Alicante cuenta con una de las luces más increíbles de todo el Mediterráneo.
Alicante en el paraíso gastronómico por derecho: así se come en la Capital Española de la Gastronomía
La ciudad ofrece una variedad gastronómica tanto en productos como en restaurantes, que la hanconvertido en un sitio único para sentarse a la mesa.
Más información: Ni el caldo ni el sofrito: el truco estrella de los alicantinos para que todos los arroces queden irresistibles
Vivir entre una exuberante huerta y un agradecido mar Mediterráneo tiene sus ventajas, sobre todo a la hora de poner la mesa. La variedad de verduras, frutas, pescados, mariscos, carnes o arroces hacen que elegir qué comer en Alicante se convierta en un sabroso dilema.
Por eso, no es de extrañar que este paraíso culinario se haya convertido en la Capital de la Gastronomía de España para este año, una oportunidad única para conocer la cocina alicantina si hubiera algún despistado que aún no la tiene en su radar, y volver a disfrutar de la esencia mediterránea de una ciudad hecha para comérsela.
Se trata de un premio que reconoce a las ciudades que han sabido colocar a la mesa en el centro de la tradición, de la cultura y como un atractivo turístico por sí misma tanto a nivel nacional como internacional. Y eso en Alicante, no es sólo un galardón, es un modo de vida.
Una de las terrazas en Alicante.
No hay mejor forma de conocer la increíble cultura de Alicante que sentarse en una de sus terrazas, al aire libre, disfrutando de la luz de la ciudad y descubriendo en pequeños platos una gastronomía llena de matices, de encuentros de distintas culturas y de raíces históricas.
Si entre sus calles podemos recorrer calles estrechas y empinadas en el famoso barrio de Santa Cruz que corona el Castillo de Santa Bárbara, en la gastronomía alicantina podemos recoger esa tradición en parte de sus arroces, sobre todo en el de costra, o en los dulces de almendra y miel que tienen su máxima expresión en el turrón.
Si buscamos la tradición de los antiguos romanos en la famosa Lucentum de la que aún quedan restos, también podemos degustarla en los platos de salazones, como el bonito, la hueva, la mojama o los capellanes, que son una de las mayores exquisiteces de la gastronomía de esta ciudad de luz.
La Reconquista no se quedó atrás en la transformación de la ciudad con la Basílica de Santa María y llevando los arrabales hasta el mar. Y al pescado y al marisco se unieron en la mesa la carne de cerdo y sus embutidos, algunas variedades tan propios como el blanco.
Paella alicantina.
Además, fueron siglos en los que los guisos, como la olleta alicantina, se turnaban con los diferentes arroces para hacer crecer una gastronomía llena de matices pero con dos bases especiadas básicas: el pimentón y el azafrán.
La Ciudad del Arroz
Si hay algo que ha hecho internacionalmente conocido a este emblemático enclave es el arroz, un solo ingrediente y cientos de platos diferentes. Hay arroz negro, arroz con boquerones y espinacas, arroz del senyoret para los más refinados, arroz con conejo y caracoles, arroz de verduras, arroz con bacalao...
Y por supuesto, el arroz a banda, nacido en las cocinas de los pescadores, que resume la esencia de un mar que marca el alma alicantina: un caldo intenso, hecho con morralla y especias, que impregna el grano y lo convierte en un plato de sabor profundo.
Ese arroz rojizo y hecho al punto es más que un plato para los alicantinos. Es un lugar común, de encuentro, de celebraciones públicas y privadas, de una cucharada de felicidad siempre para compartir que acoge alrededor de la paella a amigos y a recién llegados y que demuestra el carácter alegre de toda una ciudad.
Por eso, el plan perfecto es llegar hasta la playa del Postiguet, aspirar la paz del Mediterráneo, pasear por la famosa Explanada y sus mosaicos en forma de olas, y sentarse en una terraza a dejarse conquistar por cualquier variedad de sus arroces sin olvidarnos de pedir un buen vino de la tierra.
La famosa Explanada de Alicante.
Si antes hemos optado por algo fresco del día, como quisquillas, sepionet a la plancha o tellinas que perfuman con un leve toque de limón, el menú es perfecto y el mejor escenario, cualquier taberna del centro histórico, donde la cocina se entrelaza con la conversación y el bullicio de la calle.
El corazón de este Alicante gastronómico abanicado por la huerta y el mar es el Mercado Central, un edificio de principios del siglo XX que no solo es lugar de abastecimiento de los mejores productos de toda la provincia sino que, con las tabernas en su planta baja, se ha convertido en un templo al que acuden todos los feligreses del disfrutar.
Sus puestos rebosan pescados recién traídos de la lonja, frutas y hortalizas de la huerta cercana, embutidos, especias, vinos locales y dulces tradicionales y pasear por sus pasillos es comprender la base de la cocina alicantina: productos frescos, de temporada, ligados a la tierra y al mar.
El momento más caliente
La verdad es que cualquier día es perfecto para visitar Alicante y disfrutar de su mesa. En verano, con la brisa del mar, o en invierno, con el cálido sol del Mediterráneo. Pero si tenemos que señalar una fecha clave son las Hogueras de San Juan, en el mes de junio, una fiesta declarada de Interés Turístico Internacional, que convierten a la ciudad en un hervidero de luz, música y tradición y, sobre todo, fuego.
En estas fechas, la gastronomía adquiere un protagonismo especial con la coca amb tonyina como símbolo festivo, acompañada por la bacora, la breva de temporada, un manjar al alcance de muy pocos por su brevedad y dulzor. Hay que estar en Alicante "por San Juan, porque brevas verás", dice un antiguo refrán al que se aferran todos los amantes de esta increíble fruta.
Por muchas bendiciones que los dioses de todas las culturas que se asentaron en Alicante hayan enviado a la ciudad, su milagro gastronómico no se entiende sin el trabajo de los profesionales de la hostelería que han convertido a la ciudad de la luz en la ciudad de la buena vida.
La vía Láctea vista desde la alicantina isla de Tabarca.
De hecho, en la designación de Alicante como Capital Española de la Gastronomía 2025 tienen mucho que ver los restaurantes de vanguardia que reinterpretan los sabores clásicos, los bares de toda la vida que siguen manteniendo la tradición en sus tapas, los chefs jóvenes que reivindican la sostenibilidad y la cocina de kilómetro cero, y los que durante décadas giran las paellas al fuego para que salga un arroz perfecto.
Ese equilibrio entre innovación y respeto por la tradición convierte a Alicante en un destino donde la experiencia culinaria es completa, donde los restaurantes locales ofrecen sin duda una potente oferta gastronómica de alto nivel que llevará a los visitantes a una experiencia inolvidable de esta tierra.
Durante este año, Alicante ha desplegado una intensa agenda de actividades para mostrar su potencial culinario: jornadas gastronómicas, degustaciones en espacios emblemáticos, ferias de producto local, talleres familiares y encuentros profesionales. Todo con un objetivo claro: difundir la riqueza gastronómica de la ciudad, dinamizar su economía y consolidar su prestigio turístico internacional.