
Un plato de huevos revueltos iStock
Ni más grasa ni sartén antiadherente: el truco más fácil para que los huevos revueltos no se peguen nunca
Una receta que siempre es muy socorrida, pero que alguna vez nos ha tocado rascar del fondo de la sartén.
Más información: Ni mojar la espumadera ni usar más aceite: el sencillo truco para sacar el huevo frito de la sartén sin que se rompa
Somos muchos los que alguna vez hemos optado por lo fácil y hemos elegido los huevos revueltos para no tener que pasar por el trance de tener que darle la vuelta a una tortilla o arriesgarnos a terminar con unos huevos rotos. Cuántas veces, pensando que hacíamos una apuesta segura, hemos terminado con un amasijo de huevo pegado al fondo de la sartén.
No es que no sepamos cocinarlos, es que los huevos, en cualquiera de sus formas más comunes, fritos, en tortilla o revueltos, tienen esa indeseable tendencia a pegarse con facilidad debido a su alto contenido en proteínas, especialmente, a la albúmina presente en las claras.
Cuando las proteínas entran en contacto con una superficie caliente, comienzan a coagularse rápidamente y, si no hay suficiente grasa o si la temperatura no es la adecuada, se adhieren con firmeza al metal incrustándose en éste. En el caso de la tortilla o los huevos revueltos, al no utilizarse apenas aceite, las probabilidades de que se peguen son mayores y, con ello, aumentan las papeletas para acabar sin cena y teniendo que dedicarle a la sartén una buena sesión de estropajo.
¿Algún truco para evitar esto? La clave está en dominar la temperatura y saber calcular cuál es el momento preciso para echar el huevo en la sartén. En cuanto se controla el truco, no hay sartén que se resista, incluso las de acero inoxidable sin antiadherente.
El truco de la gota de agua para que no se peguen los huevos
Si la sartén no está a la temperatura adecuada en el momento de echar los huevos batidos, se pegarán como si fueran pegamento de contacto. El primer paso es calentar bien la sartén antes de echar el aceite o el huevo. No es necesario utilizar un termómetro para comprobar si está lista, pues solo necesitamos una simple gota de agua para saberlo. Basta con salpicar unas cuantas gotas de agua sobre la sartén, si éstas burbujean y se evaporan enseguida, es que aún es pronto y tenemos que seguir calentando un poco más.
Cuando las gotas de agua "bailen" deslizándose sobre el fondo de la sartén, sin mojarla, como si estuvieran levitando, esa será la señal que nos indica que ya podemos echar los huevos en la sartén.
Una vez precalentada la sartén, la engrasaremos con una pequeña cantidad de aceite o mantequilla que podemos extender con ayuda de un trozo de papel de cocina bien doblado para no quemarnos. Ya solo queda verter los huevos batidos, que habremos sazonado a nuestro gusto con sal y pimienta.
Al incorporar los huevos a la sartén, debemos reducir inmediatamente el fuego a medio-bajo. La cocción lenta es esencial para que los huevos se mantengan cremosos y para evitar que se agarren al fondo. Esperaremos unos segundos a que los huevos comiencen a cuajar y empezaremos a romperlos con una espátula de silicona, levantándolos del fondo de la sartén y empujándolos desde los bordes hacia el centro.
Para que los huevos revueltos no queden secos, se deben retirar del fuego cuando aún estén bastante cremosos, ya que continuarán cocinándose con el calor residual de la sartén. Dejar que se cocinen en exceso no solo afecta la textura, sino que también aumenta el riesgo de que se adhieran. Siguiendo estos pasos con atención, podremos disfrutar de unos huevos revueltos incluso en una sartén de acero inoxidable, sin necesidad de teflón u otros recubrimientos antiadherentes.
Para llevar los huevos revueltos al siguiente nivel
Aunque los huevos revueltos solo con sal y pimienta son una de las guarniciones más sencillas para aportar una ración de proteínas en cualquier comida del día, son también muy versátiles y combinan con una larga lista de ingredientes que se pueden incorporar tanto en el revuelto como al final a modo de topping.
Una forma sencilla y muy utilizada por los cocineros para enriquecer los huevos revueltos es añadir quesos que fundan bien y aporten cremosidad. El queso cheddar rallado, el gruyère o un poco de queso azul pueden transformar por completo este plato tan socorrido. Basta con incorporarlos cuando los huevos empiezan a cuajar, para que se fundan sin que se separen los ingredientes. También se puede optar por un toque de sabor más suave incorporando una cucharada de queso crema o de ricotta justo antes de retirarlos del fuego.
Otra opción que siempre es un éxito es añadir algunas verduras salteadas previamente. Espinacas, champiñones, pimientos, cebolla caramelizada o tomates cherry pueden se integran perfectamente con los huevos revueltos, siempre que se cocinen aparte y se mezclen en el último momento para no aportar humedad excesiva. Este tipo de combinaciones no solo enriquecen el sabor, sino que aportan nuevas texturas y valor nutricional, normalmente en forma de fibra añadida, haciendo del plato una opción más completa.
Sin olvidarnos de los ingredientes cárnicos como trozos de bacon crujiente, jamón serrano, salchicha desmenuzada o incluso sobras de pollo asado pueden incorporarse solos o combinados con algunos vegetales. También se puede jugar espolvoreando el revuelto con hierbas frescas una vez emplatado, un toque final de cebollino, perejil, albahaca o eneldo aportará frescor y nuevos matices de sabor.