Probablemente muchos de vosotros no habréis hecho nunca mermelada porque pensaréis que es muy complicado, que requiere bastante tiempo (esto sí es cierto) o que podéis fastidiarla con las proporciones de fruta y azúcar. En realidad, hacer mermelada es tan fácil que podéis arriesgaros fácilmente a probar combinaciones nuevas de frutas, porque resulta muy difícil que os salga algo incomestible. Por eso os traigo aquí esta receta, apta para “manazas” de la cocina amantes de las emociones fuertes (porque lo cierto es que queda un tanto picante). Y es que ya os digo que la mermelada es una cosa tan agradecida, que en seguida le pierdes el respeto y, cuando te aburres, empiezas a innovar; de hecho la receta que pongo como ejemplo es producto de una tarde aburrida. Yo ya la he probado para alegrar una merluza a la plancha o un muslo de pato en confit y no he recibido más que alabanzas; eso sí, sólo es apta para los amantes de los sabores intensos.

 

Preparación

Lo primero es picar la fruta y para ello pelamos la naranja procurando no dejar nada blanco, troceamos cada gajo en 3 o 4 trozos y los reservamos en un bol grande. Después picamos la lima en los trocitos más pequeños que podamos (yo la piqué en cuadraditos de no más de 3-4 mm de lado) y la ponemos en el mismo bol. Yo, como estaba haciendo una prueba y no me importaba si el sabor salía amargo (nos encanta la mermelada inglesa de naranja amarga) añadí las dos limas con piel, pero vosotros podéis pelarlas y os quedará una mermelada más dulce, aunque con el toque picante del jengibre.

Hablando del jengibre, tendréis que pelar y picar en dados grandes como de 1-2 cm de lado la zanahoria y el jengibre. Después, con un rallador o con el accesorio picador de la batidora, batís el jengibre y la zanahoria juntos hasta que os queden trozos pequeñitos.

Elegí zanahoria para ser picada junto con el jengibre porque ambos tienen una consistencia muy parecida y la zanahoria está dulce y se lleva muy bien con la naranja. Es una forma de “suavizar” la mermelada (aunque ya veréis que os queda muy intensa).

En una cazuela ancha donde quepa todo sin formar capas, echa la zanahoria picada con jengibre y los trozos de naranja y lima, con agua suficiente para que se cubran, ni una gota más. Luego ponlo todo a fuego muy suave. Esto es común a todas las recetas de mermelada.

Cuando la mezcla ya está caliente, con el mazo de un mortero aplasta suavemente los trozos grandes de naranja en la misma olla para que suelte todo su jugo mientras se va calentando. Esto sólo necesitas hacerlo cuando en vez de utilizar puré de frutas tu mermelada lleva trozos grandes. Así ayudas a que el jugo de la fruta se mezcle con el azúcar.

Llena un vaso de agua hasta el borde y otro del mismo tamaño con azúcar blanquilla y déjalos al lado de la cazuela. Necesitarás añadir agua y azúcar en pequeñas cantidades a lo largo de todo el proceso, por lo que te vendrá bien tener el agua y el azúcar a mano. Además, al tenerlo en vasos podrás recordar las cantidades que utilizas más fácilmente para la próxima vez.

Una vez la mezcla haya reducido un poco, añade azúcar (unas cuatro cucharadas para empezar está bien, luego tendrías que ir añadiendo cucharada a cucharada) y un chorrito de agua. Remueve la mezcla y deja que reduzca a fuego muy muy suave (no más de una tercera parte de la potencia de tu cocina).

Revisa la mezcla a los pocos minutos minutos. Si está muy espesa añádele agua, si sigue muy líquida añádele azúcar. En general, hace falta revisar, rectificar de agua y azúcar y remover cada 4 o 5 minutos, aunque en el primer ciclo —revisar, añadir agua y/o azúcar y remover— tendrás que estar un poco más pegado a la olla. Esta receta es larga, pero no requiere mucha atención y lo bueno es que si la “pifias” siempre puedes rectificar a tiempo: lo único importante es que el fuego siempre esté muy suave.

Después de unos 40 minutos y tras aproximadamente tres cuartos de vaso de azúcar gastado (es lo que utilicé yo pero todo depende de la dulzura de la fruta, del tiempo de cocción y de miles de cosas, por eso me niego a dar proporciones) la mermelada ya está hecha y con la consistencia que veis en la foto. Esta mermelada en concreto no sirve para poner en una tostada porque es amarga y picante, pero sobre un muslo de pato en confit o una pieza de pescado azul a la plancha os puede dar muchas alegrías.

En general la receta que os he dado se aplica para cualquier tipo de fruta e incluso hortalizas: probad sólo con naranja (el resultado quedará mucho más suave), con cebollas, con higos, con cerezas, con albaricoque, con manzana, con fresas… Pocas cosas son tan sencillas de hacer y dan tantas satisfacciones como una mermelada casera.

Tiempo: 1 hora

Dificultad: 3/5

Digestión: 2/5

Precio: 2€

Noticias relacionadas