Mesón de Crecente, Lugo.
La casa de comidas en la que Amancio Ortega se rinde al cocido: 100 años de historia y un menú de 15 euros
El empresario se quedó prendado de la cocina de Loli Llamas, al frente del Mesón de Crecente, en Lugo, cuando hacía el Camino de Santiago.
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Puede que hablar de cocido en verano no sea lo que más seduzca a uno, pero si lo unimos a Galicia y el Camino de Santiago, ahí ya cambia la cosa. Es muy posible que la misma tentativa que surja de buscar el lugar que resulta de la ecuación sea la que le entró al fundador de Inditex a cruzar sus puertas y premiar una larga caminata con un gran festín.
Siguiendo estas pistas, todos los caminos llegan hasta el Mesón de Crecente, en la aldea lucense de San Pedro de Mera, a apenas 14 kilómetros de Lugo, donde el tiempo parece detenerse, al contrario que el chup chup que desprenden las ollas de su cocina con más de 100 años.
"Está en el restaurante desde cuando se casaron los abuelos", cuenta Loli Lamas, tercera generación al frente de esta casa de comidas, que lleva 40 años preservando la tradición desde esta cocina de leña que trajeron desde Bilbao.
La cocina centenaria a leña que tienen en el Mesón de Crecente.
Fundado hace ya un siglo como punto de encuentro de ganaderos que acudían a cerrar tratos en la comarca, el mesón conserva intacta su esencia popular. Hoy, en pleno 2025, sigue siendo punto de encuentro y ofrece un menú del día por 15 euros.
Sin grandezas, más allá de la del tamaño de sus raciones, el menú —compuesto por tres primeros y tres segundos a elegir, más postres— lo protagonizan verduras de la huerta familiar y carnes de la propia casa. "Ahora en verano ponemos jabalí todos los días. Mi marido es cazador y sale a por él", cuenta la cocinera.
El cocido que conquistó a Amancio Ortega
Aplaudido es su económico menú, fiel al estilo gallego, pero el prestigio del Mesón de Crecente se mide también tanto en la fidelidad de sus clientes anónimos como en la nómina de ilustres visitantes que sucumbieron a su cocido.
Entre ellos, Amancio Ortega, que, de peregrino en el Camino de Santiago, se detuvo aquí para probar la especialidad. Según cuentan, al día siguiente regresó para repetir, y no hay mayor reconocimiento que ese: el cocido del mesón es un festín de equilibrio y abundancia.
En cada plato conviven lacón, cachucha, solana, chorizo, garbanzos, patatas y verduras de temporada —nabizas o repollo—, todo cocinado lentamente en la vieja lareira. Todo pasa por el mismo ritual: fuego lento, mimo y respeto por el sabor natural.
En la carta, breve pero contundente, se repiten los clásicos: cocido, pollos 'tomateiros', gallo y, en temporada, caza. Platos tradicionales que se alternan diariamente en su aclamado menú.
Cien años después, el mismo espíritu
El éxito de O Mesón de Crecente no está en reinventar la cocina, sino en resistir con coherencia. Mantener un menú limitado, apostar por la materia prima propia y preservar el fuego lento como método de cocción son gestos que hoy resultan casi revolucionarios.
Cien años después de su apertura, este rincón de Lugo no solo alimenta estómagos: también resguarda la memoria culinaria de Galicia. Y si hasta un empresario que siempre huyó de los focos, como Amancio Ortega, ha encontrado aquí su cocido favorito, quizás la enseñanza sea clara: en la sencillez bien hecha está la verdadera grandeza.