A veces nos sentimos necesitados de algo dulce, muy dulce, un capricho lo llaman algunos, pero al igual que el chocolate, el azúcar, a parte de producir cierta adicción,  en ocasiones nos apetece más como una necesidad fisiológica que como un “capricho”. Y es que el azúcar produce muchísima energía, y no sólo si estamos haciendo ejercicio. El cerebro consume mucha glucosa si se le ejercita, la cuestión es que esta receta es extra-dulce, pero a la vez, su base es  muy sana, unos plátanos. Un postre diferente, sencillo de hacer y sorprendente al paladar, porque no todo lo dulce es igual .

Preparación

Esta es una receta muy rápida, así que atentos. Lo primero es cortar los plátanos por la mitad, no hace falta quitarles la piel, y colocarlos en una bandeja de horno.

En una cazuela poner a fuego medio la miel, dos cucharadas de agua, la canela, el anís y la vaina de vainilla cortada por la mitad para que salgan las semillas. Dejarlo que cueza y después apagarlo y taparlo unos minutos para que infusione la mezcla.

Cuando esté listo bañar los plátanos con la salsa de miel y meterlos en el horno a 180º en modo gratinar hasta que estén bien doraditos.

Para terminar, acompañarlos con nata montada y comer en caliente.

 

Resultado

Me ha sorprendido mucho el resultado de este plato porque, aunque es muy dulce, el sabor de las especias mezcladas con la miel es muy diferente al que encontramos en los postres más comunes. Además los ingredientes se funden en caliente y el resultado es espectacular.

Tiempo: 20 min

Dificultad: 1/5

Digestión: 2/5

Precio: 3€

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