Es posible que no, pero yo personalmente alguna vez me he preguntado cómo se hacen las pringles, esa forma que tienen, tan artificial, pero que le dan ese toque especial, precisamente la característica que las hace las patatas fritas más famosas del mundo.

Uno más, de los muchos ejemplos en los que la comida toma otras formas diferentes de las naturales para que nos atraigan más. Los grandes ejemplos son por ejemplo las varitas de merluza, con ese aspecto tan sencillo, rebozadas y fáciles de comer, son la excusa ideal para que un niño coma pescado.

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Aunque, hay veces que algo que tenemos como una cosa y resulta no serlo. Y es lo que pasa con las pringles: El concepto real de patatas fritas, podríamos decir que es cuando cortamos una patata, con la forma que sea, la freímos y el resultado son los “snacks”.

Pero ese no es el proceso que se sigue para llegar a estas “patatas”. Tanto es así, que la empresa de Pringles llegó a afirmar una vez que sus patatas, por su contenido y procesamiento hacía que técnicamente no fueran patatas fritas, lo que tuvo mucha controversia, ya que se dijo que la empresa se auto-saboteó, ya que lo hacía para evitar los impuestos de lujo que Reino Unido impone a las patatas fritas, porque siendo un simple “snack” se convertía en un alimento necesario.

En vez de pelar patatas, cortarlas en láminas y freírlas, para las pringles se parte de una especie de papilla de arroz, trigo, maíz y patata. Ésta papilla se extiende en láminas y la máquina hace el resto para cortarlas y quitar el sobrante.

Después pasa por una cinta transportadora y se presiona en moldes que se mueven por aceite hirviendo. De esta forma se fríen y se queda su forma característica. Cuando están secas se les añade el sabor en polvo y vuelven a otra cinta, que lleva a las latas que nos llegan a casa.

Para que os quede más claro, os dejamos con un vídeo del proceso:

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