El secreto para conseguir en casa unas patatas bravas brutalmente deliciosas consiste en usar una variedad de patatas adecuada (kennebec gallega y agria son siempre sinónimo de éxito) y poner un poco de mimo a la hora de elaborar la receta que, dicho sea de paso, no puede ser más sencilla.

Ingredientes

Para las patatas fritas

  • Patatas medianas, 6
  • Aceite de oliva
  • Sal

Para la salsa brava

  • Tomate frito, 300 g
  • Ajo, 4 dientes
  • Cebolla, 1 mediana
  • Guindillas, 2
  • Laurel, 1 hoja
  • Jamón serrano, 60 g
  • Aceite de oliva virgen extra, 30 ml
  • Carne de pimiento choricero, 1 cucharadita
  • Salsa de chili y ajo, 1 cucharadita (opcional)
  • Pimentón picante, 1/2 cucharadita (o un poco más o menos según gustos)
  • Vinagre blanco, 30 ml
  • Comino en polvo, 1/8 cucharadita (una pizca)

01: Freír las patatas

Pelamos las patatas, las lavamos, las secamos bien, y las cortamos en dados de 2,5 cm de lado. En una sartén honda o freidora ponemos a calentar abundante aceite a fuego medio-bajo en la que confitaremos las patatas a fuego lento hasta que estén tiernas.

Cuando las patatas estén tiernas, las sacamos del aceite -si usamos freidora eléctrica bastará con subir la cesta-. Mientras se fríen las patatas iremos haciendo la salsa y, cuando la salsa esté lista, subimos el fuego de la sartén hasta que el aceite alcance una temperatura de unos 180ºC y le damos una segunda fritura a las patatas para que queden doradas y crujientes por fuera. Cuando lo estén, las sacamos de aceite, las servimos en una fuente y las salamos ligeramente.

02: Preparar la salsa brava de tomate para patatas

En otra sartén, ponemos a calentar los 30 ml de aceite de oliva virgen extra a fuego lento. Añadimos los dientes de ajo pelados y finamente picados, los salteamos hasta que empiecen a "bailar". Añadimos la cebolla picada en brunoise, las guindillas y la hoja de laurel. Dejamos sofreír hasta que la cebolla esté tierna.

Añadimos el pimentón picante, mezclamos con cuidado de que no se queme, añadimos el vinagre, el jamón serrano bien picado, la carne de pimiento choricero, la salsa de chile y ajo, el comino y el tomate frito. Dejamos cocinar a fuego bajo durante cinco minutos.

Retiramos la hoja de laurel y las guindillas y trituramos la salsa con ayuda de la batidora.

03: Servir

Cuando estén listas las patatas y la salsa, servimos inmediatamente. Podemos servirlas en raciones individuales con la salsa por encima o bien poner las patatas en una bandeja grande al centro de la mesa con la salsa en un cuenco en el centro de la bandeja y unos palillos grandes de brocheta para que cada comensal vaya cogiendo patatas y mojándolas en la salsa, que es mi opción favorita porque así las patatas se mantienen crujientes hasta el final.

Notas

Estas patatas bravas son un auténtico vicio, aunque confieso que no es la única receta de este plato que me vuelve loca, sino que tengo el corazón dividido entre dos. Por un lado están estas, con una salsa brava de tomate inspirada en una receta que le vi hacer a Alberto Chicote hace años en uno de los primeros programas de Pesadilla en la cocina, y por otro, la que yo llamo salsa brava de cebolla, que queda de un color menos llamativo, pero que también es un espectáculo. No os hago spoiler porque no tardaré mucho en compartir la receta con vosotros.

Si os gustan las patatas bravas con un toque de alioli está receta es perfecta. Y, si os parece, mientras dejo que pasen unos días antes de contaros la otra versión, nos podéis ir contando cuál es vuestra salsa favorita para patatas bravas. Podéis hacerlo etiquetándonos en cualquiera de nuestras redes sociales, Facebook o Instagram.