Mike Pence, Donald Trump y Ron DeSantis

Mike Pence, Donald Trump y Ron DeSantis Reuters

EEUU

De Pence a DeSantis, ¿qué posibilidades tienen los candidatos republicanos de imponerse a Trump?

Unas encuestas publicadas en las últimas semanas da a DeSantis y a Trump una ventaja de dos dígitos sobre el actual presidente. 

11 junio, 2023 03:17

Según la media de sondeos que publica el portal Fivethirtyeight.com, dirigido por el gurú de la demoscopia Nate Silver, la aprobación de Joe Biden como presidente se encuentra estos días en torno al 41%. Eso son aproximadamente catorce puntos menos que su tasa de rechazo, que se cifraría en el 55%, la más alta desde julio de 2022, en plena precampaña de las elecciones legislativas. Entonces, el electorado republicano estaba tan movilizado que todo apuntaba a una auténtica marea roja. Algo que, en noviembre, no sucedió.

Son, en cualquier caso, datos preocupantes para los demócratas y esperanzadores para los republicanos. A estas alturas de mandato, solo Jimmy Carter, en 1979, tenía unos niveles de aprobación menores, coincidiendo con una crisis económica brutal y un pésimo manejo de la crisis de los rehenes en la embajada estadounidense en Irán. Sus números son casi idénticos a los de Donald Trump hace cuatro años. Ninguno de los dos consiguió revalidar su presidencia en las siguientes elecciones. A sus casi 81 años, Biden lo tiene ciertamente complicado.

Así lo muestran, al menos, determinadas encuestas publicadas en las últimas semanas, como la del Emerson College, que da a DeSantis y a Trump una ventaja de dos dígitos sobre el actual presidente. Es cierto que se trata de una desviación respecto a la media, que da un empate virtual, pero también es cierto que estas encuestas miden el voto popular... y los demócratas lo han ganado en siete de las últimas ocho convocatorias, sin que eso les haya garantizado siempre el acceso a la Casa Blanca.

Pugna entre nueve candidatos

En ese sentido, saber quién será el candidato republicano en las siguientes elecciones es clave. Tanto por sus altas opciones de triunfo como por la trascendencia de una victoria del GOP en el contexto internacional actual. No son pocos los altos representantes del Partido Republicano que se han pronunciado en contra del envío de más armas y más ayudas a Ucrania y que abogan por un concepto de "solución negociada" que recuerda sorprendentemente al de Rusia y China. De hecho, Donald Trump, el gran favorito, ha manifestado en varias ocasiones que acabaría con la guerra "en veinticuatro horas", sin especificar, como es habitual, qué es exactamente lo que haría.

El amigo y admirador de Vladimir Putin domina ampliamente las encuestas previas a la campaña por la candidatura en su partido pese al nuevo escándalo judicial por el que se le acusa de ocultar información privilegiada. Tanto, que se ha permitido incluso coquetear con la idea de negarse a debatir con sus rivales, algo nunca visto desde que los debates se instauraron como parte de la normalidad democrática en Estados Unidos. Volviendo a la página Fivethirtyeight.com, Trump sería el favorito del 53,8% de los votantes republicanos. En otras palabras, Trump tiene ahora mismo más apoyos que sus ocho rivales para la nominación juntos.

Putin y Trump charlan durante la foto de familia de la APEC en Danang (Vietnam).

Putin y Trump charlan durante la foto de familia de la APEC en Danang (Vietnam). Reuters

Entonces, ¿a qué se debe el reciente estallido de anuncios de candidaturas en el GOP cuando el pescado parece completamente vendido? Los cambios de legislación electoral introducidos durante los años del presidente   ampliaron con mucho lo que individuos y empresas podían aportar a las campañas electorales de sus candidatos favoritos. Ahora, cualquier millonario o cualquier candidato con un millonario detrás que quiera hacerse un nombre y llamar la atención en el mundo de la política puede poner una importante suma sobre la mesa y llevar adelante su campaña aunque no tenga posibilidad alguna de victoria.

¿Por qué lo hacen? Porque en unas elecciones presidenciales como las estadounidenses, la popularidad es casi tan importante como la victoria en sí misma. De hecho, es probable que solo dos candidatos -tal vez tres- piensen realmente en sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca. El resto, es decir, el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum; la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley; el senador por Carolina del Sur, Tim Scott; el exgobernador de Arkansas, Asa Hutchinson, y el empresario populista Vivek Ramaswamy, probablemente vean en este intento una manera de ganarse un nombre y obtener publicidad para su figura política y su agenda personal. Poco más.

La amenaza de la Costa Este

Quedan, por tanto, Donald Trump como grandísimo favorito, y tres candidatos que le podrían dar un mínimo de guerra: el gobernador de Florida, Ron DeSantis; el exvicepresidente, Mike Pence, y el carismático exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie. Este último ha sido el más explícito a la hora de atacar a Trump, llamándole egoísta y narcisista ya desde el inicio de su recién presentada campaña. Christie es un hombre tremendamente popular entre la prensa de la Costa Este.

Al fin y al cabo, Nueva Jersey no deja de ser una de las partes del llamado "tri-state", formado junto a Connecticut y el estado de Nueva York y su lenguaje cercano, sin pelos en la lengua, le granjeó todo tipo de simpatías y antipatías durante sus ocho años de mandato (2010-18).

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Ahora bien, el anterior intento de Christie a la nominación republicana fue un fracaso y eso se lo recordará Trump una y otra vez. En 2016, cuando aún disfrutaba de los privilegios de la fama, fue de los primeros en retirarse de la carrera y se lanzó a apoyar al caballo ganador. Ahora, se distancia de él por su complicidad con el intento de golpe de estado del 6 de junio de 2021. Sabe que la única esperanza de combatir a Trump es apelar al republicano más centrista, más de la época Reagan, que vio con el mismo desagrado que cualquier demócrata la insurrección de las masas tomando el Capitolio bajo las insignias del movimiento MAGA.

Lo que no sabemos es si ese votante existe a estas alturas. Al menos en las primarias, los candidatos MAGA tuvieron unos resultados excelentes en las pasadas legislativas, lo que probablemente le costó al GOP varios escaños en el congreso. En las primarias, votan los más apasionados y los más apasionados ahora mismo quieren caña. Mucha caña. Toda la que Trump les pueda dar. Christie ha demostrado que puede derrotar a los demócratas incluso en uno de sus feudos tradicionales, pero sin el apoyo de las milicias, de los Oath Keepers, los Proud Boys y toda la llamada "derecha alternativa", su recorrido en la América profunda puede ser tan corto como en 2016. Lo contrario sería una excelente señal, todo sea dicho.

Pence, el "Pepito Grillo" del trumpismo

Nos quedan, en consecuencia, Mike Pence y Ron DeSantis. Pence es una figura incómoda para Trump y, en ese sentido, es clave para poner en apuros al favorito. Pence es un hombre profundamente conservador y religioso. Gobernador de Indiana, uno de los estados rurales del cinturón de óxido, miembro fundador del Tea Party y vicepresidente durante los años de la administración Trump, Pence es difícil de atacar... y, si se ha metido aquí, es porque busca alguna especie de redención.

¿A qué nos referimos? De nuevo, al 6 de enero de 2021. Los asaltantes del Capitolio buscaban revertir la voluntad popular y parar la designación de Joe Biden como nuevo presidente. Ahora bien, si habían decidido actuar por las bravas era porque Pence se había mantenido fiel a su juramento constitucional y se había negado, pese a las inmensas presiones de Trump y su entorno, a invalidar la sesión de recuento de los votos electorales. Aquel acto fue una enorme demostración de patriotismo, valentía e integridad, pero, por supuesto, ni Trump ni sus seguidores lo vieron así. Desde entonces, Pence es un cobarde y un traidor. Punto.

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¿Puede Pence derrotar a Trump en unas primarias? No. Es imposible. Pero puede actuar de voz de la conciencia mucho mejor que Christie desde su posición acomodada en la Costa Este. Pence conecta con los grupos evangélicos, con la América recelosa de los poderes federales y con los grupos más conservadores en lo social.

Por eso se decidió que acompañara al más frívolo y libertino Trump en las elecciones. Movilizaban distintos tipos de votantes en un solo ticket. Si Pence consigue debatir cara a cara con Trump y recordarle todo lo que hizo mal desde el conocimiento del que estuvo en su misma trinchera cuatro años, el magnate puede verse en problemas.

DeSantis, el conservador sin carisma

Y, lógicamente, el gran beneficiario sería Ron DeSantis. DeSantis, gobernador de Florida desde 2018, lo es todo y no es nada. Tiene un enorme problema de carisma y se desenvuelve con enorme torpeza ante los grandes medios. Eso, por supuesto, juega muy en su contra. Por otro lado, puede ser tan conservador como Pence (aunque no tan religioso, eso es imposible), es cierto que tiene una gran base electoral en un estado históricamente clave como Florida y representa los atractivos de la juventud y la gestión consolidada.

DeSantis es otro de los que empezaron a los pechos de Trump para acabar enfrentado al expresidente, quien se refiere continuamente al gobernador como "De Sanctimonious", que en inglés, quiere decir "mojigato", "beato" y en el lenguaje de Trump y sus seguidores probablemente se pudiera traducir como "débil".

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DeSantis es el único de los rivales de Trump que supera el 20% de apoyos entre la base republicana y, por lo tanto, es la única opción realista a la hora de buscar una sorpresa. Enemigo de la cultura "woke" hasta el punto de enfrentarse a la todopoderosa Disney por no cumplir con su ley "don't say gay", el gobernador de Florida es un hombre chapado a la antigua a sus cuarenta y cuatro años, casi la mitad que su posible rival en las presidenciales, Joe Biden.

Puesto que DeSantis ha puesto la guerra cultural en el centro de su posible administración, es lógico que Trump contraataque en el plano moral. Recientemente, le acusó de haber tenido relaciones sexuales con algunas de sus alumnas, rozando la mayoría de edad, cuando era profesor. No aportó más que dos fotos de dos fiestas en las que no se veía nada, pero ahí quedó la sombra de la insidia, al más puro estilo Roger Stone.

¿Es posible la sorpresa?

Descartados los demás candidatos, ¿puede DeSantis vencer a Trump? Se tendrían que dar demasiadas circunstancias: descartemos la teoría del gran escándalo, porque Trump ha sido condenado por abusos sexuales, además de estar imputado por apropiación de información privilegiada y uso de fondos electorales para pagar el silencio de una actriz porno. Nada de eso ha afectado a su candidatura. La única esperanza de DeSantis es que Trump vuelva a verse como "no elegible", es decir, que el votante republicano tema perder una elección que ve ganada por presentar a un candidato que moviliza el voto demócrata y espanta al independiente.

En 2016, Hillary Clinton perdió, en buena parte, porque no consiguió movilizar el voto juvenil y el del ala progresista del Partido Demócrata que se había volcado con Bernie Sanders. Cuatro años de castigo en forma de administración Trump hicieron que todas las fuerzas liberales se volcaran con Joe Biden en 2020 y aun así, la victoria se decidió en el último instante. Hay cierto consenso en que, si DeSantis se presentara en 2024, la victoria sería suya con facilidad. Es pronto para decirlo, por supuesto, pero parece mejor candidato a nivel nacional que Trump.

El asunto es que en las primarias esas cosas apenas se tienen en cuenta. Para ganar unas primarias, y más las primarias de un partido que se echó al monte hace ya muchos años, hay que ser contundente, visceral y carismático. DeSantis no cumple con estas dos últimas condiciones, aunque sí, a su manera, con la primera. Si entre Pence y Christie y la administración de justicia consiguen desgastar a Trump, puede que DeSantis esté listo para darle el último empujón. En cualquier caso, ahora mismo, se antoja una tarea mayúscula.