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España LA INVESTIDURA

Entre Canarias y Waterloo, con Bolaños y Nogueras al móvil: "En la investidura, les sacaremos los riñones"

El ministro de la Presidencia ha sido el emisario de Sánchez en las negociaciones con Junts. Fuentes cercanas a Puigdemont reconocen "contactos" con el PP.

20 agosto, 2023 02:46
Ángel Ortiz Alberto D. Prieto

Quedaba una semana para la sesión de constitución de las Cortes y, todavía, no había un solo avance. Tan era así que en Waterloo la consigna seguía siendo "no importa quién pague, el caso es que nos lo paguen". Fuentes cercanas a Carles Puigdemont, en aquellos días, se ufanaban de que para la investidura, ya fuera a favor del candidato del PSOE o el del PP, les iban a "sacar los riñones".

Finalmente, no fue así. Al menos, para la presidencia del Congreso. Pero "la investidura será otra cosa, la investidura será más cara".

Nada hace pensar que Junts se pondrá tan duro para investir a Pedro Sánchez como presume el entorno del expresident fugado. Porque las bravatas por Twitter de los días previos al jueves 17 de agosto en forma de textos larguísimos de Puigdemont, se convirtieron en un acuerdo más cercano al "autonomismo entregado" del que siempre había él acusado a Oriol Junqueras, desde que uno acabó en la cárcel y el otro se puso a vivir en un palacete belga, y con el buen sueldo de un eurodiputado.

Unas comisiones de investigación por aquí, un catalán oficial por allá... y poco más. Incluso, Sánchez se dio el lujo de conceder lo más transgresor a Esquerra, un compromiso de "terminar con la represión por las vías legales necesarias"... o sea, "la amnistía", según Gabriel Rufián, Teresa Jordà y Pere Aragonès.

"Hay que conseguir que ellos se puedan poner una medalla", confesaba un ministro a este periódico en los días previos, en referencia a los dos partidos independentistas catalanes. "Y luego ver cómo lo podemos contar", añadía otro.

La medalla fue el "hecho comprobable", esa carta de José Manuel Albares a la secretaria general del Consejo de la UE, para pedir la inclusión en el orden del día de la próxima reunión que se trate la oficialidad en la UE de tres de las lenguas territoriales españolas: catalán, euskera y gallego.

Pero a la vista está que es una prueba (casi) de papel mojado: la decisión no depende de España, sino de una unanimidad de los Veintisiete; y, además, exigirá una reforma de la Constitución... con lo que tampoco depende de Sánchez, ni de su exigua mayoría Frankenstein.

Bolaños toma el mando

Pero el caso es que ese 10 de agosto, Félix Bolaños regresó antes que ningún otro ministro de sus vacaciones. El titular de Presidencia y hombre para todo de Sánchez volvió a Madrid desde su veraneo en Almería en la noche del 9 de agosto. Y a la mañana siguiente, casualidad o no, coincidió en día y hora con Míriam Nogueras en el Congreso, para recoger ambos sus actas de diputados.

"El encuentro fue frío y corto", explica otra fuente del Gobierno. "No sirvió para nada", explican desde Waterloo. Pero, como revelaron fuentes socialistas a este diario, Bolaños llegaba para "cerrar acuerdos". Y a fe que lo hizo. Le costó horrores, una semana de acelerón, después de tres de "desidia", añade el entorno de Puigdemont. Pero lo hizo.

Hasta ese momento, los contactos con los grupos parlamentarios los había llevado Bolaños por teléfono. Con todos, menos con Junts. Lo del entorno de Puigdemont se lo había encargado Pedro Sánchez a "un equipo" liderado por un socialista histórico, con más cercanía personal al expresident huido.

Miriam Nogueras, portavoz parlamentaria, y Jordi Turull, secretario general, camino de la Ejecutiva de Junts.

Miriam Nogueras, portavoz parlamentaria, y Jordi Turull, secretario general, camino de la Ejecutiva de Junts. EP

Ese equipo, de momento, permanecerá en el anonimato. Pero lo cierto es que el domingo, día 13 de agosto, las riendas las toman definitivamente Bolaños y Nogueras, portavoz de Junts en el Congreso, apoyada políticamente por el secretario general del partido, Jordi Turull.

La 'derivada PP'

Los "emisarios" del Partido Popular, encargados por Alberto Núñez Feijóo de sondear a Puigdemont, ya han visto que no pueden ofrecer lo que pide el líder independentista. Y Génova desliza que "lo intentaremos hasta el final, pero sin traspasar ninguna línea roja". Constitucional, se entiende.

Las fuentes de Junts no quieren desvelar nada sobre las conversaciones con el PP, ni en público ni en privado. "Será el Partido Popular el que tenga que darle publicidad si, llegado el momento, se llegase a algún acuerdo", deslizan sobre una alternativa cuyo propósito parece más el de arrojar un plus de presión sobre Sánchez que el de alcanzar verdaderamente un acuerdo.

Precisamente por ello, el PP insiste públicamente con más afán en atraer al PNV que al independentismo catalán, tan alejado como está Junts de la antigua CiU. Pedro Rollán, este mismo sábado, fue el último. El flamante presidente del Senado emplazó a los nacionalistas vascos a darle una "pensada" a su decisión de apoyar la investidura del líder socialista.

Así que Junts ve que, al menos para la Mesa, sólo podía apretar al PSOE. "Puigdemont tiene mucho poder ahora, y sabe que Sánchez le puede dar lo que pide, pero Feijóo no", diagnostica, el martes 15, un ministro en funciones a este diario.

"Día de vacaciones"

Lo curioso es que ese día, festivo en toda España (incluida la Cataluña indepe) nadie llama a Waterloo. Ni a Turull. Ni a Nogueras. "¿Tú te lo puedes creer? ¿Que se cojan un día de vacaciones, tal como están las cosas?", lamenta entre indignado y sorprendido un colaborador de Puigdemont.

Pero pasadas las doce de la noche del martes al miércoles, sí suena el teléfono de la portavoz de Junts en el Congreso, encargada de pilotar las negociaciones con el PSOE; la pantalla se ilumina con el nombre de Félix Bolaños. Después de "un día de silencio absoluto", de stand by en las negociaciones, el ex president de la Generalitat prófugo en Bélgica y líder oficioso del partido independentista catalán es informado, ya de madrugada.

Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, habla por teléfono en el patio del Congreso.

Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, habla por teléfono en el patio del Congreso. Eduardo Parra EP

Quedaban poco más de 30 horas para que se tuviera que votar la Mesa del Congreso y arranque la XV legislatura cuando el ministro de la Presidencia y fontanero en jefe del presidente del Gobierno llamó dispuesto a cumplir con las exigencias impuestas por los soberanistas... porque éstas, en realidad, eran mucho menores de lo que se barruntan los medios.

Y porque el nombre de Francina Armengol había sido "un guiño insuficiente y no consultado", pero un guiño, al fin y al cabo. La expresidenta de Baleares ha gobernado ocho años coaligada con Més, una formación pancatalanista y, por tanto, independentista. Y su presencia al frente de una mesa con mayoría sanchista será garantía para el siguiente paso... el de la amnistía.

Pero para eso aún queda. No nos adelantaremos, pero sí explicaremos por qué ocurrió lo que ocurrió el 17 de agosto en la carrera de San Jerónimo.

Con la llamada de Bolaños a Nogueras, las negociaciones estaban ya a punto de desatascarse. El miércoles 16 fue frenético. "Está todo amarrado", insistía ese día otro ministro a este diario. "La Mesa va a salir, y para la investidura sólo faltan detalles". Ese día, el presidente en funciones avanza que impulsará el catalán (y las otras lenguas) como "oficiales" en la UE, "aprovechando la presidencia de turno" que ostenta España este semestre.

No desvelaremos cómo es el resto de la conversación, pero base dar cuenta de que todo encaja: los indepes van a exigir la amnistía para que Sánchez sea presidente; pero el líder socialista no puede admitirlo antes de ver culminado su propio "hecho comprobable", que Junts vota  a Armengol.

El "hecho comprobable"

Ella sí estará dispuesta a que su Mesa del Congreso califique (es decir, dé curso y convoque un debate) sobre una proposición de ley de amnistía. Ella no la vetará de plano, como hizo Meritxell Batet, en marzo de 2021... uno de los motivos por los que su continuidad en el cargo era imposible para Sánchez.

[El "hecho comprobable": Albares solicita que el catalán sea oficial ante el Consejo de la UE]

Y una vez que el PSOE tiene el compromiso de Junts, los de Puigdemont exigen su prenda. La promesa del catalán en Bruselas es la misma ya firmada con ERC en la Mesa de Diálogo hace un año, así que el expresident fugado reclama un papel que demuestre que esta vez las palabras no se las llevará el viento.

Si de verdad Sánchez quiere pactar, hace falta que el Gobierno comience los trámites. Por eso, a las 6.47 de la mañana del jueves 17 de agosto -sólo una hora y cuarto antes de la reunión de la Ejecutiva de Junts que decide el voto-, José Manuel Albares, recién levantado, envía esa carta al Consejo de la UE. Así, llegan los "hechos comprobables" exigidos por Puigdemont.

Toda esta negociación la llevan Pedro Sánchez desde Lanzarote y Carles Puigdemont desde Waterloo. Sin hablar entre ellos, por personas interpuestas: Bolaños, Nogueras y Turull.

Ligada toda posibilidad de éxito a los designios de Junts, el PSOE accede. La del miércoles es una jornada maratoniana donde sigue imperando "el principio de desconfianza" de los independentistas hacia Sánchez. "Nos acostamos muy tarde y nos levantamos muy temprano", relatan las fuentes indepes sobre la noche del miércoles y la mañana del jueves.

No es hasta las 8.18 del jueves, ya comenzada la cita telemática de la dirección de Junts -y a escasos minutos de que los 350 diputados se sienten por primera vez en su escaño de la Cámara Baja-, cuando se toma la "decisión final". A esa hora llega el resguardo de la solicitud presentada ante el Consejo de la UE por el ministro de Asuntos Exteriores, con el sello de registro bruselense. 

[Puigdemont exige ahora que la Mesa admita la Ley de Amnistía antes de la investidura de Sánchez]

Puigdemont ha insistido, en los días previos y hasta la saciedad, en que no quiere promesas, sino "pagos al contado". Y no es ningún secreto que la gobernabilidad de España se trata de un asunto menor para Puigdemont, tan sólo preocupado por la hegemonía en el mundo independentista y, por tanto, en presentar las victorias simbólicas que demuestren que de un solo golpe logra más que el "autonomismo entregado" de ERC en una legislatura entera.

Esa es otra de las obsesiones de Junts, que lo conseguido con el acuerdo conste en su hoja de servicios al independentismo a título individual y no en colaboración con ERC.

"Ellos no tenían ninguna política de negociación", critican las fuentes consultadas por este periódico. "Ahora piden lo que Puigdemont pidió desde el primer día", comparan, "pero el 24 de julio ya apostaban por la investidura de Pedro Sánchez, y cuando se plantea eso antes de negociar es que no eres capaz de negociar".

¿No hay entonces una entente catalana en la negociación? "De momento, no", contestan. "La interlocución con ERC es todavía mínima", aseguran.

La "prueba de la diferencia" entre aceptar promesas y lucir realidades será ese papel de Albares. Y ahora, Puigdemont está a punto de lograr un puñado más de sus exigencias, porque aspira a un acuerdo "amplio". Eso sí, coronado por una de las más ansiadas, la amnistía para supuestamente -y según sus cuentas- unos 4.000 encausados por el 'procès'.

Habrá que esperar unas semanas, aunque el PSOE quiere acelerar los trámites, para no verse enfangado en la Diada. Pero desde Waterloo se avisa de que "la investidura es más cara". La amnistía será, explican, la viga maestra de un acuerdo que esperan más amplio y triunfal para sus intereses, y que empezarán a cobrarse incluso antes de hacer a Sánchez presidente.

"El Parlamento ya está en funcionamiento", apuntan. Y eso quiere decir que Puigdemont quiere otro "hecho comprobable" antes de votar a Sánchez como presidente: la ley en el Congreso, con debate de admisión a trámite convocado. "La otra opción de Sánchez es partirse la cara en una repetición electoral, donde quizá no le vaya para nada bien", se ufanan.

Sobre todo, si todo lo que aquí contamos se sabe...