El ministro de Exteriores de Arabia Saudí, Faisal bin Farhan bin Abdullah, en la reunión con Blinken en Egipto este miércoles.

El ministro de Exteriores de Arabia Saudí, Faisal bin Farhan bin Abdullah, en la reunión con Blinken en Egipto este miércoles. Efe

Oriente Próximo

Un gobierno anti-Hamás apoyado por "millonarios árabes": así sería Gaza según el plan de Israel

Netanyahu está negociando, al margen de Estados Unidos, un plan para el futuro de Gaza. No obstante, aún parece que hay pocos avances al respecto. 

22 marzo, 2024 02:00

Uno de los puntos clave en las múltiples reuniones que está organizando Antony Blinken, secretario de estado norteamericano, en su sexta visita por Oriente Medio desde que se produjera la masacre del 7 de octubre, es la reconstrucción de la Franja de Gaza. De dicha remodelación, del posible alto el fuego inmediato y del futuro de las relaciones entre los países árabes con Israel se ha hablado este jueves en El Cairo con la presencia de delegaciones diplomáticas de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Jordania, Egipto y la propia Autoridad Palestina.

En otras palabras, Blinken está intentando cerrar un acuerdo sobre el porvenir de Gaza sin contar con los dos principales agentes implicados, los dos bandos en guerra ahora mismo: Israel y Hamás.

Se podría decir que la banda terrorista habla por boca de Qatar, pero eso no va a estar claro nunca mientras Irán ejerza su poderosa influencia. En otro tiempo, también diríamos que Estados Unidos representa los intereses de Israel, pero la distancia diplomática entre ambos países, pese a la reciente conversación telefónica entre Biden y Netanyahu, no deja de crecer.

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De hecho, paralelamente a estas reuniones en El Cairo, las diplomacias de Egipto, Qatar y Estados Unidos llevan más de una semana ya en Doha, buscando una salida tanto al posible alto el fuego como al intercambio de rehenes israelíes por prisioneros palestinos.

En un principio, Israel se negó a mandar delegación alguna, pero cuando se rumoreó que Hamás podría renunciar a la exigencia de la retirada inmediata de tropas israelíes de la Franja, Netanyahu envió ni más ni menos que al jefe del Mosad, David Barnea.

Un tanque israelí cerca de la Franja.

Un tanque israelí cerca de la Franja. Reuters

Desgraciadamente, Barnea no duró ni veinticuatro horas en Qatar. Lo que fuera que le contaron en ese primer día de reuniones le valió para volverse a Tel Aviv, signo preocupante y que invita poco al optimismo.

Blinken insiste en que las distancias entre Hamás y el gobierno israelí se van reduciendo, pero ese supuesto acercamiento no parece observarse en decisiones concretas. En su momento, Biden se mostró convencido de que el acuerdo llegaría antes incluso del Ramadán, pero han pasado ya doce días desde su inicio y las cosas siguen como estaban.

Multimillonarios y ejércitos ad hoc

Otra muestra de hasta qué punto Estados Unidos e Israel van por caminos distintos es que, según el Wall Street Journal, Netanyahu estaría negociando su propio plan de paz para el futuro de Gaza, ajeno al que pretende imponer Blinken.

El rotativo estadounidense afirma que Israel trabaja en la confección de una lista, negociada con Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Jordania, de líderes y empresarios palestinos que pudieran hacerse cargo de la distribución de la ayuda humanitaria en Gaza. El único requisito es que no tengan ningún vínculo con Hamás.

Si la experiencia saliera bien, Israel no solo aceptaría acelerar la entrada de agua, comida y medicamentos, sino que contemplaría la posibilidad de que ese mismo grupo quedara al mando de la Franja una vez retiradas las tropas de ocupación. Para imponer el orden sobre los dos millones y medio de gazatíes, gran parte de los cuales se han quedado sin recursos y sin hogar, Israel propone que "multimillonarios árabes" sin especificar corran con los gastos de lo que vendría a ser una especie de ejército privado.

Por un lado, hay que reconocer que el hecho de que Israel ya esté pensando en la reconstrucción de la Franja es un avance, porque hasta ahora se había negado a anticipar tanto los acontecimientos. Por otro lado, lo cierto es que la propuesta parece poco viable.

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Es muy complicado encontrar el número suficiente de personas influyentes y capaces que tengan un vínculo con Gaza, sean respetados por la ciudadanía… y no hayan colaborado nunca con Hamás, una organización cuyos tentáculos se extienden por toda la Franja y que ha dominado el territorio como una dictadura durante los últimos dieciocho años.

Aparte, la idea de "multimillonarios árabes" pagando un ejército ad hoc es extraña. Puede que en Dubai estén muy convencidos de ello, pero hasta ahora quién ha estado poniendo dinero en Gaza ha sido Qatar… y ese dinero ha ido directamente a los bolsillos de Hamás sin que nadie pidiera explicaciones.

Una familia palestina se dirige hacia el sur de Gaza.

Una familia palestina se dirige hacia el sur de Gaza. Efe

Por supuesto, la financiación qatarí ha servido para construir hospitales y universidades, pero siempre a través de la administración de Hamás, que se habrá quedado con sus comisiones pertinentes. ¿Estaría dispuesto Qatar a apoyar también a este otro gobierno con tal de beneficiar la causa palestina? De momento, no se ha pronunciado al respecto.

Las reglas de Hamás

El plan de Israel queda, por lo tanto, como una especie de globo sonda que no suena mal, pero que se enfrenta como siempre a la obviedad de la propia existencia de Hamás. Después de cuatro meses y medio de guerra, los terroristas siguen controlando buena parte del subsuelo de la Franja gracias a los túneles que dan refugio a sus soldados y sus líderes, y en cuanto las Fuerzas de Defensa Israelíes retiran alguno de sus batallones, no tardan en salir de su escondite para intentar reorganizarse y tomar el poder.

La situación en el hospital Al Shifa, en Gaza City, que va ya por su quinto día de enfrentamientos armados, es un buen ejemplo. Se suponía que toda la ciudad estaba ya bajo control israelí, pero es obvio que no es así.

Las FDI presumen de haber matado a 120 terroristas, pero, dado que las operaciones siguen en la zona, el número de soldados de Hamás aparecidos de la nada debe de rondar el millar. Situaciones similares se pueden dar en otras áreas de la Franja.

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Hacer desaparecer a Hamás va a ser una tarea muy complicada y, desde luego, la organización no va a renunciar a su ascendencia sobre la población de Gaza. Ya el pasado 10 de marzo, uno de sus líderes declaró públicamente: "Golpearemos con puño de hierro a cualquiera que negocie con las fuerzas que ocupan la Franja de Gaza y no permitiremos la imposición de nuevas reglas". En otras palabras, si la ONU o Israel quieren negociar algo, sea lo que sea, tendrán que hacerlo con ellos.

La única manera que tienen tanto Israel como Estados Unidos o los países árabes vecinos de imponer una paz duradera en Gaza pasa por evitar esa coacción interna y conseguir que los gazatíes pierdan el miedo a los terroristas. No hay otra salida.

Tal vez por eso, desde un principio, los propios aliados de Israel pidieron un trato humano y respetuoso a los civiles. Si no era por cuestiones puramente morales, al menos por cuestiones prácticas: los necesitarían más tarde. Desgraciadamente, Netanyahu no hizo caso. El error se ha mostrado enorme.