El catedrático Rafael Navarro-Valls está reconocido como uno de los más destacados juristas españoles. Es un intelectual que acumula prestigio con sus libros especializados y sus relevantes artículos.

El Tribunal de La Haya mantiene dos idiomas oficiales: el inglés y el francés. Rafael Navarro-Valls está trabajando con serenidad y prudencia para que el español se convierta a todos los efectos en lengua oficial del prestigioso Tribunal. No es cierto que el idioma de Cervantes y Borges sea la cuarta lengua internacional del mundo tras el inglés, el chino mandarín y el hindi. Ni el mandarín ni el hindi son idiomas internacionales, aparte de que el enjambre dialéctico que zarandea tanto a China como a India, abre muchas dudas sobre la extensión real de sus lenguas.

El español figura como idioma oficial en 21 naciones, 590 millones de personas lo hablan y cerca de 500 millones lo tienen como lengua materna. En la primera nación del mundo, los Estados Unidos de América, el español ocupa destacadamente el segundo lugar y, según algunas estadísticas, se aproxima ya a los 60 millones de hispanohablantes.

En los principales países del mundo, los estudiantes de idiomas extranjeros eligen, tras el inglés, la lengua de Neruda y García Lorca, desplazando al francés, a pesar de los inteligentes esfuerzos que hacen los responsables galos de cultura. No hay que caer en ningún caso en chauvinismos estériles. El inglés, como lengua internacional, es igual que el latín en la Edad Media europea. Domina por encima del 70 por ciento las relaciones entre dirigentes de las naciones del mundo. Como lengua internacional, el español, a mucha distancia del inglés, ocupa el segundo lugar.

Cuando el Tribunal de Justicia de La Haya se puso en marcha, en los años veinte del siglo pasado, el francés se mantenía como lengua diplomática internacional y era lógico que figurara, junto al inglés, en la oficialidad idiomática de la nueva Corte, convertida en 1946 en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya.

El español figura como idioma oficial en 21 naciones, 590 millones de personas lo hablan y cerca de 500 millones lo tienen como lengua materna

Para Rafael Navarro-Valls, los Estados de lengua española están obligados a realizar todos los esfuerzos posibles para lograr el objetivo de que el Tribunal incorpore el español como idioma oficial. Y en ese empeño, las Academias de la Lengua de 24 países tienen el deber insoslayable de contribuir al propósito, especialmente la Real Academia Española, que no puede permanecer ajena a la iniciativa parlamentaria del PSOE y el PP para “culminar las gestiones necesarias en los distintos foros, con el fin de que el español se convierta en lengua oficial en la Corte Internacional de Justicia”.

España y los países americanos se enriquecen con manifestaciones culturales de primer orden en literatura, en pintura, en escultura, en música, en arquitectura… Hay conciencia clara, sin embargo, de que el gran tesoro cultural de España y las naciones hermanas es el idioma. Este idioma español del siglo XXI, que es el de Cervantes y Jorge Luis Borges; de Ortega y Gasset y Octavio Paz; de Benito Pérez Galdós y Mario Vargas Llosa; de Pablo Neruda y Federico García Lorca; de Santa Teresa de Jesús y Sor Juana Inés de la Cruz; de Camilo José Cela y Gabriel García Márquez; de Miguel Delibes y Miguel Ángel Asturias; de Antonio Buero Vallejo y Carlos Gorostiza; de Emilia Pardo Bazán y Gabriela Mistral.