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Política INVESTIDURA

Así negocia Sánchez la amnistía de los 25 borradores mientras exige más y más Puigdemont

El Gobierno está inquieto y quiere "cerrar cuanto antes" un acuerdo con Junts, tras una semana frenética, con órdenes de silencio, viajes a Barcelona y a Bruselas, y folios de 'corta y pega' redactados de forma apresurada.

5 noviembre, 2023 02:22

El Gobierno está inquieto. La negociación con Carles Puigdemont se iba a cerrar el jueves, pero acaba esta semana frenética con todo abierto y dificultades para discernir cuánto hay de discrepancias reales en la mesa de negociación y cuánto de representación.

Fuentes de un lado y otro de la negociación reconocen que "hay de ambas", porque la ley de amnistía no satisface a parte de Junts, y por "otros asuntos que aún no han salido en los medios". Pero a Pedro Sánchez no sólo se le echa el calendario encima, también le ocurre que cualquier cesión de más que aparezca ahora en un pacto con Puigdemont parecerá producto de esta prórroga sobre el plazo previsto.

Por eso, el PSOE quiere cerrarlo todo "cuanto antes".

Pero algo más habrá que darle a Puigdemont. Porque en el acuerdo firmado el pasado jueves por Oriol Junqueras y Félix Bolaños, lo que aparecía estaba destinado a que lo firmara el PSOE con Jordi Turull, tan enfadado con los socialistas este viernes que mandó una carta a la Ejecutiva del partido anticipando "horas y días de mucha presión".

Hay algo evidente: si el expresident fugado ha pasado de proclamar, hasta el 23-J, que "jamás" daría los votos de Junts para una investidura y ahora negocia, es que quiere acuerdo. Pero se ha sentido traicionado al leer el documento PSOE-ERC, y ahora jugará sus bazas: si es el último en firmar, por un lado, necesita vender un "acuerdo histórico" [lea aquí su conferencia del 5 de septiembre]; y por otro, exigirá más y más porque tiene a Sánchez atrapado.

Dice uno de los negociadores de Puigdemont que "ahora, Sánchez ya no puede dar marcha atrás y nosotros, sí". Y un periodista con acceso directo al líder del 1-O lo traduce para EL ESPAÑOL: "Puigdemont tiene ahora la sartén por el mango, la cocina y hasta la casa".

El 23-J le dio a Junts la llave de la Moncloa; y la firma de Félix Bolaños con Oriol Junqueras, ese mismo jueves, las escrituras

Del 23-J a lo de ERC

Dijo María Jesús Montero el domingo pasado en la Cadena Ser que lo de la condonación de la deuda catalana no estaba en la mesa de negociación con los independentistas. Que eso "se lo inventan" algunos. 

Lo cierto es que la ministra de Hacienda, vicesecretaria general del PSOE y negociadora de los dineros en la investidura, llevaba algo de razón: fue a partir del lunes cuando Oriol Junqueras "arrancó" al futuro Gobierno todos esos miles de millones.

"¡Qué difícil es esta señora!", explica un alto cargo de Esquerra. Pero el caso es que la exigencia sí estaba sobre la mesa desde el primer día, aunque se orilló hasta la recta final.

Las negociaciones comenzaron en realidad el día después de las elecciones del 23-J, hace más de tres meses. "La amnistía estaba aceptada desde el principio, pero prometimos 'eso y más', es decir, que hubiera mejoras en las condiciones de vida de los catalanes", aseguran desde ERC. 

Fue a partir del lunes pasado, 30 de octubre, cuando Montero pisó el acelerador y sorprendió al equipo negociador de ERC diciendo "sí" a Rodalies, al perdón de 15.000 millones del principal del FLA (además de la renuncia a otros 1.300 millones en intereses) y a otros cuantos miles de millones para Mossos, Justicia y adelantos de inversiones estatales (que licitará el Govern).

Y, ya como guinda, dijo sí también a una negociación bilateral de la reforma de la financiación para Cataluña.

"Este acelerón indica que habrá investidura en la semana del 6 de noviembre", afirmaba un ministro consejero de Pedro Sánchez el miércoles, día de Todos los Santos.

Pero luego, en esta semana frenética, vino el lío interno de Junts, con Carles Puigdemont presidiendo una mesa en Bruselas en la que, sentado a su izquierda, estaba Jordi Turull, y a su derecha, Laura Borràs.

Carles Puigdemont, este jueves, reunido con la cúpula de Junts en Bruselas.

Carles Puigdemont, este jueves, reunido con la cúpula de Junts en Bruselas. TV3

La presidenta del partido no se puede ver con el secretario general. Borràs está condenada a cuatro años y medio de prisión por favorecer a un amigo troceando contratos de la Institució de les Lletres Catalanes para adjudicárselos a dedo, y ahora quiere que su delito se incluya en la amnistía.

Por eso, el expresident fugado en Waterloo rompió el calendario de Sánchez, y desconvocó la rueda de prensa del jueves por la tarde. Tenía el motivo (o la excusa) para elevar el diapasón de los nervios en Moncloa.

Otro alto cargo de los neoconvergentes lo explicaba el viernes: ahora que el presidente en funciones ha mostrado sus cartas, "ya no tiene relato para ir a elecciones" el 14 de enero, y se le puede apretar para colar a Borràs. Lo decía justo en el momento en el que el PSOE vendía que Puigdemont y Santos Cerdán estaban reunidos, y el corresponsal de EL ESPAÑOL en Bruselas descubría el engaño fotografiando al expresident en la cafetería del Parlamento Europeo, tan tranquilo

Y, por qué no amnistiar también a Gonzalo Boye, el abogado de Puigdemont, con una causa pendiente por blanqueo de dinero procedente del narco Sito Miñanco. Se animan en Junts. Veremos.

Boye, es curioso, no sólo ha negociado con Bolaños sobre las condiciones de Junts para votar a Sánchez, sino que lo estuvo haciendo en nombre de "mis defendidos", que así los llama.

Es un detalle, pero no menor: cuando uno negocia votos de investidura en calidad de abogado defensor, queda claro lo de la confusión de poderes. Un alto cargo de Alberto Núñez Feijóo lo llaman "abolición del Estado de derecho por un puñado de votos", como los vocales conservadores del CGPJ

La noche electoral

La noche del 23-J, en Génova se hacían cuentas: si lograban convencer a Santiago Abascal para que no quisiera ser vicepresidente ni colar ministros de Vox, aún se podía confiar en el PNV.

Pero los peneuvistas tienen el mismo incentivo para el sí a Sánchez que Puigdemont, opina el PP, y es que a nadie como a Sánchez le van a sacar más por menos. "Más", en este caso, es una reforma territorial profunda.

"Si el presidente se alía con todos los nacionalistas y los independentistas", apunta una fuente del PNV, "será para algo" y esta legislatura "toca la reforma del modelo de Estado". Con ellos la negociación ha sido en silencio, pero pasando por ahí. "La propuesta del lehendakari es eso, un método, pero hay más maneras", concluye.

Es decir, se trata de cuadrar "el cómo" de esa mutación. Y eso es lo mismo que dice el acuerdo firmado con ERC: "Abordar el debate sobre el modo en que los acuerdos a los que se pueda llegar sobre el marco político de Cataluña puedan ser refrendados por el pueblo catalán". El cómo. 

Pero lo que empezó en Ferraz el 23-J fueron otras cuentas. Las del número de ministros y diputados que alguna vez habían dicho "no" públicamente a la amnistía, y las de la cantidad de argumentos que habría que reelaborar. Porque esa noche, confiesa una fuente de Moncloa, ya se entendió que la cosa tendría que ir "por ahí".

Al día siguiente, Sánchez reunió a sus más estrechos colaboradores y los puso en orden. Contactó con algún exministro (y con un expresidente) y puso a otro socialista -constitucionalista de profesión- a trabajar en un informe sobre "cómo" articular esa medida.

A las pocas semanas, ya lo tenía: ley orgánica, una exposición de motivos muy bien armada política y jurídicamente, y pocos artículos muy específicos para perimetrar su alcance. Quién, qué, cuándo y por qué.

Es decir, quiénes se benefician, qué delitos se borran, entre qué intervalo de fechas, y bajo qué supuestos.

La amnistía

Ese mismo constitucionalista confesó a este diario que "lo de Puigdemont ya sabemos que será muy duro de tragar para los nuestros", es decir, para los votantes del PSOE.

Por eso, Sánchez exigió silencio absoluto sobre la amnistía -llegó a expulsar del partido a Nicolás Redondo, un histórico- y diseñó un calendario de negociación y anuncios muy cuidadoso. Las fechas de las noticias más "duras", de hecho, coincidieron con fiestas o con la jura de la Princesa Leonor.

La amnistía pasó a ser, así, la llave que abrió la negociación con ERC y la disposición de Junts a sumarse, hasta ese momento reluctante a "implicarse en la gobernabilidad de España".

En esas primeras semanas de agosto, ya con las vacaciones del ministro Félix Bolaños suspendidas, el PSOE le aseguró a ERC que se haría. Y el mensaje llegó a la mansión de Waterloo.

Por eso, el 4 de septiembre, Yolanda Díaz se atrevió a viajar a Bruselas a reunirse con el prófugo, y el día siguiente, Puigdemont pronunció la conferencia donde se le entendió todo.

Nadie le creyó hasta verlo cumplido ahora: "Pacto histórico, nación, referéndum, 155 injusto y nada de renunciar a la unilateralidad".

El 11 de septiembre, el jefe de Gabinete de Junqueras durante el procés lo verbalizaba en una entrevista con EL ESPAÑOL. Sergi Sol, tan indepe como entonces, con el mismo acceso al exvicepresident, pero mucho menos procesista, calificó la amnistía de "camino para la investidura".

Sólo camino porque otras fuentes de ERC sostienen que, entonces, ya habían diseñado sus ocho "carpetas" para negociar, y la amnistía sólo era una de ellas.

Y dos días después, era José Antich, director del diario independentista elnacional.cat -y que tiene línea directa con Waterloo- el que advertía, también en este diario, que "Sánchez piensa que le valdrá hacerlo a última hora, como siempre, pero Puigdemont no es así".

También se ha demostrado. Vayamos a los hechos:

Se ha contado que la ley de amnistía se terminó de acordar el pasado martes, en una llamada entre Sánchez y Pere Aragonès, pero no es así. El texto estaba acordado desde finales de septiembre. "El preámbulo es de ellos, y los artículos son nuestros", afirma un alto cargo de Esquerra.

"Tanta referencia al reencuentro no nos convence, pero a ellos tampoco les gustaba meter a todos, y eso quiere decir a todos, en la amnistía": los CDR, Tsunami, muchos de los implicados en el caso Volhov y en otras inquietantes conexiones rusas del procés.

[El intermediario del hombre del Kremlin al asesor de Puigdemont: "El CNI os tiene controlados"]

También se ha escrito que el jueves viajó Bolaños a Barcelona a cerrar las últimas "carpetas" con Junqueras. Y no es verdad. "Viajó el miércoles por la noche, y a lo que iba era a rematarlo todo con Jordi Turull", secretario general de Junts, tal como revela una fuente de ese partido.

Necesidad y virtud

Pero ahí es donde Puigdemont empezó a jugar: por fin, había logrado que el PSOE aceptara que el "verificador de los acuerdos" fuese una entidad "internacional", a lo que se resistían los socialistas. Pero eso no es un éxito suficiente para presumir ante sus bases.

Así que no iba a aceptar compartir protagonismo con Junqueras, cerrando el pacto el mismo día, y desconvocó una rueda de prensa. Después de ver las cesiones que el PSOE hacía a quien es su rival por la hegemonía del independentismo, no podía limitarse a firmar lo mismo. Y en la otra acera, en Esquerra, ni se creían que podrían haber logrado tanto.

Hay dos pruebas factuales para sostener eso.

La primera es que la tarde del miércoles, un negociador del prófugo había explicado a este diario que el "escollo" eran las "imprecisiones" de la ley de amnistía, de la que Turull ya tenía una copia para firmar al día siguiente con el ministro de la Presidencia en funciones. Pero, en menos de 24 horas, este enviado de Junts pasó del "faltan algunos supuestos" en el texto a afirmar que "hay más cosas pendientes, que no son los detalles de la amnistía".

La segunda son los 14 folios del acuerdo firmado entre Bolaños y Junqueras. Esas páginas encierran varios secretos reveladores: uno, que el documento está lleno de erratas, y nadie negocia un acuerdo político de tantísimo calado durante un mes para mostrar lo más parecido a un corta y pega.

Otro, que en muchos pasajes, la terminología utilizada es calcada a la de la conferencia de Puigdemont en Bruselas, el 5 de septiembre. Baste un ejemplo: los "elementos esenciales del conflicto".

Pero es que hasta la estructura y el orden del texto es la misma, comparando las transcripciones.

Esos "elementos esenciales" son: el "origen del conflicto" en la sentencia del Constitucional de 2010 que anuló algunas disposiciones del Estatut; la necesidad del "reconocimiento nacional"; los "recursos de los que debe disponer" Cataluña, y que los acuerdos alcanzados "sean refrendados por la ciudadanía".

Calcado y por el mismo orden que los enumeró Puigdemont.

Lo que le falta al papel firmado por ERC y el PSOE es únicamente recoger lo de "la aplicación salvaje del artículo 155 de la Constitución para disolver el Parlamento, destituir al Gobierno e intervenir el autogobierno". Es decir, la "legitimidad democrática" del procés en su totalidad.

Porque en su conferencia de septiembre, el expresident se lo dejó claro a Sánchez: "O repite las elecciones [...] o pacta con un partido que defiende la legitimidad del 1 de octubre y que no ha renunciado ni renunciará a la unilateralidad como recurso legítimo para hacer valer sus derechos". Y se preguntaba: "¿Realmente pueden hacer de la necesidad, virtud?".

Sánchez le contestó, palabra por palabra, en el Comité Federal del sábado 28 de octubre: "Defiendo la amnistía para hacer de la necesidad, virtud".

El punto de inflexión

El elemento político clave del contenido del acuerdo PSOE-ERC es el "conflicto de legitimidades" con el que el independentismo justifica todo lo ocurrido entre 2010 y esta negociación, y que fue asumido por Sánchez el jueves. Éste es otro claro indicio de que ese papel no era el de ERC, sino el de Junts.

Una fuente de Esquerra, con acceso a la negociación, admite a este diario que no sabe cuándo entró ese concepto en el documento, y que entre los viajes en AVE de ida y vuelta, los envíos electrónicos y las reuniones presenciales, "en la versión 25, por ejemplo, no estaba".

[PSOE y PP hablaron de "conflicto de legitimidades en Cataluña" en 2014, pero circunscrito al Estatut]

Evidentemente, hubo más retoques, pero extraña que la inclusión del fundamento esencial de que el Govern de Puigdemont y Junqueras convocara un referéndum de independencia el 1 de octubre de 2017 le pasara desapercibido.

Quizás, el concepto sí que se introdujo en alguna de las "bastantes más reuniones" que había mantenido Santos Cerdán con el 'expresident' fugado en Waterloo antes de la que se escenificó para la foto (y qué foto, bajo la urna del 1-O) el lunes por la noche.

Reunión en Bruselas de Carles Puigdemont y Santos Cerdán.

Reunión en Bruselas de Carles Puigdemont y Santos Cerdán. Europa Press

Y más que probablemente, aquello ocurrió ya en octubre. Porque el punto de inflexión definitivo fue el 29 de septiembre, viernes.

En los inicios, el PSOE quería negociar con Junts y con ERC a la vez: el escenario era distinto del de la pasada legislatura, cuando le convenía separar a sus aliados para jugar a la geometría variable. Ahora, que necesita todos los votos de todos, era preferible evitar la subasta al alza entre competidores.

"Todo cambió el día del Debate de Política General en el Parlament", apunta un cargo de ERC, "aprobamos una resolución conjunta exigiendo el referéndum, lo que enfadó al PSOE; pero el texto decía 'pactado', lo que fue la constatación de que Junts ya estaba en la estrategia de la negociación". Aquello ocurrió el día de la derrota definitiva de la investidura de Feijóo, ese 29-S, lo que le quitó foco al asunto en el resto de España.

El mismo día, este diario publicaba una información exclusiva de que Sánchez le había encargado a José Luis Rodríguez Zapatero una campaña sobre las ventajas de la amnistía.

El expresidente ya había actuado de enlace entre Moncloa y Waterloo en varias ocasiones y, de hecho, un alto cargo socialista así lo había revelado a este diario, que no pudo publicarlo entonces a falta de otras fuentes que lo corroboraran. 

También se han publicado nombres de otros presuntos implicados en la operación destinada a "afinar" artículos de la "futura ley de amnistía", caso de Boye, "el abogado defensor", o del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido: hay que garantizar una redacción que pase, cuando la oposición la recurra, el filtro de este órgano. Pero eso, evidentemente, es un rumor: el árbitro nunca podría hablar del partido antes de que se celebre.