Los valencianos que han traído a Ibiza lo que la isla llevaba tiempo pidiendo: un restaurante sencillo con precios asequibles
Los valencianos que han traído a Ibiza lo que la isla llevaba tiempo pidiendo: restaurante sencillo con precios asequibles
Con La Vanda, los creadores de Mercabanyal junto a Manu Broseta hijo abren un restaurante en Talamanca que se aleja del postureo y apuesta por el producto.
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¿Ibiza necesita otro restaurante? Quizá no. ¿Ibiza necesita otro restaurante como La Vanda? Absolutamente sí.
Ese podría ser el resumen de lo que han conseguido José Miralles y Hugo Sánchez Cerverón (del grupo valenciano Mercabanyal) junto a Manu Broseta hijo, joven emprendedor formado en ADE y en la prestigiosa Escuela de Hoslelería de Lausanne, que se inicia en el sector con este nuevo proyecto plantado frente al mar en Talamanca.
En una isla que en verano está saturada de beach clubs clónicos, tickets prohibitivos y platos más pensados para Instagram que para disfrutar, La Vanda ha llegado con otra intención.
“Queríamos recuperar esa Ibiza de hace 25 años, donde aún quedaban puntos de encuentro reales, sin DJ ni dress code, donde podías tomarte dos cañas con unas olivas y charlar tranquilo”, cuenta José Miralles a Cocinillas.
Valencianos triunfando en Ibiza
Para entender La Vanda hay que retroceder hasta el Cabanyal. Allí nació Mercabanyal, el proyecto que José y Hugo fundaron como un espacio gastronómico y cultural que transformó una zona olvidada de Valencia en epicentro del buen rollo.
No es el único negocio que regentan. A él se suman otros como La Alegría de la Huerta o Módulo 14, un chiringuito en la playa de Valencia.
Lo que sí es la primera vez que salen de Valencia. “Este es nuestro primer proyecto fuera del barrio”, explica José. “Y teníamos claro que si dábamos el salto, tenía que ser con algo que mantuviera nuestra esencia: cercano, local y con alma”.
Ibiza parecía una elección arriesgada. “La isla tiene una energía muy potente, pero también muchísima competencia. Veníamos con mucho respeto, porque hay sitios buenísimos… pero también mucho cartón piedra”, dice Manu Broseta.
Ellos, sin embargo, tenían un as bajo la manga: un local con historia (antiguo beach club) que han rehabilitado en tiempo récord, con un objetivo claro. “No queríamos ser otro sitio de postureo, sino un lugar donde se coma bien, se esté a gusto y puedas venir sin pensar en cuánto te vas a gastar”, apunta.
La Vanda: lavanda, banda y buen rollo
El nombre no es casual. “La idea original era plantar lavandas detrás del restaurante, porque es una planta autóctona. Pero por temas legales no pudimos hacer todo el campo, así que creamos un pequeño huerto y lo combinamos con el juego de palabras: la banda como grupo de amigos, como música, como comunidad”, nos explica Manu.
Y eso es lo que han creado. Un sitio con una vibra que pocos consiguen. Abierto desde la mañana hasta la noche, que cambia de piel según la hora. Por el día, familias, residentes, locales que se conocen entre ellos y vienen a cerrar negocios o simplemente a disfrutar de comer con mar a tan solo dos pasos.
Por la noche, un ambiente más trendy con la bahía iluminada por las decenas de barcos que echan allí el ancla, con clientela relajada que busca buen producto sin demasiado artificio.
“Nos ha sorprendido mucho la respuesta. Ni siquiera llevamos un mes y ya tenemos muchos habituales que repiten. Y lo mejor es que la mayoría son locales”, dice José.
La carta: tortilla de gamba roja, lobster roll y hamburguesa con salsa secreta
La propuesta gastronómica se adapta a ese concepto de “para todos, pero bien hecho”.
“Queríamos romper con ese ticket medio de Ibiza que parece que te obliga a comer carísimo. Aquí puedes pedir una ensaladilla rusa y una caña o tomarte una langosta con patata y huevo de corral”, resume José.
Y no exagera. En su carta -fresca, sencilla y breve- hay desde bravas a una ensalada de burrata de Puglia con una salsa muy conseguida de tomate seco, pasando por carpaccio de gamba roja, pulpo a la parrilla o una gilda con sabor mediterráneo.
A eso se suman hits como el lobster roll con brioche tostado, que se sirve con la cabeza del crustáceo gratinada con alioli, los bikinis de queso brie trufado o de wagyu, que actúa como un katsu sando, o una smash burger que ya tiene legión de fans, a la que añaden un toque de la salsa de la conocida cadena valenciana Jenkin's.
Entre los principales, a los que han llamado headliners, hay pescado del día que preparan a la brasa con agua de Lourdes, chuleta madurada de vaca gallega de pasto, un par de arroces en llanda -de gamba roja y de black angus- y la langosta ibicenca con patatas y huevos.
Pero si hay un plato que se ha convertido en el icono de la casa es la tortilla de gamba roja y huevo payés. “Sin querer se ha posicionado como nuestro plato estrella. La gente está loca con ella. El jugo de la gamba se emulsiona con la yema y es una pasada”, apunta orgulloso José.
Completan la oferta con postres como un K-lime pie al estilo de los de Florida, cookie tres chocolates con helado de banana split o una torrija hojaldrada con helado de vainilla.
Lo que vendrá: hamacas, wellness y, quizás, música en vivo
El espacio en el que se encuentra La Vanda es tan grande que esto es solo el principio.
“Tenemos una parcela anexa de más de 1.500 metros que ya es nuestra. La idea es crear una zona de hamacas, un área wellness… pero todo poco a poco”, explica Manu.
De hecho, abrir en invierno está sobre la mesa.“Si todo sale como esperamos, nos centraremos en abrir todo el año. Porque Ibiza no solo existe en verano, y la gente que vive aquí necesita lugares como este”, añade José.
En el horizonte también asoman conciertos, pero nada de electrónica: “Queremos algo más colonial, más Cuba, más rumbero… que puedas venir con niños, tomarte un vino, escuchar música y estar a gusto”.
Hay algo intangible que se respira en La Vanda. Puede que sea la luz de Talamanca, los barcos iluminados al anochecer o la tranquilidad de una coqueta terraza con vistas. Puede que sea que tienen 80 plazas de aparcamiento en una isla donde eso vale oro.
O que no hay prisa, ni presión. “La idea es que puedas venir sin pensar si llevas el look adecuado, si vas a comer bien o si te van a clavar. Esto va de pasarlo bien y volver. Eso es La Vanda”, concluye José.