Actualmente en el mundo de la ya denominada “cultura healthy” existen multitud de dietas o formas de alimentación diferentes. Por supuesto, todas ellas tienen sus defensores y sus detractores, y la realidad es que ninguna es la correcta. Desde la dieta paleo hasta la dieta mediterránea, pasando por el ayuno intermitente o la dieta Dukan. Repito, la dieta perfecta no existe, porque ninguna dieta se adapta igual a todo el mundo, ni al tiempo disponible de cada uno, ni a los recursos disponibles de cada población. Existirán algunas más o menos recomendables, pero ninguna es la ideal, y por lo visto tampoco la genética puede decidir eso según algunos estudios, aunque otros trabajos sí defienden la relación entre genética y dieta.

Entre todas estas “dietas de moda”, podemos nombrar la dieta cetogénica, el ayuno intermitente, la dieta mediterránea y la dieta DASH, y no nos podemos olvidar de la dieta paleolítica o más abreviadamente conocida como “dieta paleo”, en la cual nos centraremos hoy.

Antes de empezar, y desde la opinión personal y médica, creo que ninguna dieta debería evitar determinados alimentos. No nos equivoquemos, evitar los alimentos procesados no es “eliminar alimentos”, sino eliminar “sustancias comestibles”, porque eso no debería siquiera catalogarse como alimento. Sin embargo, la dieta paleo sí aconseja evitar algunos tipos de alimentos tales como los lácteos, las legumbres o alimentos ricos en almidón como las patatas, como comentaremos más adelante.

En qué consiste la dieta paleo o paleolítica

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Según los creadores de la dieta paleo, popularizada por el gastroenterólogo Walter L. Voegtlin, la dieta paleo sería un tipo de alimentación basada en la idea de parecerse todo lo posible al modo de alimentarse de nuestros antepasados de la Edad de Piedra, antes del desarrollo de la agricultura.

La dieta paleo se basaría en ingerir “grandes cantidades de proteína y grasa”, a partir de alimentos como la carne y el pescado, y en menor medida carbohidratos. Esto en realidad no sería tan extremista, ya que el consumo promedio en las poblaciones estudiadas con una dieta paleo suele oscilar entre el 30-40% de carbohidratos (son bajas en carbohidratos, pero no extremistas). Sin embargo, cabe recordar que la dieta paleo recomienda alimentos y no macronutrientes, y existen estudios que indican que algunos tipos de poblaciones llegan a consumir hasta el 70% de carbohidratos (como los habitantes de Kitava), mientras que otros tan solo consumen un 10% de carbohidratos en su alimentación (como los Inuit), y su tipo de alimentación sigue siendo similar a la dieta paleo a pesar de estos extremos en porcentajes.

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Así pues, la dieta paleo recomienda alimentos más ricos en proteína y grasa, como son la carne y el pescado, pero no descuida otros como los huecos e incluso los insectos. Asimismo, aunque desaconseja algunos alimentos como las patatas, lácteos y legumbres, sí recomienda el consumo de vegetales, tubérculos, frutos secos y frutas. De hecho, estos últimos llegaban a representar el 70% de las calorías totales en algunas poblaciones estudiadas cuya alimentación se basaba en una dieta paleo.

Esencialmente, la dieta paleo no recomienda alimentos, sino que más bien desaconseja alimentos. La premisa de esta dieta es consumir alimentos lo más parecidos posible a aquellos que consumían nuestros antepasados. Por tanto, en una dieta paleo se desaconseja el consumo de alimentos procesados por un lado, y lácteos, legumbres y alimentos ricos en almidón por contener los llamados “antinutrientes”, como las lectinas. También desaconseja el consumo de sal en exceso, grasas modificadas o verduras ricas en almidón.

Beneficios de la dieta paleo

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Aunque la dieta paleo ha demostrado tener múltiples beneficios, repasaremos los más relevantes.

Por ejemplo, en el ámbito metabólico, la dieta paleo ha demostrado mejorar el control de la glucosa, mejorar el perfil lipídico (grasas) en sangre e incluso ser más eficaz que la dieta mediterránea para perder grasa abdominal y diámetro de cintura. En definitiva, la dieta paleo ha demostrado disminuir múltiples parámetros de riesgo cardiovascular.

De hecho, en comparación al tipo de alimentación recomendada por las sociedades médicas, como la Asociación Americana del Corazón, la dieta paleo ha demostrado disminuir aún más el riesgo cardiovascular que dichos tipos de dieta.

En cuanto a la grasa corporal, varios estudios ensalzan el potencial de la dieta paleo, la cual ha demostrado ser capaz de disminuir la grasa hepática y regular los “genes acumuladores de grasa”.

Por su parte, la dieta paleo también ha demostrado tener beneficios para mejorar los síntomas del denominado síndrome metabólico, caracterizado por un mal control del azúcar en sangre, hipertensión arterial, alteración del colesterol y triglicéridos en sangre y exceso de grasa abdominal.

Para finalizar, son muchos los estudios que han relacionado a la dieta paleo con la pérdida de peso de forma eficaz gracias a su poder saciante por estar basada en alimentos naturales, evitando los ultraprocesados.

Inconvenientes y críticas a la dieta paleo

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Algunas de las críticas sufridas por la dieta paleo tienen más que ver con el ámbito detallista que con la salud, ya que este tipo de alimentación ha demostrado seguridad a largo plazoademás de su efectividad.

Por ejemplo, una de las críticas mayoritarias es que se trata de una dieta hiperproteica por estar basada en un mayor consumo de carne y pescado. Sin embargo, como hemos comentado anteriormente, la dieta paleo también aconseja el consumo de alimentos tales como tubérculos, frutas, verduras, frutos secos y aceites no procesados, los cuales se consumían en elevados porcentajes en algunas poblaciones ancestrales. La dieta paleo aconseja alimentos naturales, y no macronutrientes como tal.

Por otro lado, también suele criticarse que este tipo de alimentación resulta más caro. La realidad es que sí, una dieta paleo es “más cara”, pero no significativamente superior a una dieta occidental. De hecho, a largo plazo, lo barato suele salir caro, pues la dieta occidental sí se ha relacionado con multitud de enfermedades con todo el gasto que ello conlleva. Por tanto, podemos decir que una alimentación saludable (sea dieta paleo, dieta mediterránea o dieta DASH, entre otras) suelen resultar más caras de media respecto a la alimentación occidental, pero solo en la teoría y a corto plazo.

Finalmente, algunos detractores de la dieta paleo sugieren que los hombres de la Edad de Piedra no desarrollaban enfermedades metabólicas porque no solían vivir más de 20 o 30 años. Esto es correcto, pero con un enfoque equivocado, ya que sabemos que lo que sucedía en esta época es que existía una elevada mortalidad infantil y, si se sobrevivía, la edad media se elevaba hasta los 54 años. De hecho, las muertes en el Paleolítico solían deberse a infecciones y traumatismos más que a la alimentación. De hecho, tras la creación de la agricultura, la esperanza de vida cayó por su alimentación basada en cereales (la cual es menos nutritivas que la alimentación que aconseja la dieta paleo). Incluso a mediados del siglo XIX hubo una menor esperanza de vida en algunas ciudades inglesas que en el Paleolítico, ya que hubo una mortalidad infantil similar, pero la escasa higiene y las infecciones hicieron el resto.

De hecho, un estudio publicado en The Lancet el pasado 2017 llegó a la conclusión de que una dieta paleo evita las enfermedades cardiovasculares, una de las principales causas de mortalidad en nuestro medio, ya que los ancianos mayores de 75 años que seguían este tipo de alimentación tenían un riesgo hasta cinco veces menor de enfermedad cardiovascular que los individuos de una sociedad occidental.

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En conclusión, desde el punto de vista médico, una dieta paleo sí es recomendable por todos los beneficios que ha demostrado. Aunque, por otro lado, el hecho de que evite alimentos tales como lácteos o legumbres no me parece acertado.

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