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Los bocadillos más populares de Valencia que tienes que probar sí o sí si viajas a la 'terreta': son una locura
En Valencia, la cultura del bocadillo cobra otra dimensión. Estos no se pueden dejar escapar.
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En la Comunidad Valenciana, y muy especialmente en la ciudad de Valencia, el almuerzo es una suerte de liturgia.
La parada para reponer fuerzas a media mañana es una auténtica institución, una pausa que, entre las 9:30 y las 11:30 de la mañana, reúne a trabajadores, estudiantes y jubilados en bares y terrazas para disfrutar de una tradición profundamente arraigada: el esmorzaret.
Y, como allá donde fueres, haz lo que vieres, estando en la capital del Turia, este brunch a la valenciana es una experiencia que ningún visitante debería perderse.
Los bocadillos por los que merece la pena viajar a Valencia
En este ritual del almuerzo suele empezar por una picaeta (aceitunas, almendras, cacahuetes) y pasar a mayores con uno de los bocadillos que son parte de la historia gastronómica de esta ciudad mediterránea.
Entre los bocados más celebrados para esta hora del día, hay tres que hay que probar sí o sí y son el chivito, el almussafes y la brascada.
El chivito valenciano
El chivito es posiblemente uno de los bocadillos más completos y suculentos, no solo de Valencia. Se trata de una combinación que puede parecer exagerada a primera vista, lo que se dice una ‘gochada’, pero que en la práctica funciona a la perfección.
Para elaborarlo, necesitamos lomo de cerdo a la plancha, que es la base proteica del bocadillo. A este le añadimos beicon crujiente, queso fundido (generalmente tipo havarti o gouda), lechuga fresca, rodajas de tomate y mayonesa.
El toque final se lo da un huevo frito que corona el conjunto y que, al romperse dentro de la barra de pan tostado, empapa el resto de los ingredientes con su yema aportando una jugosidad que resulta adictiva.
Aunque su nombre pueda llevar a pensar que contiene carne de chivo, en realidad, el chivito valenciano no tiene nada que ver con este animal.
Se cree que el nombre viene de la popularización del bocadillo en los años 80, coincidiendo con una tendencia similar en algunas zonas de Sudamérica donde el “chivito” sí se hace con carne de cabrito.
Aquí, sin embargo, se adaptó a los gustos locales con productos más asequibles y cercanos.
Almussafes, el bocadillo imprescindible
Otro bocadillo imprescindible es el almussafes, llamado así por el municipio homónimo situado en la comarca de la Ribera Baja.
Su preparación comienza con longaniza fresca, que se cocina a la plancha hasta que quede bien hecha por dentro y ligeramente dorada por fuera.
El pan se tuesta ligeramente y se unta con sobrasada, que se funde con el calor del pan y la longaniza, y finalmente queso, que también debe fundirse para integrarse bien en el conjunto.
La mezcla de la grasa de la sobrasada con el queso fundido y el sabor especiado de la longaniza crea un bocado equilibrado y exquisito en cuanto a sabor.
Su origen, como el de muchos platos populares, no está del todo documentado, pero se atribuye a bares locales de Almussafes que comenzaron a servirlo en los años 90, logrando tal éxito que pronto se extendió por toda la provincia.
Brascada, el bocadillo más elegante
La brascada es, probablemente, el bocadillo con más elegancia y lujo de la gastronomía valenciana del almuerzo.
Se prepara con filetes finos de ternera, que se cocinan a la plancha para que queden tiernos, pero bien marcados. Sobre ellos colocamos jamón serrano de buena calidad, que con el calor de la carne empieza a sudar y a potenciar su sabor.
Para dar jugosidad al conjunto, en este bocadillo se añade cebolla caramelizada. Todo se introduce en pan de barra crujiente y se sirve caliente.
El nombre de la brascada viene del hecho de que la carne se hacía a la brasa, de ahí el término “brasca” o “brascar” en valenciano. Aunque hoy en día, por comodidad, se hace a la plancha.
Otros bocadillos valencianos
Además de estos tres iconos, hay otros bocadillos que completan el universo del esmorzaret. El blanco y negro, con longaniza blanca y morcilla, es un clásico que recuerda los sabores más tradicionales del embutido.
El figatell, una especie de hamburguesa local hecha con carne picada y vísceras, representa la herencia más humilde de la cocina de aprovechamiento.
También encontramos el bocadillo de tortilla con habas, que es un homenaje a la huerta valenciana, y el llamado bikini, una versión del clásico sándwich mixto con jamón y queso fundido.
Sin duda, cualquiera de ellos, será una gran experiencia para saciar el hambre en la terreta.