Veinte días después sigue sin saberse que es eso tan horrible que le hacía Jorge Vilda a las jugadoras de la Selección Española de fútbol para que quince de ellas rechazaran la convocatoria de la Federación. Tras casi tres semanas de acusaciones más propias de un chat de WhatsApp que de jugadoras profesionales, lo que se destila es que Vilda es un tipo "controlador" que te pregunta qué horas son estas de llegar a casa. Father issues, que lo llaman por ahí. A saber qué opinarían las quince rebeldes de entrenadores como Mourinho, Louis van Gaal Diego Simeone.

O de Luis Aragonés, que tenía la empatía de un arado, pero que llevó a la Selección a su primera Eurocopa en más de 40 años. Quizá prefieran a Guardiola, que tiene pinta de pedirle a Siri "por favor" baladas de Coldplay durante sus paseos en bicicleta. 

La Selección Española Femenina de fútbol durante una sesión de entrenamiento en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.

La Selección Española Femenina de fútbol durante una sesión de entrenamiento en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. EFE

 

Las jugadoras han conseguido durante este tiempo, eso sí, el apoyo de Megan Rapinoe, que no se pierde una fiesta flamenca y que opina sobre lo que le echen, ya sea el Tribunal Supremo americano, el MeToo o la crisis en el Donbás, tirando de 1) presunción de culpabilidad para cualquiera que sea señalado por una "compañera" y 2) de una genérica exigencia de "tratamiento, recursos y respeto general" que, a falta de mayor concreción, debe de ser algo así como el protocolo de vasallaje que los portadores del cromosoma XY deben utilizar con unas jugadoras que, en el caso de la Selección Estadounidense de fútbol, fueron incapaces de ganarle a un equipo de catorceañeros

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Pero no estaba mal tirada la acusación de las quince jugadoras. En los Estados Unidos de Megan Rapinoe, una ambigua acusación de "acontecimientos acaecidos" [sic] que afectan "al estado emocional y por tanto a la salud" [sic] de las jugadoras habría derivado en una investigación del entrenador por Ronan Farrow hasta dar con la exclusiva de alguna anécdota tergiversada y 100% irrelevante, pero sospechosa de toda sospecha, sobre su vida privada. Quizá relativa al día que dejó plantada a una cita de Tinder, generándole una ansiedad crónica de esas que sólo sanan con homeopatía.

Es decir, primero se habla de "acontecimientos acaecidos", algo así como los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa de Juan de Mairena, y luego se deja que la psicosis ambiental haga el resto. Aquí quien más quien menos pensó que a las pocas horas de filtrarse la carta comparecerían las jugadoras cogidas de la mano para denunciar que Vidal tiraba abajo la puerta de sus habitaciones al grito de "salid de vuestras madrigueras como conejas".

Pero no. No era eso. Era otra cosa. O eso se supone, porque las quince jugadoras, más Alexia Putellas e Irene Paredes, siguen sin aclarar si el problema es el carácter del entrenador, las reglas de convivencia, los métodos de entrenamiento o las tácticas de juego. Si hay que hacer caso a lo que se ha ido publicando en la prensa, siempre a través de filtraciones, nunca por boca de alguna de las jugadoras, sería todo eso, más un vago desencanto con el entrenador. Algo así como un ennui existencial al que se le añade la etiqueta de "salud mental", que está muy de moda, y andando que es gerundio.

No lo ha arreglado la Federación dándole bola, por boca del vicepresidente Rafael del Amo, a insinuaciones poco veladas sobre los caprichos de unas jugadoras que habrían impuesto entrenadores y exigido un trato VIP. Jugadoras que, además, estarían siendo manipuladas por dos o tres cabecillas y sus respectivos representantes. Que esas acusaciones sean un poco más precisas que las de las jugadoras no quita para que también debieran ser apuntaladas por la Federación con alguna prueba de lo dicho.

Porque tirar de cliché sabemos todos. 

Y si las jugadoras son unas niñatas, porque eso es lo que está diciendo la Federación, que se explique por qué y en qué se diferencian de los niñatos de la selección masculina. Que han hecho lo mismo en el pasado, aunque de forma bastante más discreta.  

"Lo que deberían haber hecho las jugadoras es perder cuatro partidos clave, que es lo que han hecho los tíos toda la vida cuando han querido cargarse al entrenador" dice una periodista de EL ESPAÑOL. Y tiene razón. Porque los jugadores de la selección española se han cargado periodistas, entrenadores y altos y bajos cargos federativos como quien enchufa las escobillas para deshacerse del bicho que se ha estampado en el parabrisas.

¿Ejemplos?

En la batalla entre Aragonés y Raúl, este último tenía todas las de ganar. Pero perdió y eso llevó a la selección a los mejores años de su historia. A veces es más fácil echar al cabecilla de la rebelión que al entrenador, sobre todo cuando sus presuntos fieles no lo son tanto como cree dicho cabecilla. 

Otro día les cuento la anécdota de ese entrenador que le dijo a un periodista de EL ESPAÑOL "esta semana pon un 2 en la quiniela porque los jugadores me quieren echar y vamos a perder". Y perdieron en casa. Y echaron al entrenador. 

Por no hablar de ese Messi que imponía y vetaba fichajes con berrinches más propios de un bebé que de un adulto funcional. 

Pero el hecho de que el núcleo rebelde sea el del FC Barcelona y que las jugadoras del Real Madrid se hayan desmarcado de los ataques al entrenador no parece casual. Sobre todo cuando se recuerda que esas mismas jugadoras ya consiguieron forzar la dimisión de Lluís Cortés, el entrenador más exitoso de la historia de la sección femenina del FC Barcelona, tras conseguir para el club el triplete de Primera Iberdrola, la Copa de la Reina y la Champions League. ¿A Cortés también le fallaban las tácticas? 

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Así que lo único que queda aquí es recomendarle a las jugadoras un poco de picardía. Porque son muy pocos los jugadores que no han intentado en algún momento largar a un entrenador, enchufar a un colega en el equipo o convertir las concentraciones en una piscina de bolas. 

Pero para eso hay dos tácticas. O le declaras amor eterno al entrenador mientras te dejas ganar todos los duelos en el campo hasta que el equipo amenace descenso y la directiva lo finiquite. O vas a muerte contra él arrancándole las tripas en una rueda de prensa a portagayola. En el 99% de los casos la táctica exitosa es la primera. La segunda rara vez funciona, sobre todo si no te llamas Mbappé

Pero con este quiero y no puedo de insinuaciones maliciosas, enfados de adolescente despechada y mohines de disgusto, ¿adónde pretenden llegar las rebeldes de la Selección?

¿Y qué les pasa en concreto?

La respuesta es "tú sabrás".