Iris y Bruno Jordán junto a Joaquín Ferrer vecino de Anciles y vocal de la Asociación y Carla García, su presidenta.
La lucha del restaurante del Pirineo Aragonés contra una posible planta de baterías tan grande como el propio pueblo
Desde Ansils, los hermanos Jordan y vecinos denuncian que los planes de Matrix Renewable no traerán beneficios al Valle sino riesgos como el impacto medioambiental, además de consecuencias sociales y para la salud.
Más información: La primera estrella Michelin de los hermanos Iris y Bruno Jordán: un restaurante a 1.200 metros en un pueblo del Pirineo
La alta tensión amenaza con llegar a la alta cocina en el Pirineo Aragonés. La tensión ya lo ha hecho, poniendo en jaque a uno de sus restaurantes con estrella Michelin y vecinos en el pueblo de Anciles.
Este diminuto pueblo que apenas supera los 150 habitantes en el Valle de Benasque, a 1.200 metros de altitud, lleva más de cuatro décadas al calor de la brasa que la familia Jordán ha mantenido encendida.
Desde su restaurante Ansils han tejido una historia de cocina de alta montaña, donde los inviernos son largos y los huertos breves, que ha trascendido el territorio.
Los hermanos Iris y Bruno Jordán en su restaurante Ansils.
Primero con la abuela, después con el padre, y hoy con la tercera generación: Iris y Bruno, que han convertido su restaurante familiar en un faro gastronómico. A sus 30 y 33 años, respectivamente, han devuelto la vida a un proyecto que parecía apagarse y que hoy presume de una estrella Michelin y un Sol Repsol.
Pero el mismo valle que alimenta sus recetas podría verse alterado de manera radical. Un fondo de inversión, Matrix Renewable, proyecta instalar en Anciles y Sesué dos macroplantas de acumulación de energía en baterías de litio de una dimensión tan grande que los vecinos aseguran que rivalizarían en extensión con los propios pueblos.
La tradición en peligro
La pareja de hermanos, que ha hecho de la identidad local un relato gastronómico que conquista paladares internacionales y sirve de espejo de lo que significa vivir en el Pirineo, han querido, junto a sus vecinos, alzar la voz.
"Estamos todos revolucionados, haciendo todo lo que se puede hacer", informa la joven cocinera que procura, desde su posición en el restaurante, añadir su granito de arena.
Los vecinos de Anciles alzan las pancartas en repulsa a los planes del fondo de inversión Matrix Renewable.
Y es que su relato se ve amenazado por un proyecto industrial que, según vecinos y organizaciones locales, choca frontalmente con la filosofía de sostenibilidad que sostiene tanto a la hostelería como al turismo de naturaleza, principales motores económicos del valle.
“Siempre hemos sido 'punkis' en el sentido de que no hemos necesitado un mensaje para hacer algo por lo que nos rodea”, confesaba el mayor en una anterior entrevista con Cocinillas El Español.
"Ninguna comunidad puede aceptar una infraestructura de tal magnitud que altere de forma irreversible su paisaje, ecosistema y modo de vida" aseguran ahora en vista a los planes que Matrix Renewable tiene para su hogar.
La oposición vecinal: David contra Goliat eléctrico
La oposición al proyecto se articula en un frente común. Las críticas apuntan a graves carencias en los estudios ambientales presentados.
Por un lado, la ausencia de la llamada alternativa 0 —es decir, evaluar la posibilidad de no ejecutar la planta—, impacto sobre espacios naturales protegidos como el Parque Natural Posets-Maladeta, riesgos de incendios en una zona de alta vulnerabilidad forestal y un impacto socioeconómico devastador sobre un modelo turístico basado en la belleza del paisaje.
La escala del proyecto planteado se equipara con el tamaño del propio pueblo.
El rechazo no se dirige a las energías renovables, insisten los vecinos, sino a la escala y la ubicación de un proyecto que perciben como ajeno.
“No podemos aceptar que se especule con nuestros ríos y montañas para llenar las arcas de un fondo extranjero, mientras a nosotros nos dejan un paisaje herido y un futuro incierto”, denuncian en un comunicado la plataforma ciudadana que ha tomado cartas en el asunto.
Desde la asociación, su presidenta y vecinos, así como los hermanos Jordán, piden solidaridad y unión en esta lucha que no es única de los que viven en el pueblo, sino de todos los que lo visitan también. Por ello agradecen que se pidan alegaciones a través de este documento que comparten en su perfil de Instagram.
Cocina de resistencia
En este contexto, el restaurante de los Jordán se convierte en símbolo involuntario de resistencia. Su estrella Michelin no es solo un reconocimiento al talento de una joven chef y su hermano, sino también un recordatorio de que el futuro del valle pasa por preservar lo que lo hace único.
En la sala del restaurante, Bruno ofrece con una sonrisa los vinos que mejor dialogan con la trucha de río o el cordero del valle. En la cocina, Iris compone un menú de 22 pases que rescata técnicas ancestrales para reinterpretarlas en clave contemporánea.
Donete de paloma en escabeche de abeto', la tapa ganadora del II Campeonato Oficial de Hostelería de España que comenzó a llevar a Ansils a la fama.
El menú degustación de Iris —un viaje por la memoria gustativa del valle, de las migas de pastor al ternasco reinterpretado— se lee ahora casi como un manifiesto: cada plato rescata un pedazo de identidad que podría desvanecerse bajo la sombra de las baterías de litio.
El contraste no puede ser más elocuente: mientras una generación trabaja por consolidar un modelo de alta cocina de proximidad, otro proyecto amenaza con imponer un paisaje industrial del tamaño de un pueblo.
El debate está servido, y el desenlace aún es incierto. La administración ambiental deberá pronunciarse sobre la viabilidad de la planta, mientras la presión vecinal crece y la polémica se extiende más allá del Pirineo.