
Miembros de la Armada china participan en el ejercicio naval conjunto de Irán, China y Rusia en el golfo de Omán, Irán, el 12 de marzo de 2025. Reuters
Ni Rusia ni EEUU: China lidera la carrera de la producción de cabezas nucleares y espera tener 1.500 en 2035
El arsenal atómico chino alcanza las 600 cabezas nucleares, sumando cerca de 100 nuevas al año desde 2023, según el último informe de SIPRI.
Más información: "No juegues con fuego": Xi amenaza a Trump tras acusard a China de ser "una amenaza inminente" para Taiwán
China está expandiendo su arsenal nuclear a un ritmo superior al de cualquier otra nación, según revela un nuevo informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
El documento, publicado este lunes, estima que el país asiático cuenta actualmente con al menos 600 ojivas nucleares, y que viene agregando cerca de un centenar cada año desde 2023.
En una comparecencia rutinaria ante la prensa, el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Guo Jiakun, evitó pronunciarse directamente sobre el informe.
No obstante, insistió en que "China siempre ha mantenido una estrategia nuclear de autodefensa, limitando sus fuerzas nucleares al nivel mínimo necesario para garantizar la seguridad nacional" y recalcó que el país "no participa en la carrera armamentística".
Guo reafirmó que China mantiene una política de no ser el primero en utilizar armas nucleares y que no amenazará ni atacará a Estados que carezcan de armamento atómico, tal como informó The Guardian.
“China seguirá firmemente comprometida con la defensa de sus intereses legítimos de seguridad y la estabilidad global”, añadió.
Pese a las declaraciones oficiales, el ritmo actual de crecimiento sugiere que China podría alcanzar un arsenal de 1.500 ojivas nucleares en 2035, una cifra comparable al número de armas nucleares operativas que hoy mantienen EEUU y Rusia.
No obstante, en términos de arsenales totales, incluyendo cabezas activas y almacenadas, Moscú y Washington siguen liderando con 5.459 y 5.177 ojivas respectivamente, controlando entre ambos cerca del 90% de las armas nucleares globales.
El rápido incremento del arsenal chino marca un giro significativo respecto a la política mantenida por líderes anteriores como Deng Xiaoping, quien defendía mantener un número limitado de cabezas nucleares con fines estrictamente disuasorios.
Por el contrario, el presidente Xi Jinping ha supervisado la expansión más agresiva del programa nuclear chino en la historia reciente del país.
Parte de este crecimiento tiene implicaciones directas en el pulso geoestratégico con Taiwán. Pekín considera a la isla autogobernada como parte de su territorio y no descarta el uso de la fuerza para lograr la “reunificación”.
Para algunos académicos chinos, disponer de un arsenal nuclear más robusto serviría como disuasión frente a la eventual intervención de terceros países, en particular de EEUU, en un posible conflicto por Taiwán.
Actualmente, se estima que unas 24 ojivas nucleares chinas están ya desplegadas en misiles o bases con fuerzas operativas, listas para ser utilizadas con escasa antelación.
Además, China continúa construyendo cientos de instalaciones para misiles balísticos intercontinentales (ICBM) en zonas desérticas del norte del país, mientras que en el este se han identificado al menos tres regiones montañosas con silos de ICBM, según el informe de SIPRI.
El nuevo informe advierte también de un cambio de tendencia global. Durante décadas, desde el fin de la Guerra Fría, la cifra total de armas nucleares había disminuido.
Sin embargo, “la era de la reducción de armas nucleares está llegando a su fin”, afirma Hans M. Kristensen, investigador senior de SIPRI.
A medida que disminuyen los procesos de desmantelamiento, la velocidad de producción y despliegue de nuevos armamentos se acelera, reavivando los temores de una nueva carrera nuclear internacional.
EEUU, por su parte, ya ha reorientado su estrategia nuclear para enfocarla explícitamente en el desafío que representa China.
La creciente militarización atómica de Pekín amenaza con alterar el frágil equilibrio global y plantea interrogantes sobre la estabilidad estratégica en el Indo-Pacífico en los próximos años.