Parece que por fin van llegando los días de buen tiempo y nos empiezan a apetecer platos ligeros, ricos y coloridos. Vamos a preparar una vistosa ensalada muy completa en la que combinaremos brotes de espinacas y rúcula con patatas violeta, rabanitos, aguacate y frutas como el mango y la granada.

Ingredientes para la salsa de yogur

  • Yogur natural no azucarado, 1
  • Aceite de oliva virgen extra, 4 cucharadas
  • Vinagre de jerez o de sidra, 2 cucharadas
  • Diente de ajo, medio o uno, al gusto
  • Zumo de limón, un chorrito (no demasiado)
  • Azúcar, media
  • Sal, al gusto
  • Pimienta, al gusto
  • Menta fresca, 4 ó 5 hojitas
  • Pistachos tostados, 15 ó 20, al gusto

Prepararemos una salsa ligera de yogur a la que podemos añadir hierbas aromáticas picadas muy pequeñitas, como menta, cilantro, albahaca, eneldo, orégano o tomillo, por ejemplo. Como me gusta darle a las ensaladas un punto de contraste crujiente, también añadiremos a la salsa unos pistachos troceados, aunque puedes utilizar el fruto seco que más te guste, como almendras, nueces, avellanas, etc.

(*) Puedes sustituir los brotes de espinaca y rúcula por cualquier otra variedad de lechuga de tu agrado

Elaboración de la ensalada de patatas violeta, rabanitos, mango y granada con salsa de yogur

01: Cocemos las patatas violeta 

Comenzamos cociendo las patatas y mientras tanto prepararemos el resto de ingredientes.

Para cocer las patatas violeta, las lavamos bien porque las vamos a cocer con piel para que no pierdan su bonito color. Las ponemos en una cazuela con abundante agua fría y sal. Tapamos la cazuela y las cocemos como hacemos normalmente con las patatas blancas, durante unos 15 ó 20 minutos.

Pasado este tiempo podemos comprobar si están cocidas pinchando con la punta de un cuchillo y si se desliza fácilmente es que están listas. Entonces, retiramos la cazuela del fuego y dejamos que se templen para poder pelarlas. Si tenemos prisa las podemos refrescar en agua fría para acelerar el enfriado, pero sin que se enfríen totalmente porque nos costaría más pelarlas. La verdad es que pelarlas es algo laborioso porque no tienen la piel lisa y tienen bastantes ojos.

Como la forma de estas patatas es alargada y no son muy grandes las cortamos al bies en rodajas no muy anchas.

02: Preparamos la salsa de yogur

Podemos preparar la salsa utilizando un batidor de varillas o una batidora. También podemos verter todos los ingredientes en un bote con tapa y para emulsionar la salsa bastará con que agitemos enérgicamente, lograremos así un resultado uniforme. Esta es la opcion que he elegido hoy.

Pelamos el diente de ajo y lo rallamos, prensamos o trituramos en el mortero con un poco de sal para únicamente notar el sabor del ajo pero sin encontrarnos trocitos. Reservamos. Si vamos a triturar la salsa con la batidora únicamente pelaremos el diente de ajo.

Picamos finamente las hierbas aromáticas escogidas, en esta ocasión he añadido menta fresca. Reservamos. Si utilizamos la batidora tampoco es necesario este paso, lo añadiremos junto con el resto de ingredientes en el siguiente paso.

En un bote (o en el vaso de la batidora), añadimos el yogur, el ajo, un chorrito de zumo de limón, el aceite, el vinagre, el azúcar, la sal y la pimienta. Según el método escogido, agitaremos con fuerza el bote o trituraremos los ingredientes con la batidora.

Para darle un punto crujiente me gusta ponerle unos pocos frutos secos picados, en este caso he añadido unos cuantos pistachos cortados a cuchillo groseramente. Añadimos también la menta picada.

03: Preparamos el resto de verduras y fruta de la ensalada. Montamos

Lavamos las hojas de espinacas frescas y de rúcula y las centrifugamos con el centrifugador de ensaladas o las escurrimos bien. Es muy importante secarlas bien para que no nos quede una ensalada aguada.

Lavamos los rabanitos y los cortamos en rodajas finitas; aportarán un contraste de color rojo- blanco muy bonito, además de su intenso sabor picante y refrescante.

Pelamos y troceamos el mango en cubos no muy grandes. Te puede resultar útil este post sobre cómo cortar y pelar un mango.

Desgranamos la granada. Te dejo también unas indicaciones muy útiles sobre cómo pelar y desgranar una granada.

Pelamos los aguacates y los cortamos en tiras. Para que no se oxiden las tiras de aguacate mientras terminamos de montar la ensalada, las rociamos con zumo de limón. Pincha en este enlace para saber cómo pelar y cortar un aguacate para que te quede perfecto.

Para emplatar la ensalada comenzamos poniendo una cama de brotes de espinacas y rúcula. Añadimos encima las rodajas de patatas violeta, disponemos sobre ellas las rodajas de rabanitos haciendo un círculo y colocamos en el centro los dados de mango y los granos de granada. Por último, añadimos las tiras de aguacate intercalándolas sobre las rodajas de rabanitos.

04: Servimos la ensalada de patatas violeta, rabanitos, mango y granada con salsa de yogur

Es recomendable añadir el aguacate cuando vayamos a servir la ensalada, porque aunque lo hayamos pintado con zumo de limón, tiende a oxidarse y oscurecerse.

Añadimos sobre el conjunto unas gotas de la salsa de yogur y espolvoreamos por encima unos trocitos de pistachos tostados. Me gusta también añadir un hilo de aceite de oliva sobre las hojas verdes para darles un poco de brillo. Servimos el resto de la salsa en una salsera para que cada uno aliñe la ensalada a su gusto.

Resultado

Esta ensalada es un excelente primer plato y si lo acompañamos de una ración de pescado o carne a la plancha será un comida ligera perfecta, además de muy sabrosa.

Si queremos convertir esta ensalada en plato único podemos añadirle algo de proteína como unas tiras de salmón o bacalao ahumado, unos langostinos cocidos o unos mejillones abiertos al vapor, por ejemplo. También podemos añadir unos trocitos de queso.

En esta ensalada he utilizado patatas violeta o vitelotte y debo de confesar que el motivo inicial ha sido el estético, porque me encanta su color tan vistoso, con el que conseguimos un bonito contraste de colores. Su sabor es muy similar al de la patata tradicional, aunque quizá sea un poco más suave y con notas a frutos secos, en concreto a mí me recuerda al sabor de las nueces.

Esta variedad de patata se distingue por tener una piel morada, casi negra con muchos ojos hundidos, y una carne de color violeta que puede variar en su tonalidad, e incluso mostrar tonos más azulados o jaspeados con tonos blanquecinos según la pieza.

El segundo motivo para incluirlas en la receta han sido sus numerosas propiedades nutricionales. El color violeta de estas patatas, igual que en el caso de otras frutas y verduras de colores que van del rojo al morado (grosellas, arándanos, cebolla morada, por ejemplo) es debido a las antocianinas. Diversos estudios han mostrado que las antocianinas tienen efectos terapéuticos y son antioxidantes, es decir, reducen los radicales libres y con ello los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares y patologías neurológicas.

Por tanto, ¡anímate a poner color en tu mesa!, tendrá mejor presencia y además tu salud te lo agradecerá.