La bodega detrás de la revolución de los vinos de chardonnay en Navarra

La bodega detrás de la revolución de los vinos de chardonnay en Navarra

Vinos

La bodega detrás de la revolución de los vinos de chardonnay en Navarra

Arínzano, con denominación de origen de Vinos de Pago, dispone igualmente de una gama de tintos y rosados de muy alto nivel.

6 julio, 2023 02:00

Su objetivo es ser el gran referente de los vinos blancos de la variedad chardonnay en España, y tienen todo para conseguirlo: una finca espectacular, unos viñedos viejos y bien situados, una experiencia con grandes vinos de esta variedad, y un proceso de investigación muy complejo dirigido por un enólogo brillante, José Manuel Rodríguez.

Arínzano es una finca de 350 hectáreas situada en la subzona navarra de “Tierra Estella”, al norte de la Comunidad Foral, en la zona más fresca, y bajo la influencia del clima atlántico, a diferencia del resto de las otras subzonas de la D.O. Navarra, de influencia más mediterránea.

De todas estas hectáreas, 128 están plantadas de viñedo, en las que aparecen tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y chardonnay. Finca, viñedos, bodega y la mayoría de los vinos que elaboran, unas 250.000 botellas, tienen la clasificación administrativa de Denominación de Origen de Vinos de Pago, el vértice de la pirámide de las clasificaciones que da la administración. Le siguen la D.O. calificada, que en España sólo hay dos, Rioja y Priorat. A continuación, vienen las D.O. normales; y luego ya la Indicación Geográfica Protegida Vinos de la Tierra. La clasificación concluye con Vino de Mesa.

Viñedos en Arínzano.

Viñedos en Arínzano.

La propiedad antiguamente fue un Señorío, perteneciente a la nobleza; y en el año 2000 fue adquirida por la familia Chivite, de bodegueros de Cintruénigo, en la zona de la Ribera navarra. En la finca, atravesada por el río Ega, había una casona antigua, una torre y una pequeña iglesia, todo de piedra, que se ha rehabilitado. Los Chivite encargaron al arquitecto Rafel Moneo la construcción de una bodega modernísima y muy bonita, y en el 2002 sacaron su primer vino. Subir en todo terreno a algunos de los miradores entre los viñedos de las zonas más altas de la finca y ver el espectáculo de viñas, bosques, las construcciones abajo junto al río, es todo un espectáculo, y es donde suelen llevar a los que practican en esa casa el enoturismo.

Durante años estuvieron sacando sus blancos y tintos con la marca Chivite Colección 125 Aniversario, además de un rosado excelente; y enseguida su chardonnay fermentado en barrica se perfiló como uno de los mejores de España. Los blancos de esta variedad siempre se han dado muy bien en Navarra, en Somontano y en Penedés, fundamentalmente; aunque se elabora también por todo el país.

La bodega y su laboratorio de barricas.

La bodega y su laboratorio de barricas.


En el año 2015 la propiedad pasó a manos del grupo SPI del ruso Yuri Schleffer, dueño de algunas otras bodegas en Argentina y del vodka Stolichnaya, que, tras algunos cambios y vicisitudes, ahora funcionan por muy buen camino. Tienen dos vinos de muy alta gama y poca producción, el Arínzano Gran Vino 2016 tinto, a base de tempranillo. Una elaboración que impresiona al llevarlo a nariz por su elegancia y complejidad, cargado de matices con mucha fruta madura, dominando la cereza; en boca es muy redondo, aterciopelado, con un tanino muy domado. Su precio es de 99 euros.

Y el otro es el Arínzano Gran Vino 2017, blanco de chardonnay. Otra joya con una nariz muy expresiva e intensa de mucha fruta blanca madura, rodeada de tonos ahumados y tostados; y una boca con mucha potencia, untuosa, aterciopelada, muy rica. Su precio está en 88 euros.

Tienen además otras dos líneas de vino, La Casona, vino tinto de tempranillo y merlot, probablemente el tempranillo más al norte de España; y luego la gama de vinos más asequibles tanto en tintos como en blancos de chardonnay que están sobre los 17 euros, muy bien hechos.

Pero el gran objetivo actual de Arínzano es convertirse en el referente de los mejores chardonnays de España, y para ello están preparando tres vinos más, aparte del Hacienda y el Gran Vino, de esta variedad, con el objetivo de tener cinco en el mercado de diferentes gamas de precios. La pregunta es: ¿eso cómo se consigue? Y es a base de una especie de laboratorio que José Manuel Rodriguez tiene en la impresionante nave de barricas que construyó Moneo.

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Allí, alineados aparecen todo tipo de elementos para elaborar el vino. Un auténtico cursillo para cualquier aficionado. Se trabaja con acero inoxidable, polímero plástico, hormigón, arcilla, cerámica, y de diferentes volúmenes que van de 75 litros a 1.500. Luego viene la madera, básicamente de roble francés, desde fudres de 1000 litros, pasando por otros de 700 y 500, a la barrica normal de 225 litros. No se queda en eso y allí interviene como una docena de tonelerías distintas, todas de prestigio y carísimas, cada una con sus matices de mayor y menor tostado.

En total 37 elaboraciones de vinos diferentes de chardonnay del 2022, con seis meses cada uno en su recipiente, y que el enólogo nos hizo catar a una colega y a mi hace un par de semanas en una cata tan interesante, como al final algo confusa pero muy ilustrativa. Luego él mezcla unos con otros en busca de esos tres chardonnays que pronto estarán en el mercado cuando los de marketing de la compañía decidan marcas, etiquetas y precios.

El primero será uno más sencillo que el Hacienda, ya en el mercado pero aún sin nombre, donde se buscan la ligereza y la frescura, los tonos cítricos y la fruta blanca como la manzana y la de hueso como melocotón o albaricoque. El segundo será Hacienda. Al tercero le llama Rodriguez el “Master of Wine” utilizando ánfora, es decir, arcilla, y dos barricas diferentes de segundo año. El resultado es un vino muy concentrado y potente con recuerdos de la presencia de la madera, como tonos de pastelería y vainillas. Su cuarto chardonnay es el Gran Vino, que ya está en el mercado. Y por último, también sin nombre, la joya de la corona, un vino elaborado con sistema de criaderas y solera, como en Jerez, donde se mezclan cinco añadas diferentes. La prueba catada es un vino donde domina la concentración, la elegancia, la madurez; con una boca muy especial, amplia, muy sabrosa, salina y larga.

Hacienda y su viñedo.

Hacienda y su viñedo.

Todas serán pequeñas elaboraciones, pero un auténtico cursillo sobre la chardonnay. Hay que seguir muy de cerca el desarrollo de Arínzano, una firma de vino de pago con presencia en el mercado, y que lo tiene todo para un futuro espectacular, lo que conseguirá sin duda.