Asados en horno de leña, cocina riojana y una bodega de culto: el clásico de La Rioja Alta que no decepciona
Los increíbles asados en horno de leña y una bodega de culto en el restaurante de La Rioja Alta que nunca decepciona
Tres décadas después de abrir en Casalarreina, La Vieja Bodega, un histórico de La Rioja Alta, sigue llenando mesas con cocina riojana bien hecha, asados memorables y una bodega que combina clásicos y proyectos de culto.
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En Casalarreina, un pequeño municipio de La Rioja Alta muy frecuentado por quienes recorren la zona entre Haro y Santo Domingo de la Calzada, hay un restaurante que se ha convertido en referencia durante tres décadas.
La Vieja Bodega abrió en 1994 de la mano de Ángel Pérez Aguilar, que transformó una antigua bodega del siglo XVII en un proyecto que hoy combina gastronomía riojana, cultura y una presencia constante en la vida del pueblo.
Ha pasado a ser mucho más que un restaurante conocido. Es ese sitio al que volver y volver para disfrutar de una propuesta como pocas en la zona.
Un edificio del siglo XVII y un proyecto que sobrevivió a un incendio
La Vieja Bodega ocupa un edificio del XVII que antes fue bodega. No es de extrañar en la zona, rodeada de las grandes bodegas que han hecho que La Rioja tenga tanto nombre en materia vinícola. A tan solo un paso de allí se encuentran verdaderos tesoros de La Rioja Alta como Finca La Emperatriz, Muga o Marqués de Vargas.
La estructura original es la que ha marcado la personalidad del lugar y la responsable del efecto wow de muchos de los que entran. Tras esa puerta no esperan encontrar muros de piedra, techos abovedados y un trazado que recuerda que aquí se almacenó vino durante siglos.
Ángel Pérez encontró el edificio por casualidad y decidió rehabilitarlo manteniendo su esencia. El nombre, La Vieja Bodega, fue la manera más directa de reconocer esa historia.
Pero el punto de inflexión llegó en 2001, cuando un incendio destruyó casi todo el inmueble. Fue un golpe importante, pero también el inicio de la etapa actual. Tuvieron que reconstruirlo desde cero, respetando lo que se pudo salvar y añadiendo nuevas salas, una bodega más amplia y espacios que hoy sirven para actividades culturales.
Esa reconstrucción consolidó la idea de un restaurante tradicional sí, pero con capacidad para renovarse. Con el tiempo, La Vieja Bodega se ha asociado a celebraciones, actos públicos... En el pueblo la conocen como “la casa de todos”, y ese papel se ha reforzado con los aniversarios, como en 2024, cuando cumplieron 30 años, que organizaron catas verticales, encuentros con escritores y colaboraciones con bodegas riojanas.
Cocina riojana, tradicional y de producto de primera
¿La razón por la que todos van? Porque aquí se come y se bebe de maravilla. La propuesta gastronómica siempre ha girado en torno a la cocina riojana, pero con técnica y un equilibrio muy medido entre tradición y guiños actuales.
Los entrantes fríos ya marcan la línea del sitio, como un cremoso de queso de Cameros con anchoas de Santoña y uvas rojas, la terrina de foie hecha en casa con pistachos y pan de pasas, o la ensalada de centollo con tartar de aguacate, que llega acompañada de salmorejo y vinagreta de frambuesa.
Entre los calientes, los Caprichos del Toloño son de los que desaparecen rápido de la mesa. Se elaboran con pasta brick crujiente, verduras y langostino. El arroz meloso con hongos y queso de Cameros es otro fijo de la casa, igual que el pulpo a la plancha con remolacha y romesco. Más técnico y más “actual” es el huevo a baja temperatura con sopa trufada de patata, boletus y papada confitada.
En la parte riojana, es donde está el alma del proyecto. Las croquetas caseras de ibérico, la menestra con sus rebozados, los espárragos de La Ribera, las pochas estofadas con verduras o el pisto riojano con láminas de bacalao y salsa de choriceros son platos que remiten directamente a la cocina de la zona.
Algo por lo que casi todo el mundo reserva es por sus carnes y asados. Este es el bloque que mejor define al restaurante y lo que explica buena parte de su reputación. Hay platos de cocción lenta como el rabo desmigado con crema de foie y setas, la carrillera braseada o las manitas deshuesadas.
Pero la gente acude, sobre todo, por los asados en el horno de leña como el cochinillo y el cordero lechal para dos personas. Ambos platos los bordan y no es extraño verlos salir en casi todas las mesas.
No son las únicas carnes. Destacan también el cochinillo a baja temperatura, el solomillo y chuleta gallega a la brasa o las chuletillas de cordero que acompañan con patatas fritas caseras y pimiento asado.
Aunque la carne sea la apuesta principal, sorprende la variedad de pescados. La merluza asada con piperrada, las cocochas al pil pil o el taco de bacalao con hummus de garbanzo negro y guiso de sus callos funcionan por sabor y por técnica.
A todo ello se suman numerosos fuera de carta que cambian según temporada, además de platos de cuchara como las pochas o los caparrones, y las verduras que llegan según las diferentes estaciones: de espárragos a alcachofas, pasando por setas o berza.
Y una bodega a la altura
Su otro gran reclamo y otro de los motivos por el que muchos hacen parada aquí, es precisamente la bodega. Con el sumiller Iván Cantera a la cabeza, que ha pasado por casas como la de Juan Carlos Ferrando en Logroño, han conseguido crear una carta que no deja indiferente y que recoge una foto muy real de lo que está pasando en Rioja ahora mismo.
Aquí conviven los nombres históricos de siempre (López de Heredia, La Rioja Alta, CVNE, Muga, Murrieta o Remelluri) con esa nueva ola que hoy marca tendencia en la región, desde los vinos de Jade Gross hasta Artuke, Cuentaviñas, José Gil, Magaña o Oxer Bastegieta.
A esa base sólida se suma una selección nacional e internacional muy bien afinada: blancos gallegos de nivel, godellos, txakolis top, una colección de champagnes con mucho criterio y tintos que van de Ribera al Priorat. Esta es una carta pensada para que cualquiera encuentre su vino y disfrute en mayúsculas.
El detalle final está en los vinos por copas, donde aparecen referencias de nivel que en otros sitios solo se ofrecen por botella. Ese gesto resume la filosofía de la casa: que la gente beba bien, pruebe cosas nuevas y salga con la sensación de que aquí también se viene a disfrutar del vino en serio.
Un estandarte en la zona con actividad cultural
Otra de las señas de identidad de La Vieja Bodega es su papel como espacio cultural en Casalarreina. En sus salas se organizan exposiciones de artistas locales, presentaciones de libros, conciertos pequeños y actividades vinculadas al vino y al patrimonio de la zona.
La agenda cultural ha reforzado su papel dentro del municipio y ha sido clave para que en 2025 recibieran el Premio Kilómetro Cero Haciendo Comunidad, que reconoce su implicación con el entorno.
En 2025, La Vieja Bodega mantiene la misma filosofía con la que inició su andadura: producto local, cocina riojana actualizada y una relación estrecha con su territorio. El equipo sigue apoyado en la figura de Ángel Pérez, que continúa presente en el día a día.
Por todo ello, sigue siendo una recomendación recurrente tanto para quien llega por primera vez a La Rioja Alta como para quien ya conoce bien la zona. Es uno de esos sitios en los que uno sale con una sonrisa de satisfacción. Y eso no siempre ocurre.