En el año 2016 la revista científica Biological Psychiatry publicó un estudio pionero que mostraba que el impacto del sufrimiento se transmite a la biología de los descendientes. Los investigadores, liderados por la profesora Binder del departamento de Psiquiatría del instituto Max Planck de Múnich, midieron el impacto genético que transmitían los supervivientes del Holocausto a su progenie.

Sus resultados mostraron alteraciones en la metilación de la citosina del gen que codifica la proteína 5 (FKBP5), relacionada con la liberación de cortisol, conocida como la hormona del estrés. Los descendientes de aquellas personas que habían sufrido una mayor intensidad de sufrimiento mostraban alteraciones genéticas más fuertes.

“En el eco de mis muertes / aún hay miedo”. Así comienza el poema de Alejandra Pizarnik. “¿Sabes tú del miedo? / Sé del miedo cuando digo mi nombre. / Es el miedo, / el miedo con sombrero negro / escondiendo ratas en mi sangre, / o el miedo con labios muertos / bebiendo mis deseos”. Continúa el poema.

Alejandra Pizarnik es una poeta y escritora argentina nacida en el año 1936. Educada bajo el paraguas intelectual de la Sorbona de París tradujo las obras de los autores más destacados de las letras galas de la época, y publicó obras de referencia en la literatura latinoamericana, como Los trabajos y las noches o Extracción de la piedra de la locura.

Pero sus últimos años estuvieron marcados por una profunda depresión, posiblemente fruto de su biografía y, por qué no, de los ecos de sus muertos. Pizarnik se suicida a los treinta y seis años.

Reconocer la huella, hasta ahora invisible, del sufrimiento de nuestros ancestros extiende las fronteras de la salud mental

La psicología actual ha ampliado su mirada con el nacimiento de un campo de investigación científica que incorpora la memoria de nuestros ancestros para alcanzar una comprensión más integral de la salud mental. Aunque es un campo de estudio reciente y debe acompañarse de prudencia, sus resultados son bastante prometedores.

La herencia transgeneracional epigenética del trauma estudia el impacto de las situaciones potencialmente traumáticas sobre la genética de los descendientes de quienes las vivieron. No supone un cambio genético, sino epi-genético, es decir, de la expresión de los genes.

La epi-genética supone que podemos transmitir a las siguientes generaciones los cambios que hemos adquirido en nuestra vida. Se transmite el dolor de la guerra, de los abusos, de la esclavitud y del sufrimiento personal.

Reconocer la huella, hasta ahora invisible, del sufrimiento de nuestros ancestros extiende las fronteras de la salud mental, pero invitaría a reflexionar no tanto sobre qué hemos recibido sino sobre lo que vamos a dejar como legado.

También se transmite la resiliencia. En el año 2021 la prestigiosa revista Lancet Psychiatry publicó un modelo de transmisión epigenética de la resiliencia que defiende que un ambiente protector puede contrarrestar las modificaciones epigenéticas inducidas por condiciones adversas, creando incluso la aparición de fortalezas humanas antes no presentes. La adversidad como oportunidad de aprendizaje, también biológico.

El poema de Pizarnik acaba recordando que “Sí. En el eco de mis muertes / aún hay miedo”. Hoy añadiríamos que en ese eco de nuestros muertos también hay valentía, coraje e ímpetu por transformar las caídas en vuelos.