Paloma Pedrero ocupa desde hace cuarenta años lugar destacado en el mejor teatro español. Teatro casi siempre de vanguardia y, en ocasiones, con aciertos insólitos como Caídos del cielo, obra en la que buscó para hacer de actrices y actores a los indigentes que dormían al raso en las calles de Madrid. Toda una experiencia audaz que se convirtió en un prolongado éxito.

Paloma Pedrero ha estrenado una buena parte de su vasta creación teatral en una veintena de países. Siempre la ha acompañado un público entregado. Ferozmente independiente, ajena a los circuitos literarios, la importancia y la calidad de su obra merecen un reconocimiento superior. Autora, actriz, directora, productora, Paloma Pedrero es un caso único de vocación teatral.

Tengo en la memoria varias obras suyas de calidad sobresaliente: El color de agosto, La llamada de Lauren, Una estrella, Invierno de luna alegre, La isla amarilla (estrenada en la cárcel de mujeres de Carabanchel), Noches de amor efímero, De la noche al alba (dirigida por Ernesto Caballero), Cachorros de negro mirar, espléndida obra, Ana el 11 de marzo, con inolvidable interpretación de esa gran actriz que es María José Alfonso, Beso a beso

Ferozmente independiente, ajena a los circuitos literarios, la importancia y la calidad de su obra merecen un reconocimiento superior

Con Caídos del cielo, incorporó a mujeres y hombres en riesgo de exclusión social y se apuntó uno de los mayores triunfos del último medio siglo de teatro, prolongado ahora con Isla, en la que trabajan cerca de veinte actrices y actores en riesgo de exclusión social, algunos con fuertes incapacidades.

La autora, con la colaboración de Pilar Rodríguez, ha dirigido con eficacia su obra. Muy cuidada la escenografía de Meloni, el vestuario de Moreno, la iluminación de Gómez-Cornejo, la música de Sánchez Cano y Maciá, la coreografía de López Nieto...

[Caídos del cielo, teatro de puertas abiertas]

Y excelente en líneas generales la interpretación de actrices y actores. Todos ellos se merecen figurar en este artículo: Rocío Agost, Mariu del Amo, Alberto Cavero, Carmen Céspedes, Juan Cruz Guerra (Juantxo), Pedro Fajardo, Charo Gabella, Julio Gil Gómez, Teresa de la Hera, Amaury Millán, Daniela Millán, Esther Mora, Marta Navas, Magali Parra, Rober Ruiz, Sonia Sánchez, Ana Sánchez Cano, Josep Segarra y Semilla.

Paloma Pedrero, como Lorca en El público, ha convertido el patio de butacas del Fernán Gómez en una sugerente escenografía, cubierta de principio a fin con dorada arena de playa. Sobre ella, hombres y mujeres roussonianos discurren sobre internet y su impacto social, sobre la globalización, el mundo digital, los políticos mediocres, los intelectuales, la forma de vida occidental.

[Paloma Pedrero completa el puzle de la identidad]

Con un notable sentido del humor y una profunda reflexión, Paloma Pedrero se refiere al dinero –“el papel tosco” le llaman los indígenas– a la tecnología, la violencia, la soledad, el amor, la pasión, la enfermedad y la muerte.

La crítica que Paloma Pedrero hace de la sociedad occidental en la que algunos nadan en la abundancia mientras otros carecen de techo para dormir, resulta demoledora. La realidad es que los indígenas que habitan la isla rechazan la civilización occidental y se pronuncian por vivir como lo están haciendo.

Teatro, en fin, puro teatro. Eterno teatro que carga sobre las espaldas siempre jóvenes de esta escritora insólita. Paloma Pedrero se esfuerza por mantener en vilo a los espectadores y acercarlos al precipicio del pensamiento independiente y el sentimiento profundo.