empeñarse en una sola botella. La Navidad dura muchas horas y merece variedad.

- Olvidar los gustos personales. Si a tu abuela le encanta el rosado, dale el placer.

Al final, el vino perfecto para cada menú navideño no existe: existen momentos perfectos con el vino adecuado. Escoge con cariño, descorcha sin prejuicios y brinda sin miedo. Si el vino se comparte, el acierto está asegurado.