El cáncer a edades avanzadas es un problema cada vez mayor.

El cáncer a edades avanzadas es un problema cada vez mayor. Pablo García Santos El Español

Salud

Los oncólogos alertan de un "tsunami" de cáncer en mayores: España tendrá un 55% más de casos en 2040

El aumento de la esperanza de vida supone un reto, con cada vez más personas de edades avanzadas con cánceres que necesitan ser tratados.

7 junio, 2023 03:19

Un "tsunami oncológico plateado". Así han definido expertos en cáncer de todo el mundo reunidos en Estados Unidos la ola de nuevos casos en personas mayores que se espera de aquí a unos años. La tendencia imparable al envejecimiento de la población global hace temer a los especialistas que los sistemas de salud no sean capaces de afrontar la carga asistencial que les espera. España, lejos de ser una excepción, será de los más afectados.

El congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica, que ha finalizado este martes, ha alertado sobre este maremoto metafórico. Para 2040, se estima que la carga mundial del cáncer sea de 27,5 millones de nuevos casos al año y 16,3 millones de muertes, según la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés). En 2020 hubo 18,1 millones de casos y 9,9 millones de muertes.

Para el mismo periodo, el número de casos de cáncer en España pasará de 260.000 a 341.000, un 31,1% más. Aunque el crecimiento de la incidencia es menor que a nivel mundial (54,9%) debido a que serán los países de ingresos medianos los que más vivirán más el impacto del envejecimiento, nuestro país se encuentra en una situación delicada entre los países desarrollados, pues "el proceso de envejecimiento es más acelerado porque aquí la natalidad es muy baja", explica Josep Maria Borràs, coordinador de la Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud.

"En 2050 seremos el país con más proporción de mayores de 65 años de Europa", continúa. De hecho, seremos el segundo más envejecido del mundo tras Japón, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, "con unas pirámides de edad bastante espectaculares".

Si en 2020 se diagnosticaron 175.700 nuevos cánceres entre los mayores de 65 años, en dos décadas serán 273.700, un 55,8% más, según las estimaciones de la IARC. De ellos, 175.100 (el 64%) será en hombres, y 98.600 (el 36%) en mujeres.

En la actualidad, el 50% de los cánceres de nuestro país se diagnostican en mayores de 64 años, una tendencia estable en los últimos tiempos. Lo que sí ha aumentado es la incidencia del cáncer en mayores de 85 años, "el segmento de edad con más crecimiento en términos relativos. Son pocos pero esto va a ir creciendo".

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De hecho, recuerda cuando un cáncer en mayores de 80 años "a veces ni se diagnosticaba". Con la mayor esperanza de vida y supervivencia al cáncer, se están replanteando hasta los cribados, aumentando la edad en que resulta beneficioso detectar tempranamente los tumores. Este tipo nuevo de pacientes que antes no se tenía en cuenta, con más enfermedades de base, genera una serie de retos que ponen en alerta a los expertos.

Andrew Chapman, director del Sidney Kimmel Cancer Center-Jefferson Health (Estados Unidos), ha advertido en el congreso americano que "lo que a veces se obvia es que los objetivos, necesidades, preferencias y problemas de los adultos mayores son muy diferentes que los de aquellos de mediana edad", ha señalado en unas declaraciones recogidas por The Guardian.

Josep Maria Borràs hace hincapié en este aspecto. "Cuando el paciente de cáncer es de edad avanzada, no tiene un tratamiento tan directo como los pacientes jóvenes porque tiene otras patologías. Son estas las que van a condicionar el tratamiento: hipertensión, diabetes, patología vascular…"

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Sobre esta base tendrá que establecerse el tratamiento oncológico. No 'aguanta' la quimioterapia de la misma forma una persona de 60 años que una de 80. "Hay que tener evaluaciones geriátricas de los pacientes para ver si se pueden beneficiar del tratamiento oncológico completo. Este reto es, desde mi punto de vista, mayor que el incremento del número de casos".

El geriatra Francisco Tarazona profundiza en este aspecto. "En unos 20-30 años, tres de cada cautro pacientes que acuden a las consultas de Oncología tendrán más de 65 años. Nos vamos a encontrar a adultos mayores con enfermedad oncológica y con síndromes geriátricos asociados como fragilidad, malnutrición, sarcopenia, etc. que van a marcar el curso evolutivo del paciente y van a ser los elementos clave tanto en las intervenciones previas a las terapias oncológicas como en la propia decisión de qué terapia es la más adecuada para cada paciente".

La sanidad, "un pozo sin fondo"

Borràs cree, con todo, que el sistema de salud español "está razonablemente preparado" para afrontar esta situación. "Es algo que llevamos potenciando en los últimos 15 años, la atención multidisciplinar, que incluya todas las perspectivas clínicas para saber qué es mejor para el paciente".

Menos optimista se muestra Esperanza Lavilla, secretaria del Grupo Español de Hematogeriatría de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia. "Yo no sé si vamos a estar preparados", reconoce. "Soy hematóloga, me enfrento a enfermedades oncohematológicas todos los días, pero cada vez vienen más acompañadas de otras enfermedades, para las que mi formación es más tangencial".

Para ella, igual que para Borràs, la colaboración con otros especialistas se vuelve esencial, englobada en "unidades multifuncionales donde se atienda al paciente desde varios aspectos: uno solo de nosotros no se puede hacer cargo de todos".

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Ahí, Francisco Tarazona, que es portavoz de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), recuerda que se están empezando a implementar unidades de oncogeriatía y oncohematogeriatría (para cánceres de la sangre), pero "el número de estas unidades no es el ótpimo y se encuentra irregularmente distribuido en el estado".

Hay otra cuestión de fondo: cada vez hay más cáncer pero también más tratamientos y estos no son precisamente baratos. "La sanidad es un pozo sin fondo", apunta Esperanza Lavilla. "Cada vez tenemos más innovaciones terapéuticas eficaces. No solo vamos a tener más diagnósticos sino que viviremos más años porque tendremos mejores tratamientos".

Eso se combina con que "estamos empezando a asistir a un déficit de profesionales sanitarios que la Administración deberá ponerse seria para solventarlo". De ahí tienen que surgir –y lo están haciendo– distintas opciones al modelo hospitalario tradicional, como el ingreso a domicilio y la telemedicina.

La epidemia de la soledad

Por su parte, Mónica Granja, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica, reclama que avances en investigación para que las innovaciones "puedan llegar al mayor número de pacientes posible y seguir cambiando la historia natural de la enfemredad".

Además, "se debe desarrollar una estrategia común que asegure mejores controles de calidad, evaluación y sostenibilidad del sistema, garantizando una equidad en el acceso al tratamiento de los pacientes junto con una atención médica de calidad", y continuar avanzando en los programas de cribado de tumores y en "estrategias de educación sanitaria con el fin de disminuir la incidencia de estas neoplasias bien por su diagnóstico precoz o por disminución de los factores de riesgo modificables".

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En este tsunami hay un problema subyacente y no se refiere al sistema sanitario. Josep Maria Borràs recuerda que estos mayores, muchas veces, se encuentran solos en sus casas, "sobre todo en grandes ciudades, y esto hay que ver cómo se puede manejar desde el punto de vista de los servicios sociales".

Según el INE, en 2019 había 4,8 millones de hogares unipersonales en España, y el 41,9% de ellos correspondía a mayores de 65 años. El 72,3% de estas personas son mujeres. La Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud afirma que "la mayor esperanza de vida de las mujeres feminiza este aspecto de mayor vulnerabilidad y necesidad de cuidados", donde no exista la figura de la persona cuidadora y puede "generar situaciones graves de desprotección y falta de apoyo hacia el paciente".

Borràs, que coordinó la estrategia, implica a todos. "Es una problemática que tendremos que afrontar como sociedad; esto no nos toca a nosotros [los clínicos] pero puede condicionar el tratamiento". A la gran ola de casos entre mayores le siguen otras, quizá no tan grandes, pero que pueden acabar por mellar los frágiles muros que resisten como puede e impiden que el sistema se desmorone.