El miedo a que la relación de frontera se recrudezca impera en Gibraltar y alrededores.

El miedo a que la relación de frontera se recrudezca impera en Gibraltar y alrededores. Fran Montes

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Los vecinos de Gibraltar: temo lo que España haga tras el 'brexit'

A ambos lados de la raya existe el miedo de que una política más agresiva de Madrid hacia el Peñón perjudique a la zona.

22 junio, 2016 04:39
Gibraltar

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Manuel Márquez sufrió en sus carnes un cierre de frontera. Este vecino de la comarca gaditana del Campo de Gibraltar trabajó en el Peñón cuando la España franquista echó el cerrojo a la verja durante más de una década. En aquel tiempo, Márquez tenía que viajar a través de Marruecos para poder ver a su familia en España. Cuando su padre murió, saltó la valla para no perderse el funeral y terminó en el calabozo.

Para él, la Roca ha sido durante décadas -y aún es- su fuente de sustento. Antiguo soldador, hoy trabaja en el territorio británico como operador de planta. La posibilidad de que Reino Unido vote por salir de la Unión Europea este jueves le inquieta. Pero lo que le preocupa de veras es que el Gobierno español adopte una postura más agresiva hacia Gibraltar si eso sucede, aunque duda de que Madrid volviera a sellar la frontera tras el brexit como hizo entre 1969 y 1985.

“A mí me preocupa más la reacción del Gobierno español que el brexit en sí, por la política que siempre usa el Gobierno español contra Gibraltar perjudicando a la comarca del Campo de Gibraltar”, cuenta a este diario en la sede de la Asociación Sociocultural de Trabajadores Españoles en Gibraltar (Ascteg), un colectivo dedicado a ayudar a los trabajadores transfronterizos afincado en la rayana Línea de la Concepción. “[La política del Gobierno] aquí ha sido de acoso hacia los trabajadores de la frontera y no se ha avanzado en nuestras reivindicaciones”.

Márquez teme que ante la ausencia de la Unión Europea el Ejecutivo español pudiese llevar a cabo todo tipo de medidas para fastidiar al Peñón y, en consecuencia, a los -al menos- 5.000 españoles que cruzan a diario para trabajar allí. Por ejemplo, España planteó en 2013 establecer una tasa de 50 euros en el paso, pero Bruselas advirtió de que tal acción violaría la legislación europea.

La preocupación del linense por que las cosas puedan empeorar en la zona de Gibraltar si Reino Unido arrastra al Peñón fuera de la UE no es un temor aislado, sino que la alarma impera a ambos lados de la raya.

“Necesitamos libre circulación en esa frontera y la UE nos ha hecho un gran servicio protegiéndola. Los clientes tienen que venir a Gibraltar. Si esos clientes no entran en Gibraltar, este modelo de negocio colapsa”, afirma el gibraltareño Stuart Menez, que regenta Gibraltar Crystal, un negocio de artesanía de cristal establecido en los 90 en la Roca con fondos europeos. Sito en la plaza Casemates, Gibraltar Crystal importa material de distintos puntos del continente para elaborar sus productos, que luego vende a los turistas que visitan el Peñón o exporta al resto de los Veintiocho. “Pero todo depende de nuestra permanencia en la UE”, subraya Menez.

“Básicamente, hemos construido nuestra economía sobre nuestro estatus en la UE”, coincide Gemma Vasquez, presidenta de la Federación de Pequeñas Empresas de Gibraltar y responsable de la campaña europeísta llanita, Gibraltar Stronger in Europe (Gibraltar Más Fuerte en Europa), que pide el voto por la Unión en el referéndum del jueves.

Como territorio cuya defensa y relaciones externas asume un Estado miembro, Gibraltar forma parte de la Unión y tiene acceso al mercado único europeo, que incluye a más de 500 millones de personas. La situación del Peñón, sin embargo, es especial y, por ejemplo, está fuera del espacio aduanero común y no tiene la obligación de recaudar el IVA. Con un impuesto de sociedades del 10%, la Roca es una economía atractiva para los inversores que tiene los servicios financieros y el juego en internet entre sus sectores más boyantes. Pero también depende de la importación, inclusive de mano de obra.

“Muchos de nuestros trabajadores vienen del otro lado de la frontera, por lo que dependemos de la libertad de movimiento para llevar mano de obra a Gibraltar”, dice Vasquez, que integra la firma legal Hassans. “Y esta región de Campo de Gibraltar es una de las más deprimidas de la zona, los índices de desempleo son extremadamente altos, así que Campo de Gibraltar está tan preocupada como nosotros por un posible brexit, ya que, obviamente, podría afectar también a su economía”.

¿UN MOTOR ECONÓMICO PARA LA COMARCA?

Unos 9.000 trabajadores traspasan la frontera a diario para ganar un jornal en Gibraltar, de los que la mitad son españoles, según cifras oficiales. Pero la Cámara de Comercio de la Roca cree que en realidad hay más trabajadores transfronterizos y que el porcentaje de españoles entre ellos puede ser “considerablemente superior”. Un informe divulgado el pasado verano por este organismo calcula que en 2013 el Peñón soportaba el 11% de los puestos de trabajo fijos de Campo de Gibraltar y sugiere que la pequeña península es un motor económico para la comarca gaditana mientras señala una simbiosis entre las dos economías.

También hay quien lo ve así en La Línea de la Concepción, el cuarto municipio con más paro de España con un 36% de desempleo. Vecinos y asociaciones de esta población de 60.000 habitantes limítrofe con el Peñón defienden que éste es esencial para su supervivencia.

“Gibraltar es un 40% del PIB de La Línea”, afirma en conversación telefónica Lorenzo Pérez-Periáñez, presidente de la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa del municipio gaditano, quien explica que aparte de los trabajadores que cruzan a diario, el Peñón es también fuente de ingresos de empresas locales. “Casi todo lo que tienen en Gibraltar viene de este lado de la frontera. Hasta la Coca Cola y el camarero que te la sirve viene de aquí”, ríe.

Como Márquez, el trabajador transfronterizo, Periáñez sostiene que la política del Gobierno ha traído problemas a los habitantes de su municipio al poner obstáculos a la fluidez de la frontera y, con ello, a la actividad económica de la zona. Asimismo, teme que si Gibraltar sale España endurezca su postura hacia el Peñón y la verja se vuelva menos permeable. Le preocupa, por ejemplo, que se exijan visados a trabajadores transfronterizos o que las dificultades para cruzar lleven a los llanitos a quedarse en su lado de la valla y no acudan a los negocios de La Línea de la Concepción. “Cualquier medida de éstas repercute en pérdida de empleo para la gente de La Línea”, asevera.

Periáñez asegura que los agentes fronterizos españoles hacen descargar la mercancía a los camiones de manera aleatoria, lo que entorpece a las empresas de los alrededores. La política del Ejecutivo hacia Gibraltar, concluye, es errada. “[Para] él atacar a Gibraltar fuera del Campo de Gibraltar da votos”, dice sobre el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. “La idea que tienen de Gibraltar es totalmente distinta a la que tenemos nosotros. Por lo tanto, la política que lleva él con respecto a Gibraltar no nos gusta. Para nosotros no es la adecuada. Si algún día quisiera la soberanía, el atacar a los gibraltareños creemos que tampoco es la estrategia adecuada. Habrá que conquistarlos con otro tipo de medidas”.

Salvador Molina, presidente de Ascteg y antiguo soldador en los barcos del Peñón, y Juan José Uceda, portavoz de la asociación linense y ex director de compras de los astilleros y almacenes de Gibraltar, tampoco están satisfechos con la política de Madrid. Estos vecinos de la Línea de la Concepción denuncian una supuesta situación donde las autoridades españolas discriminan a sus conciudadanos que cruzan al territorio británico para ganarse el pan y ponen todo tipo de impedimentos “injustos” a los flujos transfronterizos de personas y mercancías, lo que genera retrasos y colas.

“Para el Gobierno de [Mariano] Rajoy, todo lo que se mueva en esta zona, todo el que trabaje en Gibraltar, todo el que defienda la postura de Gibraltar porque está defendiendo el dinero que gana para mantener a sus hijos, van en contra suya, dicen que no eres patriota, que no eres español”, afirma Molina, quien es pensionista en España y el Peñón. “Al final de año, me voy de vacaciones y me lo paga Gibraltar”, asegura el gaditano, que dice tener los “oídos perdidos” de trabajar en los barcos. Su organización, entre otras cosas, ayuda a los trabajadores transfronterizos a cobrar sus pensiones de la Roca.

“El principal problema son las colas”, señala Uceda, cuya familia aún trabaja al otro lado del itsmo. El linense asegura que los retrasos en la frontera dificultan que los trabajadores españoles vivan con normalidad y entorpecen la actividad de las empresas patrias que operan en la Roca. Uceda subraya que las colas se forman de manera repentina e impredecible.

“La justificación que da España ante los ojos de vosotros que desconocéis el tema y a lo mejor os lo creéis es que Gibraltar es una cuna de narcotráfico y hay que controlar el narcotráfico”, afirma el antiguo director de compras de los astilleros y almacenes del Peñón, quien considera que España demoniza a la península británica. Como a sus compañeros de Ascteg, el día siguiente al referendo sobre la permanencia de Reino Unido en la UE le inquieta.

Las encuestas predicen que los llanitos votarán en masa contra el brexit.

Las encuestas predicen que los llanitos votarán en masa contra el brexit. Fran Montes

LA FRICCIÓN AUMENTA

La tensión entre Madrid y Gibraltar ha escalado este año después de que unas declaraciones del ministro Margallo hicieran sonar la señal de alarma en la población llanita. El titular de Exteriores afirmó hace unos meses que de ocurrir el brexit, el tema de Gibraltar estaría sobre la mesa al día siguiente. Por su parte, el ministro principal del Peñón, Fabian Picardo, ha acusado a España de usar la hipotética salida de Reino Unido de la Unión como un instrumento de “chantaje político”.

“El chantaje político viene del señor Margallo [al] proponer que si hay un brexit, Gibraltar pueda tener acceso al mercado único europeo solamente si aceptamos la soberanía conjunta. Y la soberanía conjunta entre España y Reino Unido no la va a aceptar nunca Gibraltar”, dijo Picardo a EL ESPAÑOL en una reciente entrevista.

A través del Tratado de Utrecht, España cedió la ciudad, el castillo, el puerto y las defensas de Gibraltar a comienzos del siglo XVIII, que desde entonces han pertenecido a los británicos.

La postura del Gobierno es que Gibraltar es una “colonia” y se aferra a una resolución de Naciones Unidas de la década de 1960 que “insta a la descolonización conforme al principio de integridad territorial y no en virtud de ningún supuesto derecho de autodeterminación de un hipotético 'pueblo' gibraltareño”, según escribió este mes Margallo en un artículo de opinión para el diario ABC.

Dicha resolución, afirma el ministro, llama a Londres y Madrid a lograr una solución bilateral, que Londres se comprometió a encontrar pero ha abandonado a pesar de que Gibraltar se encuentra en la lista de territorios pendientes de descolonización de la ONU. Asimismo, España también defiende que nunca se cedieron el istmo o las aguas territoriales y argumenta que Gibraltar es un paraíso fiscal y un nido de contrabando.

Pero España desaprovechó la ocasión de ganar soberanía sobre el Peñón al retirarse de la mesa de negociaciones después de que Naciones Unidas resolviera a su favor en los 60, opina Araceli Mangas, catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense y miembro del Consejo Científico del Real Instituto Elcano, quien escribió recientemente un análisis sobre el brexit y Gibraltar para el think tank patrio.

La experta considera que España tampoco tendría muchas posibilidades de vencer ante la Corte Internacional de Justicia si reclamara ante ella. “Es que en algunas cosas no tenemos la razón jurídica. Podemos tener la razón emocional, la razón histórica. Pero jurídicamente se han cometido muchos errores por parte de los Gobiernos de España en los últimos tres siglos”, dice.

Para Mangas, lo importante es lograr que las reglas sean iguales a ambos lados de la frontera, esto es, que Gibraltar entre dentro de la unión aduanera y cambie su fiscalidad. Mangas defiende que, con su estatus especial, Gibraltar hace una “competencia absolutamente desleal” a los municipios del otro lado de la raya. “Ha hecho mucho daño. Es que ellos han prosperado muchísimo y, sin embargo, la zona de Cádiz ha bajado extraordinariamente”, afirma. “Soñar con la devolución es soñar (...) [Pero] si hubiera las mismas reglas de un lado y otro, no habría problema”.

Como Gibraltar no forma parte del espacio Schengen, España tiene derecho a realizar controles en frontera siempre que se hagan con proporcionalidad. Pero la experta considera que si el Peñón abandonara la UE, España, por ejemplo, tendría poder para cerrar la verja a ciertas horas. Preguntada sobre si se podrían exigir visados a los empleados transfronterizos, Mangas dice que los que ya trabajan conservarían sus derechos, pero que las nuevas normas se aplicarían a los futuros trabajadores.

TODOS LOS OJOS PUESTOS EN EL REFERENDO

Los gibraltareños votaron en 2002 contra una posible soberanía compartida con España en un referéndum local. Ahora, las encuestas auguran que lo harán de manera igualmente abrumadora contra el brexit en el plebiscito de este jueves. El Peñón, donde el eslogan “I'm in” (estoy dentro) lo cubre todo, representa poco más de 20.000 votos en la consulta británica, pero sus habitantes creen que pueden marcar la diferencia en la ajustada contienda.

Quien también espera que Gibraltar se quede es Silvia Rodríguez, una treinteañera natural de Jerez de la Frontera que lleva seis años trabajando en el Peñón. La gaditana buscó empleo en la Roca después de perder su puesto en España y hoy trabaja en un estanco de la emblemática Main Street. “Si se sale de la Unión Europea cambiarían todas las condiciones, sería una pérdida de dinero”, dice Rodríguez, que le preocupa que España imponga más requisitos a los trabajadores transfronterizos si Gibraltar sale de los Veintiocho.

“Aquí lo peor es la incertidumbre que llevamos viviendo en los últimos meses”, afirma Ángel Serrano, delegado comarcal de UGT y presidente del Grupo Transfronterizo, un colectivo integrado por sindicatos y patronal de ambos lados de la valla creado hace dos años para fomentar la cooperación a través de la valla. “Nos va a tocar de lleno a nuestra comarca”.

La posibilidad del brexit ha pospuesto un proyecto de establecer una Agrupación Europea de Cooperación Territorial, una entidad legal creada para facilitar la cooperación transfronteriza, y el día después del referendo asusta a actores de los dos lados de la verja, dice Serrano.

Para él, las elecciones generales del domingo en España determinarán el futuro de las relaciones entre España y Gibraltar y opina que el Gobierno ha tomado una postura equivocada hacia el Peñón y alrededores. “El Partido Popular aquí en nuestra comarca está por la labor de la cooperación, sin embargo, hay un sector arriba en el Gobierno que, o no comparte, o parece que no ayuda a la cooperación”, dice. “Yo entiendo que hay que hacer vigilancia de lo ilícito y todo lo que haga falta. Ahora bien, de ahí a la rigidez hay muchos escalones. Entonces, hay veces que han sido demasiado drásticos en el tema de esos controles”.

Menez, el empresario gibraltareño, teme que si España recrudece su trato hacia Gibraltar tras el plebiscito pueda abrirse una herida entre sus poblaciones. “Lo que más me preocupa es la división que se daría entre pueblos, que después son muy difíciles de reparar”, asegura.

Por su parte, Márquez, el operador de planta, afirma ante la proximidad de las elecciones en España que, aunque no se fía de ninguna formación para defender sus intereses, espera que el PP no salga reelegido. "Si sale el PP seguimos perdiendo puestos de trabajo españoles en Gibraltar", sentencia.