Militares ucranianos disparan un arma en la región de Jersón.

Militares ucranianos disparan un arma en la región de Jersón. Reuters

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La invasión de Ucrania o la III Guerra Mundial: "El 75% del mundo no sigue los pasos de Occidente"

El historiador Emmanuel Todd sostiene que Rusia se ha reposicionado como arquetipo de potencia anticolonial y conservadora las tradiciones.

20 febrero, 2023 02:07

Putin prepara “una acción estratégica decisiva de Rusia” para cambiar el curso de la guerra de Ucrania. Es lo que sostiene el Instituto para el estudio de la guerra de Washington en su último informe. Las señales se multiplican sobre el terreno y todo parece indicar que la guerra va para largo e incluso se va a intensificar. Kiev y Moscú han cegado la vía diplomática: Zelensky quiere recuperar el 17% de territorio ucraniano ocupado, Crimea incluida, y Putin no está dispuesto a ceder ni un palmo.

Este primer año de la conflagración que comenzó el 24 de febrero de 2022 ha tenido un eco de la Primera Guerra Mundial con sus guerra de trincheras, sus salvas de artillería y sus carnicerías… porque Rusia habría perdido unos 200.000 soldados, entre muertos y heridos, según estimaciones norteamericanas. Esto es, 4.000 soldados fuera de combate ¡cada semana! Ucrania habría sufrido unas 100.000 bajas, contando muertos y heridos. Cifras que conviene poner en relación con la población de ambos países: Ucrania, 40 millones; Rusia, 140.

“La ofensiva rusa no va ser como la del Somme -anticipaba un oficial de alto rango occidental en ‘Financial Times’ hace unos días- partirá de diferentes zonas del frente en momentos diferentes. No debemos pensar en la ofensiva como una única cosa”. Múltiples direcciones, tácticas diferentes y un mayor papel de la fuerza aérea.

Soldados ucranianos en Siversk, región de Donetsk.

Soldados ucranianos en Siversk, región de Donetsk. Reuters

Quien más detalles ha dado sobre “la gran guerra” que prepara el Kremlin ha sido Andreï Illarionov ex consejero económico de Putin y su sherpa en las cumbres del G8. Dimitió tras el asalto de la escuela de Beslán en el que murieron 333 personas y ahora vive en Washington. En una entrevista en YouTube, a mediados de enero, dio a entender que dispone de canales de información serios. Afirmó que el poder ruso ha aprendido de sus errores de 2022 y que se dispone a lanzar una ofensiva de gran envergadura.

Putin podría sorprender a los ucranianos -y a los occidentales- desde el nordeste, es decir desde Bielorrusia, atacando las rutas de aprovisionamiento y, entre ellas, la línea de ferrocarril que una Lviv con Polonia. “Desde el 15 de diciembre, Putin y su estado mayor trabajan las 24 horas del día” en afinar los detalles de la nueva estrategia.

Illarionov destaca también la importancia del nombramiento del jefe de estado mayor de los ejércitos, Valéry Guerassinov, como mando supremo de todas las operaciones militares. Otra señal inequívoca de la trascendencia de lo que se prepara es que el siguiente escalón del mando está integrado por lo mejorcito de la milicia rusa. Illarionov subraya la llegada del general Saliukov a Bielorrusia con la misión de “corta el flujo de armas occidentales al ejército ucraniano, factor clave para que Kiev pueda seguir combatiendo”

Saliukov es uno de los tres adjuntos de Guerassinov, uno por zona, nordeste, este y sur. Serguei Surokivine, el general que estaba al mando de todas las operaciones se ocupa ahora de mantener la presión en el Donbás. Allí está Bakhmut donde las tropas rusas, al precio de un gran número de bajas, han conseguido rodear la ciudad por todas partes menos por una última ruta de abastecimiento de las resistentes ucranios.

[Rusia rompe la defensa de Ucrania en Lugansk pero los Wagner avisan: “Tomar el Donbás costará 2 años”]

Un poco más al norte y en territorio ruso, Moscú ha establecido dos campos militares, en Voronezh y Kurks, en los que la inteligencia occidental cree que están acuertelados reservistas. Es la primera evidencia que confirma el nuevo despliegue. Estos soldados son parte de los 318.000 nuevos reclutas movilizados desde septiembre. Estarían destinados a entrar en combate desde el norte con el objetivo de completar la conquista del Donbás. No les espera un paseo militar a tenor de las declaraciones la pasada semana de Eugeny Prigozhin, el jefe del grupo paramilitar Wagner, quien opinaba que a Rusia le iba a costar “entre año y medio o dos” dominar el Donbass.

La tercera pata de la ofensiva rusa, según Illarionov, tendría como escenario el sur y consistiría en un cuerpo expedicionario lanzado en paracaídas al oeste de Odessa. El objetivo sería penetrar en Moldavia, pequeño estado entre Rumanía y Ucrania de 2,6 millones de habitantes con un gobierno pro europeo pero que no es miembro de la OTAN.

Moldavia desvela planes rusos

Aunque no haya ninguna evidencia de ese despliegue ruso, la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, ha desvelado planes rusos de desestabilización de su país “con ataques a edificios del Estado y tomas de rehenes por saboteadores con pasado militar camuflados como civiles”. Moldavia tiene estatus de país candidato a la UE. La adhesión a la OTAN tiene dos dificultades enormes. Sólo la desea el 25% de la opinión pública, según un sondeo de diciembre pasado. Además exige una reforma de la Constitución cuyo artículo 11 establece la neutralidad de Moldavia. Y, por supuesto, Moscú no lo vería con buenos ojos.

Desde 1992, Rusia ocupa la Transnistria, una franja del Este de Modalvia cuya independencia no es reconocida por nadie salvo por otros dos confetis de la ex URSS. “Las unidades rusas en Transnistria suman unos 1.500 hombres y no son lo bastante numerosas como para ser una amenaza, 1.500 soldados mueren cada dos días en Bakhmut -dice Florent Parmentier, investigador de geopolítica que acaba de publicar ‘Moldavia, cruce de dos mundos’-. Pero Transnistria es el hinterland del [puerto ucraniano de] Odessa. Mientras Rusia no amenace o tome Odessa, Transnistria no le sirve para nada”.

[La región prorrusa moldava de Transnistria, en alerta tras sufrir tres explosiones en 24 horas]

Hasta aquí la descripción de los planes del Kremlin, según Illarionov, de los que he tenido conocimiento por la reseña en ‘Le Figaro’ de Laure Mandeville, que fue corresponsal en Moscú en dos períodos y luego jefe del bureau en Washington del diario conservador parisino. He añadido otros elementos de contexto que explican lo que Pierre Lellouche, expresidente de la Asamblea parlamentaria de la OTAN, denomina “el tercer acto de todos los peligros”.

“Los dos primeros fueron fracasos humillantes para el agresor ruso”, dice Lellouche en referencia al asalto inicial a Kiev y al contraataque “preparado por maniobras de estado mayor en el Pentágono” que permitió a los ucranianos recuperar 3.000 km cuadrados de territorio ocupado por los invasores.

El precio pagado en vidas humanas en el conflicto ha sido brutal. También en destrucción material. Los rusos han destruido 270 puentes y 20.000 kilómetros de carreteras de Ucrania y su PIB ha caído un 35%. Kiev necesita 5.000 millones de euros al mes de ayuda… sin contar el armamento. De momento, EEUU y, en menor medida los países europeos, no han tenido problemas políticos o de opinión pública para aprobar los créditos. Pero, es evidente que la situación puede cambiar. Empezando por el Capitolio de Washington donde algunos parlamentarios trumpistas recién elegidos son aislacionistas y han anunciado ya que quieren acabar con la política de cheques en blanco a Zelensky.

Esto último unido a los indicios de que Putin prepara la gran ofensiva de primavera ha llevado a la carrera de armamentos. Zelensky ha obtenido no sólo carros de combate, cañones y baterías anti aéreas europeas, sino también los Patriots made in US, las baterías anti misiles más sofisticadas reservadas hasta ahora a los aliados más cercanos a Washington como Israel, Alemania o Japón.

Misil Patriot

Misil Patriot Departamento de Defensa de EEUU

“Los aliados, detrás de EEUU han decidido aceptar el riesgo de deslizarse irremediablemente hacia la cobeligerancia y de una confrontación cada vez más directa con las fuerzas rusas”, escribe Lellouche.

Emmanuel Todd, que predijo en 1976 el fin de la URSS en un libro premonitorio, ‘La caída final’, no se anda con tantos circunloquios: Los occidentales “al suministrar armas [a Ucrania] matamos rusos aunque sin exponernos”.

Tercera Guerra Mundial

Todd acaba de publicar en Japón, un nuevo libro titulado ‘La Tercera Guerra Mundial ha empezado’. Su tesis: “La Tercera Guerra Mundial ha empezado. Cierto que en pequeño y con dos sorpresas. Pensábamos que Ucrania iba a ser aplastada militarmente por una Rusia con un ejército potente Y una débil economía. Pasó lo contrario. Ucrania sobrevivió aunque ha perdido el 16% de su territorio. Y el rublo se ha revalorizado un 8% respecto al dólar y un 18% respecto al euro. Pero el conflicto, al pasar de una guerra territorial limitada a un enfrentamiento económico global entre Occidente y Rusia (con China) se ha convertido en una guerra mundial aunque la violencia militar sea débil con relación a las guerras mundiales precedentes

Entrevistado en ‘LeFigaro’, Todd sostiene que “si la economía rusa, adosada a China, resiste a las sanciones económicas y logra agotar a la economía europea, los controles económicos y financieros americanos del mundo se hundirían y con ellos la posibilidad de EEUU de financiar casi sin coste su enorme déficit comercial. Así que esta guerra se ha convertido en existencial tanto para EEUU como para Rusia: ninguno de los dos puede retirarse del conflicto. El enfrentamiento tiene que acabar en el hundimiento de uno de los dos”.

Todd, metido en el papel de abogado del diablo (Putin), repasa algunas fortalezas de Rusia que nos suelen pasar desapercibidas a los occidentales. Desde la “superioridad nuclear con sus misiles hipersónicos” hasta los votos en Naciones Unidas “que constatan que el 75% del mundo no sigue a Occidente”. Antropólogo, Todd, repasa la confrontación en términos de soft power: “Hoy Rusia se ha reposicionado como arquetipo de potencia no solo anticolonial sino conservadora de las costumbres más tradicionales. Estados Unidos se sintió traicionada por Arabia saudí que se ha negado a aumentar la producción de petróleo pese a la crisis energética provocada por la guerra. La Rusia de Putin es hoy moralmente conservadora y, por ello es vista con simpatía por los saudíes que, seguramente, se sienten incómodos con los debates americanos sobre el acceso de las mujeres transgénero a los retretes de señoras”.

Antony Beevor, enciclopédico historiador de la Segunda Guerrra Mundial, lo resumía en una entrevista en ‘Le Monde’, así: “Yo llamaría ‘Guerra Fría 2’ al conflicto de Ucrania porque ya no se trata de una oposición entre dos ideologías opuestas, derecha e izquierda, sino entre democracias liberales y regímenes autoritarios e imperialistas, sin referencia al comunismo”.

[Antony Beevor: "La amenaza de la III Guerra Mundial es muy real"]

El filósofo francés Pascal Bruckner da un paso más en esa dirección: “Ucrania no sólo ha despertado a Europa sino que ha sacado a Estados Unidos en humillación después de 20 años de guerra perdida seguidas y de la retirada desastrosa de Kabul en agosto de 2021. Biden envía a los chinos un mensaje sin ambigüedad: ‘Si tocáis Taiwán, lo pagaréis caro. La derrota de Putin y su régimen criminal es un mensaje dirigido a todos los déspotas, incluidos Irán y Turquía. A las democracias les cuesta despertarse pero una vez movilizadas, no se paran.”

Sin ir más lejos, el sábado, Antony Blinken, en su primer encuentro con un alto cargo chino tras la crisis desatada por el descubrimiento y derribo de un globo espía chino sobre territorio norteamericano, lanzó una seria advertencia a Pekín: "Condené la incursión del globo de vigilancia de la República Popular China y subrayé que no debe volver a pasar. Advertí a China contra el suministro de material de ayuda a Rusia y también enfaticé la importancia de mantener abiertas líneas de comunicación” explicó en Twitter el secretario de Estado de EEUU.

La entrevista tuvo lugar durante la Conferencia de Seguridad de Múnich. El interlocutor de Blinken fue Wang Yi, director de la Oficina de la Comisión de Asuntos Exteriores del Partido Comunista de China y máximo responsable de la diplomacia del país asiático.

Este mensaje de confrontación ideológica mundial, un año después del comienzo de la guerra, está abriéndose paso, como el aleteo de una mariposa, en todos los medios por debajo de las aguas agitadas de las informaciones sobre la cantidad y modelo de los ‘Leopard’s’ a enviar a Kiev. Y eso nos lleva a cómo debiera terminar la guerra.

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De un lado, Zelensky, Polonia, los Estados bálticos, es decir los que sienten de cerca el aliento del oso ruso. El presidente ucraniano lo ha dicho ya varias veces. Esta semana, en la BBC, en el semanario alemán ‘Der Spiegel’ y en ‘Le Figaro’: “Hoy, la situación es irreversible. Ya es demasiado tarde. Nuestro pueblo no olvidará jamás. Cuando Hitler estaba perdiendo la guerra, continuaba bombardeando Londres. Con Putin igual. Son criaturas iguales (…) ha habido otros Hitler en otras épocas y otros países. No se puede parar a estos dragones cuando tienen hambre. Les puedes dar un país para saciarles pero reclaman otros”.

Del otro, Kissinger, Macron y los posibilistas cuya posición sintetizo en esta frase de “fuentes del Elíseo” tomada de la prensa francesa: “Queremos la victoria de Ucrania, queremos la derrota de Rusia pero, no queremos la Tercera Guerra Mundial”.