Image: Desalojos

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Poesía

Desalojos

Miriam Reyes

2 octubre, 2008 02:00

Miriam Reyes

Hiperión. Madrid, 2008. 68 páginas, 8 euros

Extraña manera de estar viva/ esta necesidad de traducirse / en palabras": los versos que abren Desalojos, tercer libro de Miriam Reyes (Orense, 1974) rubrican la tensa poética intimista que la autora iniciaba en 2001 con Espejo negro. Retazos narrativos, desbordante imaginería y una mayor contención expresiva desplegaban en Bella durmiente (2004) una dura reflexión en torno a la familia, a las relaciones amorosas y, en último término, a las dificultades de ese traducirse en palabras que quien se expresa en los poemas -"todavía no sé poner un orden"- muestra como vía de un difícil proceso de conocimiento.

En dicho libro la poeta se ponía a prueba en las sugerencias y en los pasos de una narración elíptica que era también una reflexión provocativa sobre las sucesivas edades de su protagonista. Ahora, en su reciente Desalojos, más circunscrita su anécdota a un preciso episodio luctuoso -entendemos que se trata de la muerte de la abuela, aunque no se concrete- se hace patente el dominio expresivo y la inteligencia compositiva de una autora que sabe que menos es más y que ha reducido a los poemas necesarios la extensión de un libro nada pretencioso y, por ello, más interesante. En una breve segunda parte varios poemas algo crípticos disuenan con la expresión directa del conjunto, dejando en suspenso la anécdota central con unos desatrrollos diferentes, pero que no añaden gran cosa.

Lo más sugestivo es el hecho de que la sensitiva que es Miriam Reyes sabe crear una síntesis de tensión emocional y distancia retórica, y proponernos una mirada honda desde el interior de su personaje: a sus reacciones frente a los detalles del espacio opresivo de una sala de tanatorio, a las distintas presencias
familiares y a sus propios pensamientos. Y todo ello a un ritmo lento que intercala fragmentos de
imaginario diálogo con la madre -"la cicatriz de tu vientre tiene mi firma"-, constantes hallazgos expresivos, imágenes sensoriales de gran plasticidad y un detallismo que en ocasiones se recrea en su propio desbordamiento emocional: "Mientras el cristal que ya no empaña tu aliento / se empaña con el frío que mantiene tu cuerpo / contra el calor de julio y la putrefacción de la carne / un par de días más para que los que estábamos lejos / podamos todavía volver y encontrarte". Miriam Reyes sabe mantener al rojo vivo su capacidad perturbadora sin quemarse.