
Jamón serrano.
Ni papel de charcutería ni film: el sencillo truco que evita que el embutido se reseque en la nevera
Si quieres que el embutido no se reseque ni pierda sabor tras abrirlo, hay un truco que evita errores comunes como usar papel film o de charcutería.
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Los embutidos son muy consumidos en España, donde habitualmente se utilizan como aperitivo, en un bocadillo o simplemente para preparar otras muchas recetas. El problema que nos encontramos en muchas ocasiones es que, una vez abiertos, no se conservan en las mejores condiciones, pero esto se puede evitar adoptando unos buenos hábitos en la cocina.
Con unos pequeños gestos se puede marcar la diferencia tanto en sabor como en sostenibilidad, por lo que si en alguna ocasión te has encontrado con que las lonchas de jamón o chorizo conservadas en su papel original que ya no están en el mejor estado y no quieres que te vuelva a ocurrir, debes conocer un sencillo truco para conservar el embutido sin que se seque.
Para empezar, hay que olvidarse del papel de charcutería o del habitual papel film transparente que tanto nos acompañan en la cocina. Si bien es cierto que ambos pueden ser útiles para un corto plazo, si se busca que el embutido se mantenga fresco y jugoso durante más tiempo, existe otra forma de conservación a la que recurrir.
La mejor opción es usar un buen recipiente hermético, preferiblemente que sea de vidrio o de plástico libre de BPA. Este método es muy útil e interesante, ya que además de conseguir alargar la vida útil del embutido, permite mantener su sabor y textura original, y con la comodidad de no tener que envolverlo una y otra vez si se usa en varias ocasiones.
Los expertos coinciden a la hora de asegurar que el truco radica en que el embutido se mantenga en un entorno en el que no haya lugar para cambios bruscos de temperatura ni una exposición directa al aire. Los tuppers con cierre hermético son, de esta forma, los mejores aliados para asegurar la correcta conservación del embutido.
Además, si el recipiente es transparente, también tiene la ventaja adicional de que se puede ver el contenido, lo que puede ayudar a la hora de planificar comidas. De igual modo, es recomendable separar los embutidos por tipo en diferentes recipientes y no mezclar unos con otros, de forma que se evite que puedan llegar a mezclarse olores y sabores, lo que podría afectar negativamente a estos alimentos almacenados.
Cómo guardar bien los alimentos en la nevera
Conservar adecuadamente los alimentos es imprescindible para evitar que se puedan desarrollar bacterias que pueden provocar intoxicaciones alimentarias, como la salmonella, la E.Coli o la Campylobacter, entre otras. Por este motivo, conviene seguir las recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) para reducir todo lo posible el riesgo de que proliferen bacterias y para extender la vida útil de los productos.
Para la AESAN, la temperatura ideal del frigorífico se sitúa entre los 0 y los 5 °C, además de recomendar que se mantenga la puerta abierta el menor tiempo posible para evitar las fluctuaciones de temperatura. Más allá de tener estas consideraciones presentes, hay que conocer cuál es la mejor manera de conservar los alimentos según su organización:
- Puerta de la nevera: la puerta de la nevera es uno de los espacios que tenemos más a mano dentro de este electrodoméstico, pero antes de utilizarlo tenemos que tener en cuenta que está muy expuesta a los cambios de temperatura, por lo que no es apropiada para conservar productos perecederos. Sí lo es para alimentos listos para consumir, como mermelada, mantequilla, bebidas o kétchup.
- Estantes superiores: en los estantes más elevados del frigorífico se deben colocar aquellos alimentos que ya han sido cocinados y que están listos para su consumo, los quesos, los yogures y las sobras de comida. La razón es que son estantes, que mantienen una temperatura estable y que los mantiene alejados de los alimentos crudos.
- Estantes intermedios: por su parte, los estantes intermedios de la nevera son los indicados para colocar los huevos, los lácteos, embutidos y platos precocinados. Su ubicación, en el centro del frigorífico, lo hace indicado para permitir un fácil acceso al mismo tiempo que ofrece una temperatura apropiada para su correcta conservación.
- Estantes y cajones inferiores: los vegetales y las frutas se tienen que almacenar en los cajones inferiores del frigorífico, ya que son los espacios más húmedos y fríos. Al ser alimentos que se deterioran con rapidez, necesitan de unas condiciones específicas para mantener su frescura.
Más allá de tener en cuenta lo anterior, es importante destacar que hay alimentos que no se deben guardar en la nevera, a pesar de que en algunos de los casos haya quién lo haga, como sucede con los plátanos o los tomates, que, si se introducen en el frigorífico, no madurarán de forma adecuada en el frío. Asimismo, otros alimentos como las cebollas, las patatas y los ajos se deben almacenar en un lugar fresco y seco, fuera de la nevera.
Siguiendo las pautas de almacenamiento que nos recomienda la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) no solo se consigue que los alimentos se conserven en mejor estado durante más tiempo, sino que también ayuda a evitar que se puedan llegar a producir intoxicaciones alimentarias.
En cualquier caso, más allá de estos consejos generales, hay que tener en cuenta las características de cada producto y estar muy pendiente de sus respectivas fechas de caducidad o de consumo preferente para no correr ningún tipo de riesgo a la hora de disfrutar de ellos.