Una crema de calabaza.
La crema de calabaza que más hago en otoño no lleva nata ni patata: me encanta por lo ligera y sabrosa que es
Es perfecta para cenar, para llevar en el táper y hasta para congelar. Resulta deliciosa y reconfortante y no puede ser más fácil de hacer.
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- Total: 1 h
- Comensales: 4
En estos tiempos en los que cocinar en casa empieza a ser un reto para muchos porque el tiempo cada vez escasea más, la solución pasa por no complicarse demasiado y organizarse mejor.
Por eso, una de las cosas que más me gustan de las cremas de verduras, porque las puedo hacer el domingo sin ningún esfuerzo mientras pongo al día otras tareas de la casa.
Se preparan casi solas, admiten combinaciones perfectas para hacer "limpieza de nevera" y, lo mejor, permiten tener un primer plato nutritivo listo para varios días. Una simple cuestión de estrategia que nos ayudará a cocinar con menos estrés y a alimentarnos mejor.
Calabaza: la estrella del otoño
Se pueden hacer cremas casi con cualquier verdura u hortaliza; pero, en la recta final del año, el color que manda es el naranja de las calabazas que visten las mesas de elegantes cremas color ámbar. La naturaleza, que siempre es sabia, nos regala colores bonitos para alegrar los días más grises.
A mí, la crema de calabaza me gusta que sea ligera, pero saciante y, por supuesto, muy sabrosa. No le pongo patatas, ni queso ni nata, porque con algunos truquitos sencillos consigo que quede muy cremosa sin necesidad de incorporar ingredientes que la hagan más pesada.
La clave es asar antes la calabaza, que puede hacerse en el horno o en la freidora de aire. Con esto se elimina parte de su agua, se caramelizan sus azúcares naturales y se intensifica su color, haciendo que las cremas queden mucho más ricas y vistosas.
Si alguna vez habéis probado a hacer una crema de calabaza y no os convenció el resultado, probad a asar la calabaza. La diferencia en el resultado es abismal.
Otro elemento clave de cualquier crema de verduras son las especias y los condimentos, basta con cambiarlos para convertir una misma crema en un plato diferente.
Aunque confieso que, para la crema de calabaza, a mí me chiflan el curry, el jengibre y un toque de ralladura de naranja al final, existen otras muchas opciones. Probad, por ejemplo, a darle un toque de sal ahumada a una crema de verduras y disfrutad de la magia.
Otro ingrediente clave, para mí, es el aceite de oliva virgen extra. Una pequeña cantidad incorporada en forma de hilo mientras se tritura la crema, no solo ayuda a emulsionarla y a darle una textura más cremosa, sino que potencia los sabores.
También he de decir que, aunque suelo congelar solo la crema, luego me encanta comerla con algunos tropezones.
No me complico mucho la vida, me valen unos picatostes, unos taquitos de jamón serrano o un huevo duro picado; pero ahora que estamos en otoño me encantan unas tiras de setas marcadas a la plancha, pues aportan muchísimo sabor y hacen que cualquier crema sea más divertida.
En el caso de la receta de hoy, el resultado, al no llevar patatas, queso, nata o mantequilla, es una crema baja en calorías, ligera, rica en fibra, betacarotenos y antioxidantes, que también aporta vitaminas y minerales esenciales.
Ingredientes
- Calabaza, 800 g
- Caldo de pollo o de verduras, 300 ml
- Cebolla, 150 g
- Puerros, 200 g
- Champiñones o setas variadas, 250 g
- Aceite de oliva virgen extra, 30 ml para emulsionar y algo más para cocinar las verduras
- Jengibre fresco rallado, 1 cucharadita
- Curry en polvo, 1/2 cucharadita
- Sal, al gusto
- Pimienta negra molida, al gusto
- Ralladura de naranja, opcional
Paso 1
Precalentamos el horno o la freidora de aire a 200 °C. Cortamos la calabaza en trozos grandes, retiramos las semillas y la colocamos en una bandeja -o en el cesto de la freidora- con un chorrito de aceite y una pizca de sal. Asamos durante 35-40 minutos hasta que esté tierna y dorada.
Paso 2
Mientras tanto, picamos finamente la cebolla y el puerro. En una olla con un poco de aceite, los rehogamos lentamente durante 10 minutos hasta que estén transparentes.
Paso 3
Añadimos el jengibre rallado y el curry en polvo, removemos y los cocinamos durante unos segundos para que se activen con el calor y liberen su aroma.
Paso 4
Incorporamos la calabaza asada y añadimos el caldo caliente. Cocinamos todo junto 10 minutos más para que se integren bien los sabores.
Paso 5
Trituramos la mezcla mientras vamos añadiendo el aceite de oliva virgen extra en hilo para emulsionar la crema y lograr una textura más sedosa. Rectificamos de sal y pimienta.
Paso 6
En una sartén aparte, salteamos las setas cortadas en tiras a fuego fuerte con una pizca de aceite hasta que estén doradas.
Paso 7
Servimos la crema de calabaza caliente, colocamos las setas por encima como guarnición y, opcionalmente, espolvoreamos con un poco de ralladura de naranja.
Para completar el menú...
La crema de calabaza que hemos propuesto, aunque podría llevar algo de caldo de pollo, es una receta hecha solo con vegetales por lo que sería necesario acompañarla de algunos alimentos que aporten proteínas para tener un menú completo y equilibrado.
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Lomos de merluza al vapor. Cocinamos los lomos de merluza al vapor durante unos 8 minutos y los servimos regados con una salsa ligera que haremos mezclando zumo de naranja y limón con aceite de oliva y perejil picado.
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Ensalada templada de lentejas. Para una opción rápida, lentejas cocidas de bote mezcladas con zanahoria, pimiento asado y cebolla morada. Aliñamos con aceite de oliva, vinagre y una cucharadita de mostaza.
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Pollo asado con especias. Marinamos muslos de pollo con zumo de limón, romero fresco, ajo y un poco de aceite de oliva. Los asamos en el horno o en la freidora de aire hasta que estén dorados. También podemos marinar filetes de pechuga y cocinarlos a la plancha.
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Salmón en papillote. Cocinamos el salmón envuelto en papel vegetal junto con rodajas de naranja y unas gotas de aceite de oliva y sal y pimienta al gusto durante 8 o 10 minutos hasta que esté cocido.