La Reina Sofía tiene en su corazón, como ha dicho en muchas ocasiones, dos rincones en el mundo. El primero, el palacio de Marivent, en Palma de Mallorca, donde ha pasado todos los veranos desde que llegó a España a mediados de los años 60. El segundo, el paraíso donde vivió su infancia, una etapa muy feliz para ella, que terminó de forma brusca con el exilio para toda la familia real griega tras el golpe de Estado de Coroneles. Ese trozo de tierra, tan especial para la madre de Felipe VI, se sitúa a 20 kilómetros de Atenas, la capital de Grecia, y tiene por nombre el Palacio de Tatoi.
Este paraje, rodeado de espesos bosques de eucaliptos, cipreses y pinos, fue el hogar de la infancia de la madre de Felipe VI. "Volver allí fue un golpe a todos mis recuerdos", declaró la Reina Sofia en 1998, cuando lo visitó en su primer viaje oficial con Juan Carlos I a su país natal.
Allí se encuentran las tumbas de sus padres, Pablo y Federica, y de su hermano Constantino, junto a una veintena de miembros de la dinastía griega. Tras el golpe de Estado de 1967 y el referéndum que mandó al exilio al último rey heleno, Constantino, el socialista Papandréu le expropió en 1994 todos sus bienes a la familia real. La finca quedó en un estado de abandono absoluto durante cinco décadas.
Pero esto ha cambiado. A finales de este año, el que fuera el hogar de la reina emérita durante sus su niñez y juventud, va a recuperar su esplendor de antaño abriendo de nuevo sus puertas con un fin didáctico, cultural y de ocio.
Hace dos años, el Ministerio de Cultura griego anunciaba un plan de obras tanto para la finca en la que se encuentra como para los más de 40 edificios que alberga. Con una inversión de 130 millones de euros, -en su mayoría fondos europeos- se quiere recuperar la vida en Tatoi.
Lo curioso de esta historia de renacimiento es que parte de la financiación de los trabajos viene de la mano del actual rey inglés, Carlos III. El soberano británico visitó el recinto en un viaje privado a Grecia en 2021 porque quería conocer los paisajes donde se crio su padre, Felipe de Edimburgo. Viendo de primera mano el estado en el que se encontraba el palacio y todo el entorno decidió ayudar.
El apoyo llegó a través de un grupo de expertos pertenecientes a su fundación, Prince's Trust. Las autoridades griegas han tomado como modelo la restauración de Dumfries House, una casa de campo en Ayrshire, devuelta a la vida gracias a la intervención del soberano. Además, el rey inglés ha pagado parte de las obras de restauración por vía de esta organización sin ánimo de lucro. Hay que recordar que allí está enterrado su abuelo paterno, el príncipe Andrés de Grecia, que falleció en 1944, y que el marido de Isabel II era primo de Pablo I, padre de doña Sofía.

Imagen de Dumfries House.
La nueva etapa del palacio griego incluye la creación y apertura de un museo, cuatro áreas de exposición, un hotel, tiendas y espacios de hostelería con varias zonas habilitadas para diferentes actividades agrícolas Tendrá incluso su propia marca de productos ecológicos como vino, aceite, huevos y miel producidos en las 4.500 hectáreas la finca que rodea el palacio.
Las obras de remodelación comenzaron hace más de 24 meses y han ido deparando una sorpresa tras otra, ya que cada vez que se tiraba un muro o se levantaba una piedra surgía alguna reliquia. La primera fue el descubrimiento, cubiertas de polvo, en la bodega de 235 cajas almacenadas. Dentro de ellas encontraron 4.000 botellas de vino, caldos como Châtea Margaux, Château de Vincenne, Château de Rothschild o la botella especial de cerámica que el whisky Chivas sacó para conmemorar la subida al trono de Isabel de Inglaterra.
En el establo, en centenares de cajas añosas, se encontraron muebles de época, lámparas, alfombras, fotografías, documentos y hasta juguetes. Lo más curioso fueron 70 maletas y baúles de viaje que pertenecieron a la reina Federica, madre de Doña Sofía y abuela del Rey Felipe. Tras otra montaña bultos apilados hasta el techo, se hallaron 12 carruajes de época.
Uno de ellos, el utilizado por los Reyes eméritos en su boda en Atenas, el 14 de mayo de 1962, que fue adquirido por el rey Jorge I para su proclamación y lleva el escudo de armas de la dinastía griega.
También está el usado por el rey Constantino en su boda con Ana María de Grecia. Todos ellos, tras ser limpiados y reparados, se expondrán en el museo de carruajes reales junto a otros ocho automóviles de época encontrados hace unos meses, entre los que destacan dos MG TD de 1952 y un Rolls-Royce Phantom de 1938, que es una excepcional muestra de lujo de la época.
El último tesoro descubierto y puede que el más emocionante para la familia real griega ha sido el que se hizo en noviembre, cuando dentro de una maleta con las iniciales AM los obreros hicieron un sorprendente hallazgo: el vestido de novia de la que fuera la última reina de Grecia, la esposa de Constantino II, Ana María de Dinamarca. Se trata de un diseño firmado por el danés Holger Blom, de escote barco, con manga francesa y una larguísima cola que Ana María llevó en septiembre de 1964.
La boda, celebrada en la catedral Metropolitana de Atenas, contó con 1200 invitados, entre los que se encontraban los representantes de la mayoría de las casas reales europeas y a la que por supuesto no faltaron los reyes de España.
Sin duda este traje será uno de los objetos que se expondrán en el museo de Tatoi, dedicado a la monarquía griega, demostrando cómo la sociedad helena ha cerrado las heridas al respecto a su familia real.

Ana María de Dinamarca y su hijo, Nicolás de Grecia.
Para conocer la historia de los antepasados de Felipe de Borbón y Grecia se ha creado un recorrido que comenzará en el despacho y los aposentos del rey con una muestra dedicada a Jorge I, el primer monarca de la dinastía y el más longevo en su cargo en la historia del país. Luego se pasará al salón y el comedor, donde se presentará a la familia real a lo largo del tiempo a través de testimonios del edificio.
Después, hacia el oeste, se encuentran los aposentos de la reina, en los que se muestra a Olga, esposa de Jorge I. Habrá otro espacio para la boda de los últimos reyes de Grecia, el rey Constantino II y la reina Ana María, cuyos trajes portarán unos maniquíes. Y, por supuesto, no faltará la zona dedicada a los padres de la Reina Sofía, Pablo y Federica de Grecia.
"Doña Sofía ha viajado ya varias veces para ver cómo van las obras y ha aportado junto a su hermana, la Princesa Irene, varios objetos y recuerdos personales de sus padres para que expongan en el museo. Viven esta idea con muchísima ilusión y cariño", nos cuenta una fuente cercana a la madre de Felipe VI.
La apertura de este recinto como homenaje a una parte de la historia de Grecia, los momentos de sus distintas monarquías, demuestra que los helenos están cerrando las brechas con la institución. Hacía más de una década que Constantino, el hermano de la Reina Sofía vivía en el país sin que a nadie pareciera importarle. El último rey de los griegos fallecía en enero de 2023 y aunque lo hizo cerca de Atenas y está enterrado en el cementerio de Tatoi, no lo hizo como griego.
La República le mantuvo hasta su muerte privado de su nacionalidad originaria y de pasaporte. Sin embargo, ahora a nadie le ha sorprendido la noticia que llegó hace tres semanas de que su primogénito, el príncipe Pablo, actual jefe de la Casa Real Helena, y al menos otros nueve miembros de su familia han adquirido una renovada nacionalidad griega. Tal y como confirmó el ministro del Interior del país, Athanasios Balerpas, quien explicó a los medios que todos los afectados habían firmado la víspera una declaración en la que reconocen la legitimidad del régimen republicano, uno de los requisitos que se les pedían para ser griegos.
"Se está resolviendo un asunto históricamente pendiente. Ahora podemos mirar hacia adelante como pueblo", subrayó Balerpas, poniendo en valor lo que representa para las instituciones griegas acabar con esta pelea.
"Los partidarios izquierdistas han protestado por este acuerdo al que ha llegado el gobierno griego, sobre todo porque Pablo va a usar el apellido de Grecia (aunque esto no es exacto, ya que usan de Gress, el mismo término, pero en francés) y ellos reclaman que eso es lo mismo que usar el título. Sin embargo, el resto del país parece estar feliz con cerrar esa herida", comenta una fuente.
"Luego hay otros que consideran que el hijo mayor de Constantino ha traicionado a su padre, ya que ha aceptado todos los requisitos que le pedía el ejecutivo heleno y que él jamás aceptó, los puntos de la Ley Venizelos: jurar la República, asumir un apellido y renunciar a toda reclamación al Estado griego, incluidos los bienes confiscados tras la abolición de la Monarquía que todavía estuvieran en litigio. Claro que problemas de dinero no es, ya que tienen una gran fortuna gracias a Marie Chantal… pero hay a miembros de la familia que no les ha gustado que hayan transigido. Entre ellos no está doña Sofía, que tiene plena confianza en su sobrino mayor para llevar los asuntos de la Casa Real griega", insiste la fuente consultada.

Marie-Chantal de Grecia y Dinamarca gettyimages
A pesar de que una encuesta realizada por la cadena pública de televisión helena justo en el 50 aniversario del fin de la monarquía del país, que se celebró en 2024, reflejaba una cierta mejoría sobre la opinión de los ciudadanos con respecto a la Corona, lo cierto es que Grecia es una república y quiere seguir siéndolo. Las nuevas generaciones del país mediterráneo conocen poco su historia más reciente y muestran cierta curiosidad por la Familia Real Griega.
"Hijo, márchate, que un rey de Grecia siempre vuelve". Se atribuye esta frase a la reina Federica quien, a modo de consejo, habría animado a su hijo Constantino a abandonar sin dilación el país en diciembre de 1967, tras fracasar el contragolpe impulsado por el monarca para tratar de hacer caer la dictadura de los coroneles. Aunque la abuela de Felipe VI tuvo razón en cuanto a que iba a volver, lo cierto es que nunca lo hizo como rey. Ahora lo hará como parte de la historia griega en el Museo de Tatoi.
Historia de un palacio
Los hechos ocurridos entre las paredes del Palacio de Tatoi son ciertamente fascinantes. Fue el abuelo de Felipe de Edimburgo, Jorge I de Grecia, quien adquirió el palacio en 1870 y sus terrenos circundantes (una finca que en origen llegó a abarcar 42 kilómetros cuadrados de bosque). El príncipe danés accedió al trono griego con tan sólo 17 años, elegido por una Asamblea Nacional helena y el visto bueno de las grandes potencias del siglo XIX.
Inauguró así una nueva dinastía, a la que le hacían falta residencias oficiales. Con la fortuna familiar contribuyó a reparar y terminar los palacios oficiales –sedes actuales del Parlamento griego y de la residencia del primer ministro–, y pronto, a los 22 años, encontró una nueva morada que sumar a estos: Tatoi.
El diseño del edificio principal se inspiró en el palacio de Peterhof, en San Petersburgo en homenaje a la reina Olga, esposa del soberano. El edificio ha vivido muchos momentos duros, como cuando fue prácticamente destruido durante la II Guerra Mundial.
Utilizado anteriormente como residencia de verano, el palacio de Tatoi se convirtió a finales de 1948 en residencia permanente de los reyes Pablo y Federica, (recién regresados a Grecia tras su exilio por la II Guerra Mundial) mientras que el Palacio Real de Atenas se dejó para recepciones oficiales. Doña Sofía siempre ha sentido que este era su verdadero hogar. Entre los árboles, se ve el mar, ese mismo mar que la reina emérita también tiene cerca en Mallorca.
"Tengo maravillosos recuerdos de nuestra vida familiar en Tatoi. Me parece estar oliendo aquellas brisas, entre los eucaliptos, los pinos, los castaños y los cipreses", cita Pilar Urbano como palabras de Doña Sofía sobre el mismo.
Pero no solo para la madre de Felipe VI se trataba de un lugar especial. Su hermano, Constantino, antes de morir confesó, en una entrevista con la publicación británica 'Town and Country', que quería ser enterrado en el cementerio de la finca, junto al palacio y frente al mar, y había escogido incluso el lugar.
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"A mis hijos no les gusta cuando hablo de eso, pero he elegido el lugar... Esa parte donde las tumbas están sombreadas por árboles de nogal en flor, más abajo y un poco a la izquierda de mi padre. Mirando hacia el mar", dijo. Tras su fallecimiento, se cumplió su voluntad.
En Tatoi, los tres hermanos corrían siempre libres, aprendiendo a disfrutar de la naturaleza y de los animales de la granja: vacas, cabras y gallinas. El padre de la Reina Sofía no era un rey al uso, ya que, entre otras cosas, odiaba la caza (costumbre que casi todos los monarcas practican aún en la actualidad) y estaba prohibida en su finca. Los que lo conocieron lo describen como un hombre sencillo al que le encanta terminar los días en los escalones del edificio central contándoles leyendas de la mitología griega a Constantino, Sofía e Irene, sus tres hijos.
Fue allí donde la reina Sofía y su hermana Irene hicieron varios descubrimientos arqueológicos que publicaron en dos tomos, 'Cerámicas en Decelia' y 'Miscelánea arqueológica'.
El exilio
Todo cambió la noche del 21 de abril de 1967, ya con el joven Constantino como Rey de los Griegos. Un pelotón de paracaidistas del Ejército, por orden de los coroneles cabecillas del golpe Estado, asaltaron el palacio de Tatoi y desalojaron a los jóvenes monarcas.
La escena fue traumática, como contaría el hermano de doña Sofía años después: Ana María estaba embarazada de ocho meses de su segundo hijo y, en ese momento, estaba tratando de dormir a su hija mayor, Alexía, y no les dejaron recoger casi nada obligándoles a abandonar su hogar en cuestión de tres horas.
Tras la abolición de la monarquía por la dictadura de los coroneles, en 1973, Tatoi se convirtió en objeto de una larga disputa entre el rey Constantino y el Gobierno griego, que terminó en 2003, cuando la finca y el palacio pasaron a manos del Estado a cambio de una indemnización a la antigua familia real y con la promesa de que el cementerio real sería respetado.
En total, el camposanto de Tatoi alberga los restos de casi toda la dinastía griega. Son seis los reyes enterrados allí. La reina Sofía no reposará junto a su hermano y sus padres, ya que la historia le tiene reservado un sitio en la cripta del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, más conocido como el panteón de los Reyes, donde se encuentran los restos de los monarcas españoles desde Carlos I. La que sí tendrá allí el descanso eterno, como es su voluntad, es su hermana más pequeña, la Princesa Irene.
En 2014, Sofía y el resto de la familia arroparon a Constantino en Tatoi en un momento muy especial: la visita al cementerio para conmemorar los 50 años de la muerte de su padre, Pablo I de Grecia. Ese evento fue también una reivindicación: el primer acto público de Constantino en Grecia, tras 46 años de exilio.

Pablo de Grecia del brazo de su hermana.
La indemnización fijada posteriormente por los tribunales europeos fue mínima: unos 12 millones de euros. Menos del dinero que está costando restaurar la propiedad: cerca de 13 millones de euros, pagados con fondos europeos, para unas obras que se espera que terminen en 2025 y con el apoyo de la Corona británica y la ilusión de la Reina española.
"Tatoi es un símbolo. Es historia en muchos sentidos. Doña Sofía quiere que se conozca la verdad sobre sus padres y su hermano, buenas personas que siempre pensaron que hacían lo mejor para los griegos. Para ella ese es el legado que quiere dejar. Su hermana y ella están emocionadas con la idea. Recuperar ese mágico lugar y todo lo que significa es un gran final para una gran historia", sentencia una fuente cercana a la madre de Felipe VI.